
Cuando los colombianos dicen que el presidente Gustavo Petro hizo un “pacto con el diablo” para llegar al poder, suelen referirse a su exjefe de campaña y actual ministro del Interior, Armando Benedetti.
En las últimas dos décadas, Benedetti ha atravesado todo el espectro de la política colombiana. También se ha visto envuelto en una serie de escándalos, desde acusaciones de compra de votos hasta financiamiento ilegal de campañas y enriquecimiento ilícito. Aun así, Petro se ha mantenido leal a él, incluso después de que su nombramiento en el gabinete este año provocara la renuncia de otros ministros en señal de protesta.
La razón de esa lealtad es evidente: Benedetti gana elecciones y logra que el Congreso apruebe leyes. Fue el estratega principal detrás de la victoria de Petro en 2022 y podría ser clave para determinar si la izquierda colombiana prospera o se derrumba en las elecciones del próximo año.
“Vamos a ver qué tanta magia se puede hacer”, dijo Benedetti a los periodistas el mes pasado, cuando le preguntaron si lograría que los legisladores respaldaran un controvertido proyecto de ley de reforma a la salud en los últimos meses del gobierno de Petro.
A pesar de los múltiples escándalos e investigaciones, Benedetti nunca ha sido condenado por ningún delito y niega cualquier irregularidad.
Petro no puede postularse en 2026, y el mercado bursátil colombiano ha subido 64% en dólares este año, el mejor desempeño del continente. Los inversores apuestan a que los candidatos proempresa ganarán las elecciones el próximo año. Sin embargo, el dominio de Benedetti en el turbio mundo de la política colombiana podría marcar la diferencia que permita al movimiento de Petro sorprender con una victoria.
Su capacidad para movilizar votos a través de una red de líderes políticos regionales podría aumentar el apoyo al candidato de Petro en cuatro o cinco puntos porcentuales, según Gabriel Cifuentes, analista político de Greystone Consulting Group. Combinado con la base actual del presidente, ese impulso podría elevar el respaldo total a alrededor de 40%, suficiente para asegurar un lugar en la segunda vuelta, añadió Cifuentes.
Muchos de los seguidores de Petro desconfían de las personas con las que Benedetti se relaciona, a las que consideran movidas más por el poder y la riqueza que por la ideología.
“Los que no ven algo en mí es porque se les olvidó todo lo que yo hice en la campaña de 2022”, dijo Benedetti a Bloomberg News en agosto durante una entrevista en el Ministerio del Interior. “Entonces por celos y por envidia, hay un sector de la izquierda que me ataca fuertemente, olvidando lo que yo había hecho”.

Con su pendiente y el pecho tatuado, Benedetti rompe el molde de la clase política colombiana. Fue parte de la coalición del derechista Álvaro Uribe, que lideró una gran ofensiva militar contra las guerrillas marxistas. Luego apoyó a Juan Manuel Santos, quien negoció la paz con esos mismos rebeldes. Ahora está aliado con Petro, un exguerrillero, que está en el extremo opuesto del espectro ideológico en el que Benedetti se encontraba hace dos décadas.
Durante ese tiempo también cambió de partido varias veces: del Liberal al Partido de la U y luego al Pacto Histórico de Petro. Al ser consultado sobre su costumbre de cambiar de bando, Benedetti bromeó comparándose con el astro brasileño Neymar.
“Neymar no se la pasa llamando a los clubes para que para poder jugar, sino que los clubes llaman a Neymar para poder jugar”, dijo.
Conexiones de poder
Una de las principales debilidades de Petro cuando perdió las presidenciales en 2010 y 2018 fue su falta de “maquinaria política”, el término que los colombianos usan para describir a los operadores capaces de movilizar grandes masas de votantes.
Eso fue precisamente lo que Benedetti aportó con su formidable red de jefes políticos, especialmente en la región de la Costa Caribe donde nació, la cual concentra más de una quinta parte del electorado del país.
Con Benedetti moviendo esos hilos, Petro ganó por estrecho margen la segunda vuelta en 2022 con 50.4% de los votos, y probablemente habría perdido sin su ayuda.
Tras la elección, Petro lo designó embajador en Caracas. Aun así, menos de un año después, Benedetti estaba en el centro del primer gran escándalo del gobierno, cuando la revista Semana publicó grabaciones de llamadas telefónicas llenas de insultos en las que parecía sugerir que la campaña había violado leyes de gasto. También amenazó con revelar las fuentes de financiación de la campaña, y dijo que otros irían a la cárcel si decía lo que sabía. Esto alimentó la sospecha de que pudo haber cruzado algunos límites para llevar a Petro al Palacio de Nariño.

Más tarde se retractó, afirmando en redes sociales que la “rabia y licor” habían motivado sus exabruptos. Ha reconocido públicamente su consumo de drogas ilegales y su excesiva ingesta de alcohol, por lo que buscó tratamiento en un centro de rehabilitación.
Después de su paso por Caracas, Petro lo nombró representante de Colombia ante la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Roma. Pero su regreso a la política nacional, cuando Petro lo designó en la cartera de Interior, provocó uno de los momentos más tensos del gobierno.
Durante el primer gabinete de ministros transmitido en televisión nacional en febrero, poco después de su nombramiento, la vicepresidenta Francia Márquez criticó su presencia en el equipo de gobierno. La ministra de Ambiente, Susana Muhamad, soltó unas lágrimas al unirse a las críticas.
“Como feminista y como mujer no me puedo sentar en el Gabinete con Armando Benedetti”, dijo, en aparente referencia a una denuncia de violencia doméstica presentada contra él.
Benedetti se dedicó a mirar su teléfono mientras sus colegas lo denunciaban. Muhamad renunció pocos días después.
La semana pasada, el ministro de Justicia, Eduardo Montealegre, acusó a Benedetti de corrupción y le dijo que estaba destinado a la cárcel, según chats de WhatsApp filtrados por W Radio. Ambos confirmaron el contenido de la conversación.
Mientras tanto, en el Congreso, Benedetti ha sido clave para lograr que los legisladores apoyen las iniciativas sociales de Petro, incluido un proyecto ley que reforma la regulación laboral que amplía derechos como el pago de horas extras. En sus meses finales, el gobierno impulsa ahora los mayores aumentos de impuestos a los ricos en la historia de Colombia, desafiando a los empresarios que advierten sobre la pérdida de empleos. También hace lobby para reformar el sistema de salud, en el que busca ampliar el papel del Estado en la prestación de servicios.
Benedetti enfrenta varias investigaciones penales en curso, entre ellas por enriquecimiento ilícito, financiación irregular de campañas y supuesta participación en un esquema de compra de votos.
“A Benedetti le gusta estar metido en el barril de los puercos”, dijo el analista político bogotano Pedro Viveros, usando el término estadounidense “pork barrel”, para referirse a la negociación política transaccional. “A todo el que llegue al poder, le toca negociar con la clase política, y en esas negociaciones políticas que son rudas y crudas, para eso sirve Armando Benedetti”.
El propio Benedetti afirma que Petro confía en él “porque soy muy directo y sincero”.
Acusado por un usuario de TikTok de corrupción tras ser fotografiado con un reloj Patek Philippe de US$ 180,000, Benedetti respondió que no hay que andar con zapatos baratos para defender a los pobres; que el reloj costó solo € 100,000 (US$ 118,000) y que, en todo caso, podría ser falso.
En la entrevista de agosto, Benedetti contó que cuando va al Country Club de su natal Barranquilla, los caddies lo saludan con afecto mientras los golfistas ricos lo ignoran. Ahora que está con Petro, su hijo sufre acoso en la escuela, añadió.
“El único gobierno de izquierda que ha habido en los últimos 215 años, es el de Petro”, dijo Benedetti. “Entonces, la derecha le echa la culpa de todo lo malo que ha pasado en el país. Hablan como si hubiéramos estado en Suiza”.