Alguna vez vistos como un modelo para el mundo, los administradores de fondos de pensiones privados en Chile luchan por su supervivencia, golpeados por el retiro de miles de millones de dólares y las constantes críticas de políticos y movimientos sociales.
Los chilenos han sacado más de US$30,000 millones de sus ahorros para la jubilación en el último año y el Congreso autorizó una tercera ola de retiros que podría elevar la cifra a más de US$50,000 millones. Eso dejaría a los fondos de pensiones con aproximadamente US$180,000 millones en acciones y activos de renta fija. Muchos legisladores ahora piden que se desmantele todo el sistema.
“No estoy seguro de que sea el fin del sistema de AFP, pero creo que está claro que esta ronda de retiros cambiará las cosas”, dijo Mario Castro, estratega de renta fija de BBVA en Nueva York. “Claramente vamos a tener reformas al sistema de pensiones, lo que probablemente incluirá un papel importante para el Gobierno”.
Creadas durante la dictadura de Augusto Pinochet con el asesoramiento de economistas de libre mercado conocidos como los Chicago Boys, las administradoras privadas de fondos de pensiones que los chilenos deben financiar son una piedra angular del mercado de capitales del país. Los ahorros que han generado en las últimas cuatro décadas han dado a los mercados de crédito locales y al peso una estabilidad que es la envidia de países como Argentina o Ecuador, y han llevado a países como Perú y Colombia a adoptar estructuras similares. Sin embargo, muchos se quejan de que los fondos no han proporcionado pensiones decentes.
La desconfianza en el sistema y la necesidad de efectivo se tradujeron en que los chilenos se apresuraron a retirar dinero de sus cuentas de ahorro, luego que la pandemia obligó al Gobierno a cerrar gran parte de la economía.
Esta rebelión contra la institución en Chile se suma a una ola de agitación social que se ha extendido por América Latina meses después de la llegada del coronavirus.
En Colombia miles de personas se han enfrentado a la policía en manifestaciones motivadas contra un aumento de impuestos, y que llevaron a la salida del ministro de Hacienda. En Perú un marxista encabeza las encuestas para la segunda vuelta presidencial de junio y en Brasil siguen las protestas y las contraprotestas por la caótica respuesta del gobierno de Jair Bolsonaro a la pandemia.
Bajo ataque
Algunos legisladores chilenos, con la mirada puesta en las elecciones presidenciales y legislativas de noviembre, ahora proponen reglas que permitirían un cuarto retiro de pensiones.
Además, los legisladores de la oposición han exigido otros cambios en el sistema, incluido el royalty para la gigantesca industria del cobre de Chile y un impuesto a los súper ricos, como el mismísimo presidente Sebastián Piñera.
Ninguna de estas es una buena noticia para los mercados. Los precios de los bonos chilenos han caído ya que los fondos de pensiones venden los activos más líquidos, como la deuda soberana, para satisfacer la demanda de efectivo. Las preocupaciones más amplias sobre la dirección de la política económica también han provocado una caída en los precios de las acciones.
“Esta es una tormenta perfecta, porque están todos los incentivos puestos para sacar el dinero de las AFP”, dijo Luis Felipe Alarcón, economista jefe de Euroamerica en Santiago. “La gente de menores recursos porque necesita enfrentar la crisis, y los de mayores recursos por desconfianza ante un riesgo de expropiación”, en medio de la preocupación de que el Gobierno pueda hacerse cargo del sistema de pensiones.
Para impulsar las pensiones y evitar un desafío más fundamental al sistema, el Gobierno ha propuesto una reforma que obligaría a los empleadores a contribuir a las cuentas de ahorro de los trabajadores y aumentaría la competencia a través de un fondo de pensiones estatal.
Sin embargo, el proyecto de ley no convence a la oposición y languidece en el Congreso. Las alternativas incluyen un sistema de ahorro administrado por el Estado, un sistema dual o un retorno a las pensiones estatales financiadas con impuestos.
Buscando culpables
Kenneth Bunker, analista político y director de tresquintos.cl, atribuye al menos parte de la culpa a Piñera.
“La responsabilidad de que el país se encuentre en este entuerto es principalmente de Piñera”, dijo Bunker. “Su visión excesivamente obtusa y desconectada con la sociedad lo llevó a no solo perder el apoyo de la gente, sino que también a perder el apoyo de su propia coalición”.
El Gobierno ha gastado el equivalente a un 8.2% del producto interno bruto en medidas para aliviar el impacto económico de la pandemia, la segunda tasa más alta en la región después de Brasil, según datos del Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, ello ha hecho poco para fortalecer el apoyo de Piñera.
Todo este contexto está alimentando una creciente sensación de malestar en un país que aún tiene la calificación crediticia más alta de América Latina.
Chile se vio sacudido por una ola de protestas y disturbios en octubre de 2019 que solo terminó cuando se impusieron los bloqueos durante la pandemia. El resultado de esas manifestaciones fue un compromiso de reescribir la Constitución, redactada durante la dictadura de Pinochet.
El documento será escrito por una Convención Constituyente que se elegirá a mediados de este mes. Las elecciones presidenciales están programadas para noviembre.
Y en medio de este campo de batalla por las reformas económicas y políticas se encuentra el sistema de pensiones.
“La presión continuará avanzando hacia un sistema diferente en la nueva constitución, ya que esta ha sido una demanda constante y la gente está insatisfecha”, dijo Álvaro Vivanco, jefe de estrategia de mercados emergentes de Natwest Markets en Stamford.