Enemigo número 1 del Kremlin, Alexéi Navalni ha sido envenenado, encarcelado y le han prohibido su movimiento. Pero, desde su celda, el opositor ruso continúa su lucha contra Vladimir Putin.
Navalni, de 45 años, ha pasado un “annus horribilis”, pero al menos esto le habrá valido el premio Sájarov de defensa de los derechos humanos y de la libertad de pensamiento, otorgado por el Parlamento Europeo.
“Ha combatido sin respiro la corrupción del régimen de Vladimir Putin. Esto le ha costado la libertad y casi su vida”, indicó en Twitter el presidente de esa institución, David Sassoli.
En una década, este exabogado ruso, rubio y fotogénico, se ha convertido en el principal opositor de Vladimir Putin y de su “partido de ladrones y estafadores”, como él se refiere a la formación política del presidente ruso, Rusia Unida.
En los últimos años, sus compañeros de lucha se han visto obligados a exiliarse, fueron silenciados o, como en el caso del opositor Boris Nemtsov, asesinado.
Ignorado por los medios oficiales y sin representación en el Parlamento, Navalni logró notoriedad en las redes con sus videos de investigación, en los que critica la corrupción de las élites y de Putin, su caballo de batalla.
Sus videos, que empiezan con el incansable “Hola, soy Navalni”, denuncian el alcance de la corrupción en Rusia.
Fue al cabo de una de estas investigaciones que el opositor fue envenenado en agosto del 2020, en Tomsk (Siberia).
Allí comenzó su calvario médico y, posteriormente, judicial, que se saldó con su condena a dos años y medio de prisión en febrero del 2021 a raíz de un opaco caso de fraude.
A partir de ese caso, las autoridades empezaron a apretarle las tuercas a los medios independientes y a los detractores del Kremlin. Antes de las legislativas de setiembre, la red de Navalni, clasificada de “extremista”, fue desmantelada.
Y aunque nunca se le haya permitido desafiar a Putin en las urnas, Navalni se ha impuesto como su principal rival.
Se dio a conocer al organizar, en el 2011 y 2012, unas multitudinarias protestas a las que asistieron miles de personas. En el 2013, quedó segundo en las elecciones municipales de Moscú, por detrás de un político cercano al presidente ruso.
Humor mordaz
Incluso desde su celda, el opositor sigue siendo la espina clavada en el costado del presidente Putin, que evita pronunciar su nombre.
Desde la cárcel, intenta mantener el ánimo de sus simpatizantes bien alto. “No se preocupen”, declaró Navalni en Instagram en septiembre. “Estaré libre, como muy tarde, en la primavera del 2051″.
Para las legislativas de setiembre del 2021, Navalni defendió un “voto inteligente”, una estrategia que consiste en apoyar a los candidatos mejor situados para derrotar a los del poder.
Sus aliados aseguraron que fue un éxito y que las autoridades tuvieron que falsificar los resultados de los comicios de Moscú para salvar a sus acólitos.
Tanto para la oposición como para numerosos países occidentales, el envenenamiento y el encarcelamiento de Alexéi Navalni marcaron un giro. Desde entonces, el Kremlin ya no tolera ninguna crítica.
Según ellos, todo lleva a pensar que los servicios de seguridad quisieron eliminarlo.
Navalni, que acusa al propio Putin de haber ordenado su muerte, sobrevivió por poco.
Los laboratorios europeos identificaron un agente químico militar soviético parecido al Novichok.
El Kremlin niega cualquier implicación y denuncia que el opositor padece “manía persecutoria”.
Pasado nacionalista
Pero, para sus simpatizantes, Navalni es un héroe.
Tras haber permanecido ingresado cinco meses en Alemania, regresó a Rusia el 17 de enero, pese a que sabía que lo iban a detener, algo que las autoridades hicieron en cuanto pisó territorio ruso.
Desde entonces, ha instado a los rusos a “no tener miedo” y ha publicado una investigación en la que afirma que los ricos amigos de Putin le construyeron un fastuoso palacio a orillas del mar Negro.
El presidente Putin tuvo que desmentir las acusaciones por televisión, algo excepcional, pues el video de Navalni fue visionado millones de veces en YouTube.
Decenas de miles de personas se manifestaron para reclamar la liberación del opositor, pero la policía reprimió rápidamente el movimiento.
Con todo, Navalni continúa publicando mensajes en las redes sociales, a través de sus allegados y familiares, donde relata con ironía su día a día en la colonia penitenciaria de Pokrov.
También hizo una huelga de hambre de 24 días para protestar contra sus condiciones de detención.
Sondeo tras sondeo, Alexéi Navalni continúa perfilándose como una figura controvertida en Rusia, donde tiene una popularidad limitada.
El opositor, por otro lado, durante un tiempo flirteó con un nacionalismo de tintes racistas, sobre el que nunca se ha explicado realmente.