¿Los medicamentos contra el cáncer son eficaces en gravedad cero? La respuesta a esta pregunta la dará un proyecto de tecnología espacial a través de un microsatélite, que incluirá un laboratorio con células genéticamente modificadas y determinará si esos fármacos tienen eficacia en situaciones de ingravidez.
“MicroGScope” es un proyecto que lidera el Centro de Investigación Biomédica de La Rioja (CIBIR) (España), con la colaboración de la empresa riojana JMP Ingenieros y la alemana Microfluidics Chispshop y el University College Dublin (Irlanda).
El investigador principal de la Unidad de Angiogénesis del CIBIR, Alfredo Martínez; el coordinador de investigación de este centro, Eduardo Murpuri; y el director general de JMP Ingenieros, Eduardo Remírez, explican que el objetivo es determinar si esos medicamentos pueden ser empleados con eficacia en viajes espaciales.
“A día de hoy, no sabemos si las medicinas que se incluyan en el botiquín de un viaje de larga duración en el espacio serán eficaces o no en gravedad cero”, detalla Martínez, dado que esos viajeros, probablemente, desarrollarán enfermedades.
Para ello, en esta investigación se ha diseñado un microsatélite con tres módulos de 10x10x10 centímetros cada uno de ellos, que tendrá su réplica idéntica en la Tierra.
Un laboratorio y un microscopio plano
El módulo central acogerá un laboratorio, en el que se desarrollarán, al menos, diez experimentos simultáneos, por lo que se reducirán “tremendamente” todas las estructuras.
Se ha optado, en este primer momento, por emplear medicamentos para el cáncer, ya que “están muy bien caracterizados, tenemos muchos test y conocemos perfectamente cómo funcionan, pero se podrían probar otros de diferentes enfermedades”, ha explicado.
En primer lugar, se ha decidido determinar si los fármacos más empleados en quimioterapia mantienen o no sus efectos antitumorales en el espacio y en circunstancias de ingravidez.
“Tenemos que hacer un lugar en el que vivan las células y que estén perfectamente alimentadas, que les llegue el oxígeno y que mantengan la temperatura a lo largo de todo el viaje espacial, lo que parece sencillo, pero no lo es”, según Martínez, para lo que se harán unos contenedores muy planos.
En la base de ese contenedor habrá un microscopio, que será plano, sin lentes y que tendrá, en términos generales, el aspecto de una tarjeta de crédito, que desarrollará la universidad irlandesa que participa en el proyecto.
Junto a este microsatélite que se lanzará al espacio, en la Tierra habrá otro idéntico, con un sistema de inyección, por lo que, en cualquier momento, “podremos inyectar los medicamentos que queramos probar”, ha añadido este científico.
“Esos microscopios van a estar captando imágenes cada pocos minutos de esas células, que, a su vez, nos permitirán saber en qué estadio se encuentran”.
Comida para astronautas
Murpuri ha reconocido que se trabaja en este proyecto desde hace diez años y cada vez se está más cerca de lanzar al espacio este prototipo, pero ello dependerá de cuándo se logre la financiación necesaria, para lo que se está pendiente de convocatorias públicas y privadas que permitan materializar esta investigación.
“El microsatélite -ha explicado- nos permite replicar un laboratorio habitual de un centro de investigación, pero se ha diseñado todo el sistema de microscopía con un novedoso grado de miniaturización”; a lo que se ha añadido el tipo de experimentos que se pueden llegar a desarrollar de manera autónoma.
Junto a la investigación de los medicamentos contra el cáncer, otros experimentos permitirán ver el crecimiento en el espacio de posibles fuentes de alimentos para los astronautas, como carne artificial, hongos y cultivos vegetales.
Otros proyectos de investigación se centrarán en el desarrollo embrionario, el crecimiento de virus y bacterias y la germinación de plantas.
El satélite es cúbico, uno de sus volúmenes acogerá el laboratorio, el otro incluye el ordenador de a bordo para controlar la misión y el tercero podría ser, en un momento determinado, un motor de plasma para poder hacer un desorbitado y evitar que se convierta en basura espacial, según Martínez.
Ha señalado que el plan de vuelo, el motor y las comunicaciones del microsatélite han sido desarrolladas por JMP Ingenieros; mientras que Microfluidics Chipshop ha diseñado el habitáculo donde vivirán las células.