En los principales discursos y comunicados de las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) esta semana en Washington, una palabra estuvo omnipresente: clima.
A dos semanas de la cumbre del cambio climático COP26 de Glasgow, los jerarcas se comprometieron a tomar medidas para cumplir con los objetivos climáticos globales de mantener el aumento de temperatura por debajo de 1.5 grados Centígrados con respecto a la era industrial, y alcanzar cero emisiones netas de carbono para el 2050.
“Me temo que es hora de arremangarnos y detallar nuestro plan de acciones”, afirmó el príncipe Carlos de Gran Bretaña en un evento del Banco Mundial el jueves.
“Solo puedo alentarnos a todos nosotros a actuar contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, para una transición justa, pues es más urgente que nunca poner manos a la obra y resolver este problema”, agregó.
Pero detrás de la retórica se esconde la cruda realidad del enorme trabajo que queda por hacer para cumplir los objetivos trazados.
Washington busca que los organismos multilaterales de crédito impulsen el financiamiento de proyectos amigables con el clima, mientras BlackRock, el administrador de activos más grande del mundo, advierte que se necesitan grandes inversiones para evitar una catástrofe.
“Los países ricos deben poner más dinero de los contribuyentes para impulsar la transición neta a cero”, escribió el director de BlackRock, Larry Fink, en una oclumna en The New York Times el miércoles.
Alcanzar la meta de cero emisiones netas requerirá US$ 1 billón anuales en inversiones destinadas a los países pobres, que Fink estima que necesitarían US$ 100,000 millones en subsidios por año para ser viables.
“Pese a que la cifra parece desalentadora, especialmente ahora que el mundo se está recuperando de la pandemia de COVID-19, la falta de inversión conducirá a mayores costos en el futuro”, señaló.
Creciente alarma
Las reuniones se produjeron en medio de una creciente alarma por los efectos de un cambio climático descontrolado sobre el planeta.
El mes pasado, un perturbador informe del BM advirtió que la reducción de la producción agrícola, la escasez de agua, el aumento del nivel del mar y otros efectos adversos del calentamiento global podrían obligar a 216 millones de personas a abandonar sus hogares y migrar dentro de sus propios países para el 2050.
Un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó que los subsidios directos e indirectos a los combustibles fósiles sumaron en el 2020 hasta US$ 5.9 billones, un 6.8% del PBI global de ese año, socavando la lucha contra el cambio climático con combustible barato.
Si bien los funcionarios del FMI y el BM insistieron en que están muy centrados en el cambio climático, no todos estaban convencidos.
El jueves, 77 organizaciones defensoras del medio ambiente firmaron una petición para reclamar la renuncia del presidente del BM, David Malpass.
Malpass destacó la inversión en asuntos climáticos del BM, una entidad que -dijo- proporciona la mitad de todos los préstamos multilaterales para proyectos verdes, un gran cambio respecto a años previos cuando el organismo financió controvertidos planes criticados por su impacto ambiental.
Pero las organizaciones civiles afirman que desde el acuerdo climático de París del 2015, el BM ha orientado US$ 12,000 millones hacia los combustibles fósiles.
“El BM necesita un liderazgo que apoye a los países en vías de desarrollo con vocación verde e inclusiva”, expresó Luisa Galvao, de Friends of the Earth US, que firmó la petición.
Mitigar los daños
El accionar de Estados Unidos durante las reuniones fue seguido de cerca, ya que Washington tiene el mayor poder de voto en ambos organismos, al tiempo que la mayor economía del mundo es también un importante emisor de carbono.
Sin embargo, el presidente Joe Biden prometió una ofensiva para abordar el cambio climático. De hecho, este viernes la Casa Blanca lanzó una estrategia para mitigar los daños que el clima extremo provoca en el país.
La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, convocó esta semana a los líderes de varios organismos de crédito -incluyendo al BM y bancos de desarrollo en Europa, América Latina, Asia y África- y los presionó para que dediquen más capital a proyectos destinados a mitigar el cambio climático.
Asimismo, Biden presento dos iniciativas al Congreso para inyectar enormes sumas a infraestructuras, gastos sociales y combate al cambio climático que están estancados en el dividido Legislativo.