La economía de Afganistán, muy dependiente de la ayuda exterior en las casi dos décadas de ocupación estadounidense, está al borde del colapso desde que la llegada al poder de los talibanes motivase la suspensión de los fondos internacionales, incluido el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que paralizará parte de los logros económicos del país asiático.
La nación cumple este viernes cuatro días sin la presencia de tropas extranjeras y todavía no ha nombrado a los futuros dirigentes del país, una cuestión que empieza a preocupar a una población que arrastra severos problemas económicos causados por la décadas de guerra, la sequía y la COVID-19, entre otros.
A esto se suma la congelación total de las ayudas procedentes de la comunidad internacional, que suponían alrededor del 43% del producto interior bruto (PIB) del país, según los datos del Banco Mundial.
“La economía de Afganistán ha dependido en gran medida de las donaciones extranjeras, ya que la mayor parte del presupuesto nacional anual ha sido donado por países extranjeros en los últimos 20 años”, explicó a Efe el analista de asuntos económicos Nasir Ahmad Alokozai.
El economista precisó que, por ejemplo, el presupuesto nacional para 2021 fue de 473,000 millones de afganis (cerca de US$ 6,000 millones), de los cuales solo el 45% estaba previsto que procedieran de los ingresos nacionales y el resto vendrían de la comunidad de donantes.
Además, como síntoma de esta situación, “el ingreso anual total del gobierno afgano fue de 177,000 millones de afganis para 2020 (poco más de US$ 2,200 millones), aunque el objetivo de esos ingresos era de 208,000 millones de afganis (unos US$ 2,600 millones)”, precisó Alokozai.
LOS FONDOS INTERNACIONALES
Desde que el Banco Mundial inició en mayo de 2002 las operaciones de ayuda para Afganistán, se estima que el país ha destinado más de US$ 5,300 millones en proyectos para el desarrollo.
Las arcas del Banco Mundial para sanar la delicada economía del país lograron una sostenida mejora en los indicadores, ya que en tan solo una década, el crecimiento anual de la nación se mantuvo en una media del 9.4% entre 2003 y 2012, aunque luego se ralentizó al 2.5% entre 2015 y 2020.
Pero estas no han sido las únicas ayudas que ha recibido: el Gobierno de EEUU ha proporcionado unos US$ 36,300 millones para apoyar la gobernanza y el desarrollo económico y social en Afganistán desde 2002, según el último informe del Inspector General Especial para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR) del pasado 30 de julio.
En concreto, Washington invirtió US$ 4,602 millones en infraestructura; 3,618 millones en la gobernanza afgana; US$ 2,432 millones para garantizar la estabilidad del país y US$ 2,374 millones en agricultura, entre otros, detalla el documento.
El Banco Mundial también estimuló el sector agrícola de baja productividad, donde se concentra el 44% de la fuerza laboral del país y del que se estima que el 60% de los hogares afganos percibe algún tipo de ingreso.
Con el impacto de la pandemia en Afganistán, el FMI impulsó también la inversión en salud y en necesidades sociales.
LA GESTIÓN DE LA ECONOMÍA
Pese a que los talibanes pidieron el pasado martes un voto de confianza para seguir gozando de estos importantes fondos de la comunidad internacional, todavía sigue siendo un misterio cómo van a afrontar las deteriorada situación económica de Afganistán.
Los talibanes inician su andadura en el poder “casi sin dinero”, ya que la mayor parte se gastó en detener el avance de los rebeldes de estos últimos meses, indicó Alokozai.
Por lo tanto, la formación islamista “seguirá dependiendo en gran medida de las donaciones extranjeras para casi todo el presupuesto operativo y de desarrollo del Gobierno”, agregó.
Al no contar con un sistema de recaudación de ingresos ni, por ahora, con la ayuda internacional, los insurgentes “tendrán serios problemas financieros para mantener activos los servicios públicos y mantener en funcionamiento los sistemas de salud, educación y otros servicios públicos”, llevándose así la peor parte el pueblo afgano, explicó.
Aunque Emiratos Árabes Unidos, Qatar o China parecen haber mostrado interés en contribuir a la reconstrucción del país con los islamistas en el poder, “la asistencia de estos países ayudará a parte de la economía afgana, pero no a gestionarla en absoluto”, precisó el economista.
“Afganistán seguirá siendo un país en crisis financiera y su economía se hundirá aún más en el futuro y la pobreza seguramente aumentará, en ausencia de acciones concretas de la comunidad internacional para salvar” el país, concluyó.