El aumento de los costos de los alimentos ha significado un doble golpe para los mercados emergentes: millones de personas sufren de hambre y frustra los intentos de los bancos centrales para poner fin a la peor recesión en décadas.
Los precios mundiales de los alimentos han aumentado casi 8% desde mayo dado que la pandemia interrumpe las líneas de suministro y el clima seco afecta las cosechas. Esa inflación más rápida ha obligado a formuladores de políticas, desde India hasta México, a reducir el estímulo monetario justo cuando sus economías más lo necesitan.
Inicialmente, los banqueros centrales pensaban que el brote de coronavirus tendría un lado positivo: al provocar una fuerte caída de la inflación, dejaría espacio para una política “muy expansiva”, dijo Ernesto Revilla, director de economía latinoamericana de Citigroup Inc. y execonomista jefe de la Secretaría de Hacienda de México. No fue así.
“México es el ejemplo perfecto de lo frustrante que se volvió no poder expandir más la política monetaria porque la inflación no está bajando tan rápido como hubiéramos esperado al principio”, dijo Revilla en una entrevista telefónica.
Los costos de los alimentos en todo el mundo aumentaron por cuarto mes consecutivo en septiembre, liderado por aceites vegetales y cereales como el trigo y el maíz, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Las autoridades que se habían centrado en prevenir más quiebras y pérdidas de empleos ahora también están preocupadas por el aumento de los precios.
El aumento de los costos de vida ha provocado malestar entre las personas que ya están abrumadas por el desempleo y la enfermedad. Las autoridades impusieron un toque de queda de 16 horas en una parte de Sudán, donde los precios del pan y las verduras impulsaron la inflación anual a 212% en septiembre, después de que manifestantes bloquearon las principales carreteras. En Pakistán, miles de funcionarios acudieron a la capital para exigir un aumento salarial para compensar el aumento de los precios.
Dado que los hogares de los países más pobres gastan una mayor parte de sus presupuestos en alimentación, la comida tiene una mayor ponderación en sus índices de inflación. El repunte en los costos de los alimentos ha obligado a algunos de los principales bancos centrales de mercados emergentes a pausar o ralentizar los recortes de tasas de interés, debilitando la principal herramienta de política monetaria que tienen para combatir la caída.
Canasta de inflación
Paralizado por aumentos de precios superiores a la meta, el banco central de India dejó las tasas de interés sin cambios en sus dos últimas reuniones, incluso ante el peor colapso en décadas.
La inflación anual se aceleró hasta 7.3% el mes pasado, el ritmo más rápido desde enero. Los precios de los alimentos, que componen cerca de 50% de la canasta de inflación de India, subieron 9.7% desde el año anterior.
Del otro lado del mundo, las autoridades de México se encuentran en una situación similar. Redujeron el ritmo de los recortes de las tasas de interés el mes pasado y están considerando una pausa en la flexibilización monetaria ante lo que pareciera ser el mayor colapso desde la década de 1930. La inflación se mantuvo por encima del límite superior de su rango meta el mes pasado debido principalmente a un aumento en los precios de los alimentos.
Los costos de los alimentos están elevando las tasas de inflación en docenas de otros mercados emergentes, incluidos Brasil, Rusia y Sudáfrica. Rusia y Sudáfrica frenaron el ritmo recientemente, mientras que Brasil ha señalado que mantendrá las tasas en su mínimo récord actual.
Efectos de segunda ronda
Incluso si las variaciones de los precios son temporales, los banqueros centrales temen los llamados efectos de segunda ronda, en los que repuntes más rápidos de los precios hacen que las expectativas de inflación aumenten, lo que desencadena otra ronda de picos de precios.
Los bonos gubernamentales en los países en desarrollo han tenido una rentabilidad superior al 4% durante los últimos cuatro meses, según el índice soberano local de mercados emergentes de Bloomberg. Eso indica que los inversionistas están apostando a que no habrá un despegue más generalizado de la inflación.
“Los inversionistas perciben el fenómeno como algo temporal”, dijo Michael Roche, estratega de Seaport Global Holdings en Nueva York.
Algunos países, como Nigeria y Vietnam, decidieron priorizar el crecimiento y procedieron con recortes de tasas a pesar de la presión inflacionaria.
Los mayores costos de los alimentos también pueden retrasar la recuperación al afectar el bolsillo de los habitantes más pobres de las ciudades, obligándolos a gastar menos en otros bienes, dijo Adriana Dupita, economista de Bloomberg Economics con sede en Brasil.
“La inflación de los alimentos es otro viento en contra para la recuperación del consumo y agrava aún más la desigualdad de ingresos”, dijo.