Numerosas personas que sufrieron el COVID-19 siguen sintiendo secuelas como fatiga o sofoco un año después de pasar la enfermedad, desveló un estudio chino sobre los efectos a largo plazo de la pandemia.
“Alrededor de la mitad” de los pacientes salidos del hospital “sufren al menos un síntoma persistente (el más habitual es la fatiga o la debilidad muscular) y un paciente de cada tres todavía padece ahogos” doce meses después, señala el artículo publicado este viernes en la revista británica The Lancet.
Estas proporciones son todavía más elevadas entre los pacientes afectados por una forma severa del COVID-19 y que pasaron por las unidades de cuidados intensivos.
La investigación se basó en un chequeo médico realizado a casi 1,300 personas salidas entre enero y mayo del 2020 de un hospital de Wuhan, la primera ciudad afectada por la pandemia.
Estos datos se compararon con los recogidos a los seis meses de que estos pacientes salieran del hospital.
“La proporción de pacientes con al menos un síntoma o secuela disminuyó del 68% después de seis meses, a 49% después de doce”, indicaron los investigadores.
Por contra, la proporción de pacientes con disnea (problemas respiratorios) “aumentó ligeramente” del 26% al 30%.
Además, el conjunto de pacientes que presentaban una disminución de capacidad de difusión pulmonar no mostró ninguna mejora en este periodo.
El estudio advierte de un aumento del número de pacientes con ansiedad o depresión, del 23% al 26%.
Los autores señalan que las mujeres son un 43% más proclives a sufrir fatiga o debilidad muscular persistente, y dos veces más propensas a padecer ansiedad o depresión.
A pesar de estas secuelas, el estudio señala que un 88% de los enfermos de COVID que trabajaban al ser contagiados han podido retomar sus ocupaciones un año después.
Este estudio, el primero con un año de perspectiva, se suma a otras investigaciones recientes que instan a las autoridades sanitarias a “prepararse para respaldar a largo plazo” a los pacientes de COVID-19.
“El covid persistente es un desafío médico de primer orden”, advierte The Lancet en un editorial junto a este estudio.