
Mario Vargas Llosa, el peruano ganador del Premio Nobel de Literatura 2010, cuyas novelas exploraron las dictaduras militares y la corrupción política en Latinoamérica, falleció a los 89 años.
Como uno de los escritores e intelectuales más destacados de América Latina, defendió la libertad individual, la democracia y el libre mercado, lo que a menudo lo puso en desacuerdo con sus pares y líderes políticos de la región.
Escritor universal a partir de la compleja realidad peruana, Vargas Llosa formó parte del llamado ‘boom’ latinoamericano junto con otros grandes como el colombiano Gabriel García Márquez, el argentino Julio Cortázar o los mexicanos Carlos Fuentes y Juan Rulfo.
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Vargas Llosa describió las realidades sociales en obras maestras como “La ciudad y los perros” o “La fiesta del chivo”. Admirado en la literatura, sus posiciones liberales despertaron hostilidad un medio intelectual con tendencia a la izquierda.
“Los latinoamericanos somos soñadores por naturaleza y tenemos problemas para diferenciar el mundo real y la ficción. Es por eso que tenemos tan buenos músicos, poetas, pintores y escritores, y también gobernantes tan horribles y mediocres”, dijo poco antes de recibir el Premio Nobel en 2010.
Su universalidad quedó patentada con la incorporación a la Academia Francesa en 2023.
Lucha ideológica
A medida que la figura literaria de Vargas Llosa crecía, se convirtió en un respetado ensayista político y un peso pesado en los debates ideológicos latinoamericanos. En el proceso, su larga amistad con García Márquez, partidario de Castro, se deterioró. En 1976, durante una visita a la Ciudad de México, le propinó un puñetazo en la cara al escritor colombiano por una razón que nunca reveló.
“Nos distanciamos por razones tanto personales como políticas”, declaró Vargas Llosa a The Paris Review en 1990. “En mi opinión, su escritura y su política no son de la misma calidad”.
En un signo de reconciliación, permitió que extractos de su ensayo de 1971 sobre García Márquez se reprodujeran por primera vez en el prólogo de la edición del 40 aniversario de la novela de su colega autor, Cien años de soledad, publicada en 2007. La obra de teatro de Vargas Llosa de 2008, A orillas del Támesis, es el relato de dos amigos que se distancian después de un altercado y tratan de arreglar su relación años después.
El poder corrompe
Entre sus novelas más aclamadas se encuentran Conversación en la Catedral (1969), ambientada en el Perú de la década de 1950 durante una dictadura, y La Fiesta del Chivo (2000), que examina el régimen del general Rafael Trujillo en la República Dominicana. Ambas son estudios sobre la psicología del poder y su corrupción de la integridad humana.
“La literatura es fuego”, dijo Vargas Llosa en su discurso de aceptación en 1967 tras ganar el Premio Rómulo Gallegos, el galardón literario más prestigioso de Latinoamérica, por su segunda novela, La Casa Verde, ambientada en la Amazonía peruana. “Significa inconformismo y rebelión. La protesta, la contradicción y la crítica son la razón de ser del escritor”.
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José Mario Pedro Vargas Llosa nació el 28 de marzo de 1936 en la ciudad de Arequipa, al sur de los Andes. Sus padres se separaron cinco meses antes de que él naciera y se volvieron a juntar cuando tenía 10 años.
Atribuyó su intolerancia al autoritarismo a las palizas y los abusos verbales que le propinó su padre y dijo que buscó refugio en los libros.
El autor de ‘La ciudad y los perros’ (1963), ‘Conversación en La Catedral’ (1969) o ‘Lituma en los Andes’ (1993) ganó algunos de los más importantes premios literarios y de las artes, como el Nobel, el Cervantes, el Príncipe de Asturias, el Rómulo Gallegos, el Planeta o el Jerusalén.
Laureado escritor... controvertido en política
Si su legado literario es incuestionable, su legado político es controvertido.
Políticamente fue seducido por Fidel Castro, pero en 1971 rompió con la revolución castrista ante el caso del poeta Heberto Padilla, obligado por el régimen a hacer una “autocrítica”.
Fue candidato a la presidencia de Perú en 1990. Era favorito hasta que apareció el entonces desconocido agrónomo Alberto Fujimori, quien resultó finalmente electo. Su participación desde entonces en la política peruana ha sido marginal.
Tras su fracaso político volvió a las letras, de donde -según manifestó- nunca debió salir.
Tuvo una estrecha amistad con el escritor colombiano García Márquez que terminó abruptamente con un puñetazo del peruano, rodeado de misterio. “Que los biógrafos se encarguen de ese tema”, dijo alguna vez Vargas Llosa.
Vargas Llosa siguió vivamente la evolución de la política mundial, al arremeter en los últimos años contra el populismo y obtuvo la nacionalidad española en 1993.
Con información de Bloomberg, EFE y AFP