
Tras años de un flujo migratorio constante hacia el norte, cada vez más personas en la región están regresando a sus países de origen o deteniendo su ruta, forzadas por la falta de recursos, los obstáculos en las fronteras o el desencanto con el “sueño americano”, un fenómeno que comienza a notarse en Panamá, Colombia, Venezuela y Ecuador, entre otros países.
Intentaron alcanzar Estados Unidos, pero la llegada de Donald Trump al poder ha empujado a miles de migrantes de regreso a Suramérica. El retorno no es sencillo.
Muchos migrantes utilizan rutas terrestres y marítimas para evitar el Darién y enfrentan limitaciones por falta de documentación para acceder a vuelos humanitarios o programas de retorno voluntario, mientras se mantienen en condiciones de vulnerabilidad.
LEA TAMBIÉN: Tribunal permite a Trump retirar residencia temporal a más de 530,000 migrantes
El tapón de Panamá
En Panamá, los migrantes chocan con la barrera del Darién y el alto costo de proseguir en una embarcación por el Caribe. “Aquí nos frena el mar y el dinero”, confiesan a EFE.
En Miramar, un pequeño pueblo costero en el Caribe panameño, decenas de migrantes, la mayoría venezolanos, esperan poder embarcarse hacia Colombia tras quedarse sin medios para continuar su trayecto