(Foto: AFP)
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En el "Davos del desierto" saudita, algunos participantes mantienen un perfil bajo, y hasta parecen recelosos por su presencia en Riad, donde los nubarrones del asesinato, hace un año, de Jamal Khashoggi aún no se han disipado por completo.

Este periodista saudita crítico con el poder fue asesinado y descuartizado en el consulado saudita en Estambul el 2 de octubre del 2018, lo que provocó un boicot masivo de participantes occidentales a la edición 2018 del Future Investment Initiative (FII).

Este año, miles de delegados provenientes de más de una treintena de países llegaron a Riad para la tercera edición del FII y el ambiente contrasta con el del año pasado, cuando el hotel Ritz-Carlton de la capital saudita estuvo ocupado sobre todo por delegados árabes.

Pero en los pasillos de este palacete, con techos decorados con frescos y candelabros deslumbrantes, que alberga el evento, algunos de los participantes prefieren no ser identificados.

El asesinato de Khashoggi, cuya responsabilidad fue más tarde reconocida por Riad, obligó a las empresas a buscar un punto de equilibrio entre tratar con Arabia Saudita y cuidar su reputación.

En esta edición, muchos delegados rechazan ser citados por los medios de prensa. Algunos buscan escapar de los radares, mostrando el dorso de sus identificaciones o escondiéndolas detrás de la corbata. Otros vacilan antes de entregar su tarjeta de presentación a los periodistas.

“Es correcto volver”

Los organizadores sauditas también limitaron el contacto de los medios con los delegados, y prohibieron a aquellos que portan cámaras acceder a la sesión plenaria principal y a una cena de gala.

"La amenaza de sanciones que pesaba sobre Arabia Saudita a causa de su historial en materia de derechos humanos, ya no es tal, pero el riesgo para su reputación aún se mantiene", señala Ryan Bohl, del centro de asesoramiento estadounidense Stratfor.

"La mayoría de las empresas decidieron correr este riesgo, y aquellas que no quisieron se mantuvieron aparte", señala.

"Los más notorios son aquellos que vinieron a la primera edición (en el 2017), boicotearon la segunda y ahora están de vuelta", señala un responsable de finanzas estadounidense, quien solicitó el anonimato.

"Es como si brindaran su garantía a otros diciéndoles: es correcto volver a Arabia Saudita", añade.

Se refiere en particular a Larry Fink, CEO de la sociedad de gestión de activos Blackrock, y a Stephen Schwarzman, director de la empresa de inversiones Blackstone, quienes participaron en grupos de trabajo de expertos encargados de promover las reformas sauditas emprendidas por el príncipe heredero, Mohamed bin Salmán.

Por su parte, KPMG, peso pesado del sector de la auditoría, envió este año a 25 ejecutivos, contra sólo cinco el pasado, indica a la AFP uno de sus responsables.

“Potencial enorme”

Numerosos participantes en el FII son financieros de al acecho de la entrada en bolsa de Aramco, el gigante petrolero saudita, considerado la empresa más rentable del mundo.

"Hay un potencial enorme", dice un ejecutivo de un grupo fabricante de equipamientos técnicos con sede en Singapur. "Es Arabia Saudita y es Aramco, y no hay nada más grande", resume.

Sin embargo, los grandes nombres de la tecnología y el entretenimiento, sectores clave para la diversificación de la economía saudita, están ausentes, al igual que las empresas mediáticas que patrocinaron o moderaron grupos de discusión en años anteriores.

No obstante, para quienes buscan nuevos contratos, la cuestión de la imagen parece algo secundario.

"¿Riesgo para la reputación? ¡No!", afirma Christian Giannini del grupo inversor europeo 01 Ventures, especializado en el sector de la tecnología.

Su empresa recibió al margen del FII una autorización para crear un enorme fondo de inversión en Arabia Saudita.

Este foro, que dura tres días, testimonia la voluntad del reino de no depender exclusivamente del petróleo.

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