(Foto: AFP)
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Poco acostumbrados a ver revueltas callejeras fuera de la tele y, menos aún, a policías usando porras, gases lacrimógenos o haciendo disparos al aire, los cubanos todavía digieren las históricas protestas del domingo contra el gobierno. “Nunca había sucedido algo así”, asegura Yoelnis Pérez, de 35 años.

“Me asombré, me asusté, porque fue algo masivo. En los 35 años que tengo no había vivido esa experiencia”, explica esta profesora de arte, que salía de la escuela de la Habana Vieja, donde trabaja, cuando notó un inusual trasiego de policías y patrullas por la zona.

Miles de cubanos salieron a las calles el domingo espontáneamente en cuarenta ciudades y pueblos de la isla, hartos de la crisis económica, agravada por la escasez de alimentos y medicinas, y el malestar crece cuando la pandemia del coronavirus registra su peor momento en el país.

Minutos después de salir a la calle Yoelnis vio que cientos de cubanos marchaban por el céntrico paseo del Prado hasta el Capitolio de La Habana, sede del Parlamento, al grito de “Tenemos hambre”, “Libertad” y “Abajo la dictadura”, consignas que todavía resuenan en sus oídos.

Tampoco logra borrar de su mente las imágenes que vio luego en la televisión o en redes sociales de cubanos lanzando piedras a policías, volcando patrullas, saqueando mercados o la de agentes del orden disparando al aire para dispersar a los manifestantes. “Nunca había sucedido algo así”, enfatiza.

Niurka Rodríguez, una cantante de rumba de 57 años, también quedó impactada, a pesar de que de joven fue testigo de “El Maleconazo”, la revuelta popular ocurrida en el malecón de La Habana, el 5 de agosto de 1994, en medio de la aguda crisis económica provocada por la caída de la Unión Soviética. “Me sentí asustada porque yo soy madre”, precisa la mujer.

Sin embargo, esa protesta, la única masiva que enfrentó el gobierno cubano tras el triunfo de la revolución de 1959, apenas rebasó los límites de la costanera.

El importante dispositivo policial y militar que se observaba este lunes en varias ciudades del país, incluida no impidió que Jorge saliera a realizar su habitual paseo en monopatín por la ciudad.

“Estoy de acuerdo con las protestas porque tenemos que salir adelante. No hay otra manera”, opina el joven de 20 años, que prefirió no dar su apellido.

El pueblo “está cansado”

En una transmisión en directo en televisión y radio, el presidente acusó este lunes directamente a Estados Unidos de provocar las protestas, “con su política de asfixia económica” y también de alentarlas con el apoyo de sus “mercenarios”.

Pero algunos cubanos consideran que la magnitud de las protestas del domingo responde sobre todo al agotamiento por las largas filas que han tenido que hacer desde hace dos años para abastecerse de alimentos, y a no poder comprar un simple analgésico o enfrentar apagones de hasta seis horas.

“Hubo protestas por los medicamentos, porque no hay, no hay nada en el país”, opina la cantante Rodríguez, aunque reconoce el impacto del bloqueo de Estados Unidos, vigente desde 1962.

Para la moza de limpieza, Yamila Monte, de 54 años, el pueblo “está muy cansado”. “Nosotros lo que queremos es cambio, que bajen un poco los precios porque no tenemos sueldo que valga la pena”.

“Agresiones”

Monte está “contenta” con las manifestaciones y destaca que fue testigo de cómo la policía se llevó “una rastra [camión] llena de gente [manifestantes]” en la zona del Capitolio.

En otra de las protestas en la capital, realizada frente a la sede de la televisión estatal, jóvenes artistas fueron lanzados sobre un camión por los trabajadores de ese centro, después de un enfrentamiento a consignas que duró casi una hora, según constató la AFP.

Los cubanos rechazan en particular los actos vandálicos y la violencia de la víspera.

“He visto agresiones desde la policía al pueblo y del pueblo a la policía también, pero es que no entiendo por qué hay que agredir para defender tu derecho”, asegura Yudeiky Valverde, de 39 años, empleada en una escuela primaria.

“Las cosas [los problemas] en el país es cierto que no son fáciles, todos lo saben, pero no hay por qué recurrir a esas manifestaciones”, opina de su lado Uricel Alonso, un estudiante de economía de 18 años.

En el pequeño pueblo de San Antonio de los Baños, al suroeste de la capital y donde se registró la primera protesta, el presidente Díaz-Canel dio a los revolucionarios “la orden de combate” para enfrentar en la calle estas ‘provocaciones’”.

Y qué sucederá ahora. “Hay que esperar a ver qué pasa”, dice Valverde.