El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, convocó una conferencia de alto nivel sobre ayuda a Afganistán en Ginebra el 13 de septiembre, informó su portavoz el viernes.
El país, bajo control de los talibanes después de 20 años de guerra, se enfrenta a una “inminente catástrofe humanitaria”, advirtió Stephane Dujarric.
“La conferencia abogará por un rápido aumento de la financiación para que las operaciones humanitarias que salvan vidas puedan continuar; y pedirá un acceso humanitario pleno y sin obstáculos para garantizar que los afganos sigan teniendo los servicios esenciales que necesitan”, dijo en un comunicado.
Dujarric llamó a proteger los avances en materia de desarrollo en el país, señalando que los derechos de la mujer son una parte “esencial” de la estabilidad futura de Afganistán.
Incluso antes de que los talibanes recuperaran el poder a mediados de agosto, Afganistán dependía en gran medida de la ayuda exterior: el 40% del PIB del país provenía de fondos extranjeros.
La ONU advirtió que 18 millones de personas en Afganistán se enfrentan a un desastre humanitario, y otros 18 millones podrían sumárseles rápidamente.
“Uno de cada tres afganos no sabe cuál será su próxima comida. Casi la mitad de todos los niños menores de cinco años se prevé que padecerán desnutrición aguda en los próximos 12 meses”, advirtió Dujarric.
Estados Unidos puso fin a su guerra en Afganistán el 30 de agosto, quince días después de la caída del gobierno afgano y de que Kabul pasara a manos de los talibanes.
Esos días estuvieron marcados por una frenética operación dirigida por Washington para evacuar a estadounidenses, extranjeros y afganos que huían del nuevo régimen.
Desde la retirada de las fuerzas de Estados Unidos, los talibanes han estado trabajando con Catar para que el aeropuerto de Kabul, crucial para hacer llegar la ayuda, vuelva a estar operativo.
El jueves, la ONU dijo que había reiniciado los vuelos humanitarios a algunas zonas del país, desde la capital de Pakistán, Islamabad, a Mazar-i-Sharif en el norte de Afganistán, y Kandahar en el sur.
La aerolínea de bandera del país, Ariana Afghan Airlines, reanudó los vuelos internos el viernes, mientras que Emiratos Árabes Unidos envió un avión que transportaba ayuda médica y alimentaria.