La política española empieza en Madrid después de las elecciones regionales celebradas este martes que dejan tres grandes titulares: la contundente victoria del conservador Partido Popular (PP), el fracaso de Partido Socialista (PSOE) y la decisión del exvicepresidente del Gobierno español y líder de Unidas Podemos (UP), Pablo Iglesias, de abandonar la política.
Nunca antes unos comicios regionales habían tenido tanta presencia nacional y tampoco tanta repercusión como estos, surgidos inesperadamente de un intento de moción de censura al Partido Popular de Murcia (sureste), que fracasó, pero que tuvo su principal consecuencia en Madrid.
No es que el PP se hubiera planteado estas elecciones en tono nacional, más bien ese era el camino que ya había optado la presidenta regional madrileña, Isabel Díaz Ayuso, hace tiempo, concretamente durante los meses más duros de gestión de la pandemia, cuando en España imperaban los cierres perimetrales, los toques de queda y la hostelería cargaba con todo el peso de los contagios.
Sánchez vs Ayuso
La política conservadora hizo entonces de su gestión sanitaria su principal programa electoral, permitiendo la apertura de la hostelería, los comercios, teatros y cines y el turismo, en contra de las medidas aconsejadas por el Gobierno de Pedro Sánchez.
Desde entonces el Partido Popular ha leído el resultado de las urnas madrileñas en clave de castigo a Sánchez, y Díaz Ayuso ha reivindicado que su proyecto trasciende las siglas de su partido, aunque la incógnita de ese modelo es exportable al resto del España.
En cualquier caso Díaz Ayuso ha pasada en dos años de ser prácticamente una desconocida a convertirse en el principal baluarte del partido de Pablo Casado, quien apostó por ella como candidata a dirigir la Comunidad de Madrid.
Sobre la presidenta madrileña recaen ahora las aspiraciones de Casado de devolver a España un Gobierno conservador, después de la salida del expresidente Mariano Rajoy tras la moción de censura que llevó a Sánchez al poder.
La victoria de Díaz Ayuso llega además en un momento en el que el PP intenta limpiarse las manchas de la corrupción que anteriores dirigentes dejaron en el partido y que siguen afectando a la actual ejecutiva.
Habrá también que ver cómo afecta las relaciones en Madrid con la ultraderecha de Vox, con quien Casado ha querido cortar relaciones a nivel nacional, pero que apoyará al Partido Popular madrileño.
Iglesias, de la gloria al infierno
Pero la decisión de Pablo Iglesias es sin duda el mayor ejemplo que de la repercusión a nivel nacional de estos comicios regionales.
El icónico líder de Unidas Podemos había apostado fuerte por esta candidatura en un intento por recuperar el espacio perdido por su formación en otras regiones españolas, y para ello había renunciado a su cargo de vicepresidente en el Gobierno de coalición con los socialistas.
Su objetivo, y lema, para esta campaña evitar que la derecha siguiera controlando el feudo madrileño, pero también, y fundamentalmente el ascenso de la ultraderecha. Nada de eso se ha dado y hoy anunció que deja la política.
También abandona el cargo como secretario general de su partido, que se tendrá que enfrentar ahora a una renovación, probablemente encabezada por la ministra de Trabajo, la comunista Yolanda Díaz, como su relevo.
Y si ha sufrido Unidas Podemos, que ha mejorado su representación en tres escaños, el revés ha sido monumental para el PSOE y su candidato Ángel Gabilondo, que se deja trece en estos comicios.
No solo le iguala en escaños Más Madrid, con su candidata Mónica García como segunda triunfadora del día, sino que le supera en votos, cumpliendo así el sueño nunca alcanzado de Iglesias y de su entonces socio Íñigo Errejón cuando fundaron Podemos.
Ciudadanos desaparece de Madrid
Los liberales de Ciudadanos confirman su caída libre -tras su también histórico fracaso en las elecciones de Cataluña- al desaparecer del Parlamento regional de Madrid después de haber sido la tercera fuerza madrileña y haber compartido gobierno con el Partido Popular.
La formación queda muy tocada, aunque su candidato Edmundo Bal, tras asumir la derrota, expresó su determinación, en su caso desde el Congreso español, y la de su partido, a seguir trabajando para que el espacio de centro tenga su hueco en la política española y sea “el antídoto frente a los extremismos”.
Muy tocado se queda también el liderazgo a nivel nacional de Inés Arrimadas, aunque la dirección del partido apuestan por su continuidad al mando del proyecto y aseguran que nadie va a dimitir porque “Madrid no es España”.