
El devastador terremoto de magnitud 7.7 que golpeó este viernes Birmania y Tailandia dejó casi 150 muertos, un balance que se espera que aumente, además de cientos de heridos y decenas de personas atrapadas por el derrumbe de un rascacielos en construcción.
El epicentro del sismo se situó a 16 kilómetros de la ciudad de Sagaing, en Birmania, a una profundidad superficial de 10 km, sobre las 12H50 locales (06H20 GMT), indicó el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).
La sacudida rompió carreteras, que quedaron surcadas por profundas grietas, derrumbó edificios y arrasó el conocido Puente Ava.

El nivel de devastación obligó a la junta militar que gobierna el país a lanzar un inusual pedido de ayuda internacional y a declarar el estado de emergencia en seis regiones.
La Unión Europea, Francia e India ya expresaron su disposición a enviar ayuda.
El terremoto, cuyo epicentro se situó cerca de la ciudad birmana de Mandalay, estuvo seguido de una fuerte réplica de magnitud 6.4 unos minutos después y desde entonces continúan los sismos en la zona.
El hospital general de la capital Naipyidó, ubicada a 250 kilómetros del epicentro, recibió a cientos de víctimas.
Un médico de este centro informó a la AFP que por el momento contabilizaron 20 muertos y que hay muchos heridos.
“Nunca vi nada parecido. Estamos intentando manejar la situación”, indicó un médico.
Ante la saturación del hospital, muchos heridos fueron atendidos fuera del recinto, en el suelo o en camillas improvisadas. Algunas víctimas gritaban de dolor y otras yacían en el suelo, con vías intravenosas en el brazo, mientras eran consoladas por sus familiares.
El jefe de la junta de gobierno Min Aung Hlaing visitó el hospital, constataron periodistas de la AFP.
El inusual pedido de ayuda de los militares birmanos es un indicio de la proporción de los daños y la posible magnitud del balance de víctimas, en un país donde la infraestructura y el sistema de salud está arrasado por cuatro años de guerra civil.
- “Ayuda por favor” -
El sismo sacudió con fuerza el norte de Tailandia y también la capital Bangkok, a unos 1,000 kilómetros de distancia del epicentro.
Las autoridades tailandesas decretaron el estado de emergencia en la capital, donde un edificio en construcción de más de 30 pisos se derrumbó con decenas de obreros en su interior.

El viceprimer ministro, Phumtham Wechayachai, dijo a los periodistas que al menos tres trabajadores murieron y que 81 están atrapados en los escombros, un amasijo de hierros y restos de bloques de cemento.
“Cuando llegué para inspeccionar el lugar, escuché personas pidiendo ayuda’”, declaró a la AFP Worapat Sukthai, subdirector de la policía del distrito de Bang Sue.
“Nunca habíamos experimentado un terremoto con un impacto tan devastador“, afirmó.
- “Algo instintivo” -
En la capital tailandesa, la población está acostumbrada a los temblores y está entrenada para buscar refugio fuera de los edificios, pero el terremoto de este viernes causó conmoción.
“Estaba comprando en un centro comercial cuando noté algunos indicios de movimiento y salí corriendo”, relató Attapong Sukyimnoi, un corredor de bolsa. “Sabía que tenía que llegar a un espacio abierto, fue algo instintivo”.
El terremoto también se sintió en la provincia china de Yunnan, limítrofe con Birmania, según el Centro de Redes Sísmicas de China (CENC).
Los terremotos en Birmania son relativamente habituales. Entre 1930 y 1956, seis sismos de magnitud 7 o superior se registraron en la falla de Sagaing, que recorre de norte a sur el centro del país, según el USGS.
El vertiginoso ritmo de desarrollo de las ciudades birmanas, combinado con unas infraestructuras precarias y una deficiente planificación urbanística, hacen el país vulnerable ante terremotos y otros desastres.
Además, Birmania se encuentra sumida en la inestabilidad desde un golpe militar en febrero de 2021 que desencadenó una sangrienta represión y combates del ejército con grupos étnicos armados y disidentes.