Escocia investiga la obtención de hidrógeno a partir de residuos orgánicos en su apuesta por el abandono de los combustibles fósiles, y una fuente de energía que se considera capital en una transición energética en la que la región británica, por su orografía y recursos naturales, tendrá un papel central.
Más del 70 % de las emisiones de gases efecto invernadero por la actividad humana son dióxido de carbono (C02), según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), por lo que el hidrógeno se observa como un actor sustancial en la descarbonización para 2050.
“Es un vector energético, es decir, puede almacenar energía”, explica a EFE la investigadora y profesora de Ingeniería Química Raffaella Ocone, quien experimenta su extracción de residuos orgánicos en la Universidad Heriot-Watt en Edimburgo.
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Con gran presencia en la naturaleza, como en el agua, su problema es “que está oxidado” señala Ocone, por lo que “tenemos que extraerlo en estado puro.”
Dependiendo del tipo de energía utilizada para su obtención -de origen natural o no- será limpio (verde) o, por el contrario, generará gases (gris), que pueden ser capturados (azul).
El Gobierno escocés apuesta por él en su paulatino abandono de los combustibles fósiles, de importancia en su economía al generar £12.300 millones (€14.000 millones) de su PIB en 2021 y cerca de 90,000 empleos en la región, según datos oficiales.
El plan de acción estima que “la producción doméstica de petróleo y gas llegará a su fin en veinte años” en el mar del Norte sin acción alguna, explicó el secretario de Energía y Transporte, Michael Matheson, ante el Parlamento regional.
Las metas escocesas son generar 5 gigavatios (GW) de hidrógeno renovable (verde) o bajo en carbono (azul) en 2030, y unos ambiciosos 25 GW con más de 300,000 empleos para 2045.
La orografía hace a Escocia única para ello. Además, gracias también a la energía eólica y mareomotriz, se posicionaría como exportadora a Europa, según proyecciones gubernamentales, pudiendo generar hasta £25,000 millones (€28.300 millones al año) al año en 2045.
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Abordar las expectativas
“Creo que podemos alcanzar las expectativas produciendo hidrógeno verde y azul a gran escala”, afirma la profesora Ocone, quién lidera un gran proyecto pionero de tres años de un £1 millón (€1.13 millones), en asociación con la petrolera malasia Petronas, para obtenerlo vía biomasa, una opción apenas desarrollada.
El laboratorio de Ocone utiliza “residuos orgánicos”, y mediante la pirólisis (la descomposición química de materia orgánica) se “queman con ausencia de oxígeno”, algo que en Escocia podría provenir “de la industria del whisky”, señala la experta.
En el proceso, “seguimos obteniendo algo de C02″ que se “captura y almacena, por lo tanto no se emite a la atmósfera”, agrega la científica italiana doctorada en Princeton.
“Hay biomasas que son mejores que otras”, añade. Por ello, la materia prima es importante; después, el hidrógeno “viene con otros gases”, lo que hace necesarias técnicas para su separación.
El hidrógeno trae desafíos intrínsecos: “Tiene muy poca energía”, explica Ocone, y por ello “hay que almacenar gran cantidad y ponerlo bajo muy alta presión y bajas temperaturas”, lo que dificulta su almacenaje y transporte.
“También investigamos cómo el hidrógeno se comporta cuando se almacena bajo capas (como cavernas de sal), ya que hay que “asegurarse de que no se escapa a ningún sitio.”
Ante los retos que el hidrógeno supone, la profesora Ocone señala la importancia de los inversores, y también se muestra convencida de que “este es el camino hacia la transición energética” y recuerda la necesidad de “actuar rápido, el ritmo es muy importante para conseguir hidrógeno de primer nivel”.
Fuente: Agencia EFE
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