Con melena de neón y piel perfecta, Bangkok Naughty Boo integra la nueva generación de influencers en Asia que prometen permanecer de por vida jóvenes, a la moda y sin escándalos. En parte, porque han sido generados por ordenador.
Difuminando los límites entre fantasía y realidad, estas estrellas virtuales son enormemente populares entre los adolescentes de la región y su influencia va a crecer a medida que aumenta el interés por el “metaverso”, dicen los expertos de la industria.
“Tengo 17 años para siempre, soy no-binario, con el sueño de convertirme en una estrella de pop”, asegura Bangkok Naughty Boo.
Creado por el diseñador de moda Adisak Jirasakkasem y sus amigos, el personaje es parte de la tribu de influencers virtuales “Made in Tailandia” emergido debido a la pandemia.
Otra es Ai-Ailynn, que debutó en setiembre ante las frustraciones de su agencia por las “limitaciones de los influentes humanos” durante los confinamientos del COVID-19. Los influencers virtuales “son aptos para la nueva normalidad”, dijo la agencia SIA Bangkok.
Por todo el mundo, las creaciones de inteligencia artificial están ganando su espacio en el lucrativo mercado de los influencers digitales, que puede alcanzar un valor de US$ 13,800 millones en el 2021, según la plataforma de datos Statista.
Los analistas de esta industria señalan que en la próxima década el mayor desarrollo se experimentará en Asia.
“Creemos que Asia será un área de rápido crecimiento en el sector de los influencers virtuales”, explica Nick Baklanov, especialista de marketing en Hype Auditor.
“La generación Z (entendida desde mitad de 1990 a mitad de los 2000, ndlr) es el mayor grupo de usuarios de internet en Asia, y es una generación con destrezas digitales y muy familiarizada con las redes sociales”, agrega.
“Primeros habitantes del metaverso”
El número de influencers virtuales se ha más que triplicado en dos años y se sitúa en 130, asegura Baklanov, que intuye un auge de la industria gracias a la inversión de Facebook en el metaverso, una versión de realidad virtual de internet.
“Los influencers virtuales están mejor preparados para el papel de ser los primeros habitantes del metaverso que ningún otro”, considera.
El personaje virtual que supuestamente genera mayores ingresos es Lil Miquela, una “atractiva chica robot” creada en Los Ángeles y que ha trabajado para marcas como Prada o Calvin Klein. Se estima que gana US$ 7,000 con cada publicación.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) fichó a Knox Frost, un joven virtual de 21 años de Atlanta, para difundir mensajes sobre el coronavirus a sus 700,000 seguidores.
En Asia, las estrellas musicales generadas por ordenador como Hatsune Miku en Japón, Luo Tianyi en China o los grupos de pop coreano Eternity o K/DA allanaron el camino para estas nuevas personalidades virtuales.
Para crear a Bangkok Naughty Boo, Adisak fotografía modelos en diferentes ubicaciones de la capital tailandesa y después fusiona sus cuerpos con un rostro generado por ordenador.
Bangkok Naughty Boo ya ha firmado con una importante agencia de modelos humanos en Tailandia. Su congénere digital, Ai-Ailynn, será el rostro de un destacado operador móvil.
“Los influencers atesoran más poder en Oriente y ofrecen oportunidades más lucrativas, ya que los conceptos de ídolo y fan están más arraigados en la cultura”, dijo Saisangeeth Daswani, analista de la industria de la moda y la belleza en la consultoría de mercados Stylus.
Sin escándalos
Otra ventaja de estos avatares ficticios es que son fáciles de controlar, no esconden pasados problemáticos, ni generarán escándalos políticos o reputacionales para la marca, algo importante ante países como China, cuyas autoridades quieren acotar la influencia de estrellas pop y de internet.
“Algunas marcas disfrutan la seguridad de asociarse con influencers virtuales que tienen un pasado y un futuro predefinidos”, dice Christopher Travers, fundador de la web Virtual Humans, que estudia la industria.
Los influencers virtuales “no hacen comentarios políticos ni están inmersos en escándalos sexuales”, explica Chen May Yee, director de Wunderman Thompson Intelligence para Asia-Pacífico.
Aunque algunos influencers de carne y hueso recelan de esta tendencia, la tailandesa Mutchima Wachirakomain les da la bienvenida.
“Son muy simpáticos”, exclama la chica de 25 años, que comparte posados de moda sin filtros ni maquillaje con sus 21,000 seguidores de Instagram.
“La gente todavía busca autenticidad, lo verdadero de un influente real. Los personajes no pueden reemplazar las conexiones íntimas que los humanos tienen”, explica mientras se prepara para una sesión en una cafetería de Bangkok.
Pero Bangkok Naughty Boo toma el desafío. En su Instagram publica imágenes posando ante paisajes urbanos, pero también escenas cotidianas recibiendo la vacuna antiCOVID o derramando un té. “Espero poder conocerlos en persona un día. ¡Los quiero!”, dijo.