(Foto: AFP)
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“Hay demasiado silencio, es desconcertante, como la calma antes de la tormenta”, comenta el soldado ucraniano Botsman, de 49 años, en las trincheras de Marynka, a orillas de la ciudad de Donetsk (este), en manos de los separatistas.

A unos 100 km de la frontera rusa, los soldados destacados en Maryinka viven una extraña contradicción porque al tiempo que crece el temor de una invasión rusa, los separatistas prorrusos disparan menos balas y proyectiles.

La atención occidental está centrada en los más de 100,000 soldados rusos en la frontera con , pero Kiev está envuelto desde hace casi ocho años en un conflicto con rebeldes apoyados por Moscú.

La violencia en la línea de frente oriental ha declinado y se mantiene relativamente baja desde hace tiempo y últimamente decayó aún más, explica Botsman, quien se identifica con un solo nombre como lo establece el reglamento.

Sin embargo, el lunes su puesto fue atacado por morteros y granadas propulsadas por cohete. Se escucharon explosiones ocasionales cuando los periodistas de AFP visitaron el sitio.

“El otoño estuvo ocupado. Nos mantenían despiertos por la noche, arruinaban nuestras comidas, pero ahora está quieto”, dice Botsman. “Ellos saben que estamos aquí, dónde estamos y cuántos somos”, admite.

Preocupados en casa

A pesar del aumento de tensiones, poco ha cambiado en términos prácticos para los soldados en las ruinas nevadas de Maryinka.

“Nuestros deberes siguen como siempre”, afirma, salvo que se enviaron más equipos móviles de observación para monitorear el movimiento del enemigo.

Pero las advertencias de los aliados occidentales de Ucrania sobre un posible conflicto con Rusia ponen los nervios de punta.

“En términos de moral, es difícil. Las llamadas de casa son alarmantes, tengo que tranquilizar a mi familia”, cuenta.

Los soldados hacen lo que pueden para lidiar con la tensión. Sych, de 39 años, se construyó un gimnasio improvisado con pesas y equipo rudimentario en la granja donde está basado.

Piensa que las advertencias de un potencial ataque masivo son parte de una guerra informativa lanzada por contra Ucrania.

“Necesitamos terminar con esta guerra, ya sea solos o con ayuda de los aliados, por cualquier medio disponible”, comentó Sych.

Insiste en que las fuerzas armadas ucranianas están mejor equipadas y listas para combatir en caso de una invasión a gran escala.

“Quizás Putin, como un viejo tonto, cree que pueden llegar a Kiev en dos días. Dejen que lo intente”, afirma.

“Lo detuvimos en el 2014 cuando usábamos sandalias y teníamos que buscar nuestras propias armas. Ahora somos un ejército muy fuerte”, asegura.

Ucrania dijo el lunes que en los últimos meses recibió más de mil toneladas de armas y equipo militar valorado en US$ 1,500 millones enviadas por los países occidentales.

Botsman insiste en que se necesita más, en especial misiles antitanque y sistemas de misiles guiados.

“Esa ayuda debe venir en todas las formas, moral y material, militar y política”, insiste, recordando la incapacidad de Occidente de frenar la aplastante victoria rusa contra Georgia en una guerra relámpago en el 2008.

“Si, como ocurrió con Georgia, Occidente está solo ‘preocupado’, entonces todo acabará en lágrimas”, opinó.

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