La ONU dijo este martes que un millón de personas necesitan ayuda para cubrir sus necesidades vitales en el Líbano, donde la destrucción de terrenos agrícolas o su abandono por parte de familias desplazadas por los bombardeos de Israel anticipan una pérdida considerable de la producción de alimentos.
Desde que empezaron los ataques -consecuencia del enfrenamiento entre Israel y Hizbulá- el Programa Mundial de Alimentos de la ONU proporciona a diario 150,000 comidas calientes o raciones para entre cinco y quince días, dependiendo de la capacidad que tenga la gente de cocinar, precisó por teleconferencia desde Beirut el director del organismo en el Líbano, Matthew Hollingworth.
“Pero esto debe aumentar. Tenemos que llegar, en este momento, a casi un millón de personas al día”, indicó.
El organismo se ha propuesto llegar a ese número de personas en los próximos tres meses, aunque señaló que su presupuesto para cumplir su objetivo tiene actualmente un déficit de US$ 115 millones.
Hollingworth sostuvo que hay una profunda preocupación por la producción agrícola del país, tras la quema de 1,900 hectáreas en la región sur (fronteriza con Israel) y el abandono de otras 12,000 localizadas en una de las áreas más productivas debido a que las familias que trabajaban la tierra han resultado desplazadas.
En los terrenos impactados se cultivaban en gran parte aceitunas, además de cítricos y frutas, cosechas que no tendrán lugar y que tardarán décadas en recuperarse, en particular en el caso de los olivos, declaró el representante humanitario.
La situación es aún más inquietante en la medida en que el Líbano es un país fuertemente dependiente de la importación de alimentos.
El representante del Programa Mundial de Alimentos declaró estar conmocionado por el nivel y la rapidez de la destrucción sufrida en el Líbano, donde hay 1.2 millones de personas afectadas y numerosas comarcas y ciudades se han vaciado totalmente de sus habitantes y han quedado en ruinas.
Un total de 973 lugares de refugios (colegios y otros centros de enseñanza o edificios públicos) han sido creados en Beirut y el norte del país, pero, con más de 200,000 personas registradas en ellos, la mayoría ya está al tope de su capacidad.
Sobre el temor de que los ataques israelíes alcancen el aeropuerto de Beirut y lo dejen fuera de servicio, Hollingworth recalcó que esta infraestructura es muy importante para el suministro de ayuda humanitaria, para la llegada de personal humanitario y médico, así como vía de salida para los libaneses que desean abandonar el país.
Las consecuencias serían impredecibles en un país que no produce lo suficiente como para autoabastecerse y que tampoco tiene reservas para que instalaciones vitales, como hospitales, puedan seguir funcionando, agregó.
En este sentido, instó a que se preserve los corredores tanto aéreo como terrestres por ser las vías de entrada de insumos esenciales como combustible, alimentos y productos sanitarios.
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