Rusia es la fuente de más del 40% de las importaciones de gas de Europa, y si dejara de suministrar gas, por las sanciones occidentales o por medidas de represalia, la factura energética de millones de hogares podría aumentar. (Foto: Getty Images)
Rusia es la fuente de más del 40% de las importaciones de gas de Europa, y si dejara de suministrar gas, por las sanciones occidentales o por medidas de represalia, la factura energética de millones de hogares podría aumentar. (Foto: Getty Images)

tiene más que perder que en su enfrentamiento con por la cuestión ucraniana, apuntan analistas, porque siempre es más complicado sancionar a un vecino que a un adversario que está en el otro lado del mundo.

“Es obvio que Europa está mucho más expuesta que Estados Unidos, porque la proximidad geográfica va acompañada de estrechos lazos económicos y de seguridad”, dijo Guntram Wolff, director del Instituto Bruegel, con sede en Bruselas.

A pesar de la imposición de sanciones europeas tras la anexión de Crimea en el 2014, Rusia sigue siendo el quinto mercado de exportación para la Unión Europea (UE), con 81,500 millones de euros (US$ 92,000 millones) de enero a noviembre del 2021.

Además, es el tercer proveedor del continente, por detrás de China y Estados Unidos, según Eurostat, con 142,000 millones de euros (US$ 160,300 millones) de mercancías en los 11 primeros meses del año pasado.

“Esta relación comercial nos importa”, reconoció la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en una conferencia del Foro Económico Mundial el 20 de enero, en un contexto de escalada de las tensiones entre Occidente y Rusia y mientras Moscú lanzaba maniobras militares a las puertas de Ucrania.

Pero la dirigente añadió que la relación “importa aún más a Rusia”: la UE es el mayor socio e inversor del país.

“Sancionarse a sí mismo”

“El margen de maniobra no es en absoluto el mismo para Europa” en comparación con Estados Unidos, observa Olivier Dorgans, abogado especializado en sanciones económicas, que señala el riesgo de “sancionarse a sí mismo”.

El ejemplo más claro es el de los hidrocarburos, posible objetivo de las sanciones contra Moscú en un contexto de precios al alza en plena temporada invernal.

Rusia es la fuente de más del 40% de las importaciones de gas de Europa, y si dejara de suministrar gas, por las sanciones occidentales o por medidas de represalia, la factura energética de millones de hogares podría aumentar.

“Hay reservas, pero estamos hablando de un consumo de algunas semanas”, dice Guntram Wolff. “Las reservas llegarían a cero y entonces sería muy complicado compensar el 100% de las importaciones de gas ruso con gas de Qatar u otros productores”, asegura.

Sin embargo, un alto responsable de la Casa Blanca dijo el martes que Occidente había tomado medidas para proteger los suministros de gas natural de Europa.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, recibirá el lunes 31 de enero al Emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, para intentar “garantizar la estabilidad del suministro energético internacional”, según la Casa Blanca.

El emirato del Golfo, el mayor exportador mundial de gas natural licuado, cuenta con enormes reservas de gas.

Sistema bancario internacional

El otro gran problema es el sector financiero ruso. Estados Unidos podría prohibir las transacciones en dólares, la principal moneda del mundo, o excluir a Moscú de la organización SWIFT, un sistema bancario internacional clave que incluye 300 bancos e instituciones rusas.

Las empresas que hacen negocios con Rusia se verían muy afectadas. Alemania, con fuertes vínculos económicos con Rusia, ha mostrado su hostilidad a la exclusión del sistema SWIFT, según una fuente diplomática de la UE.

“En lugar de sancionar a todos los bancos rusos, podríamos empezar por los más cercanos al círculo íntimo de Vladimir Putin, podríamos no tocar el sector del gas, demasiado importante para Europa, y empezar por el del petróleo”, dice el abogado Olivier Dorgans.

Sin embargo, según Andrew Kenningham, economista jefe para Europa de Capital Economics, las sanciones no son suficientes para desestabilizar la economía europea.

Su efecto en la eurozona sería “relativamente pequeño y corto” en comparación con los riesgos asociados a la pandemia.

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