El autocuidado, implementado como estrategia de salud pública, puede contribuir a la sostenibilidad de los sistemas sanitarios de América Latina y ahorrar más de US$ 3,000 millones que podrían usarse en la atención de la pandemia de COVID-19, según expertos.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el autocuidado debe ser parte de cualquier política de salud pública, generando una economía sostenible y aliviando los sistemas de salud, generalmente sobrecargados.
Un estudio de la Industria Latinoamericana de Autocuidado Responsable (ILAR) hecho en cinco países de la región concluyó que si la administración de medicamentos de venta libre -aquellos usados para el tratamiento de enfermedades leves- fuera más amplia, los sistemas de salud pública se ahorrarían millones de dólares.
La investigación, llevada a cabo en Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México, mostró que en esos países el tratamiento de cuatro enfermedades leves (diarrea, candidiasis vaginal, dolor lumbar y resfriado), por cada dólar utilizado en medicamentos de venta libre la salud pública economizaría en promedio siete dólares.
El ahorro sería de dos dólares en Brasil; de 7.6 en Argentina; 3.9 en Colombia; 10.5 en México, y 2.2 en Chile.
El estudio de ILAR hace énfasis en que con el autocuidado el paciente, además de poder contar con la orientación de un farmacéutico u otro profesional de la salud, está utilizando medicamentos que no requieren receta médica debido a su efectividad comprobada.
Pacientes informados
La directora ejecutiva de la Federación Centroamericana de Laboratorios Farmacéuticos (Fedefarma), Victoria Brenes, dijo a Efe que “para que el consumo de los medicamentos de venta libre se realice de forma consciente y segura, el paciente tiene que estar bien informado porque va a ejercer su derecho de decisión”.
“El profesional más adecuado para guiar a estos pacientes es el farmaceuta”, explicó Brenes al insistir en que hay que diferenciar el autocuidado de la autoprescripción, que es la práctica incorrecta de comprar y usar medicamentos que solamente pueden ser recetados por un médico.
La directora de Fedefarma, entidad con sede en Guatemala, explicó que el autocuidado se basa en siete pilares: “información; conciencia de las condiciones propias físicas y mentales; ejercicio físico; dieta saludable; evitar actitudes de riesgo ligadas al tabaco y el licor; buenos hábitos de higiene, y uso consciente de los productos de venta libre”.
Para Brenes, el autocuidado contribuye a la estrategia dictada por la OMS para que toda la población tenga mejor acceso a la salud y, entre otros aspectos, posibilita tratamientos con productos que han demostrado su eficacia a lo largo de muchos años.
Entre los beneficios del autocuidado están “un menor número de consultas por afecciones simples o no graves que alivia la presión en los servicios de salud, el aumento de la productividad de la población, la autonomía de los pacientes y la retribución en las inversiones para los pagadores, ya sean los gobiernos o los planes de salud privado”, agregó.
Cambio de paradigma
Para el director general de la ILAR, Juan Thompson, “se requiere un cambio de paradigma porque la salud siempre fue vista como una actividad de servicios para proveer a las personas y no como una actividad para empoderarlas sobre el uso adecuado de la información para administrar su propia salud”.
“Con la pandemia de COVID-19 ha quedado claro que se requiere un cambio de paradigma en los servicios de salud que colapsaron por el impacto económico. Es importante entender ese impacto que hoy tiene el tratamiento de condiciones simples que no necesitan de la atención en el sistema público de salud y que pueden ser resueltas por medicamentos de venta libre”, dijo.
Thompson se refirió a un estudio realizado el año pasado que reveló que “el 95% de las personas en América Latina se consideran cuidadosas con su propia salud, por lo que asumimos que el autocuidado hace parte de nuestra cultura y que está relacionado con algo un poco más complejo que es la alfabetización en salud”.
Se refirió a esto como “el proceso de educación mediante el cual la persona puede recibir diferentes herramientas que la lleven a tomar decisiones conscientes y responsables sobre el uso de sus medicamentos”.
Automedicarse y autoprescribirse
Cuando se habla de automedicación y autoprescripción suelen relacionarse los dos conceptos. Sin embargo, es importante entender sus diferencias pues son dos prácticas distintas.
Según Carlos Fernández Newball, asesor médico de Bayer en Colombia, es importante que la gente atienda las recomendaciones de los médicos y de los gobiernos para, por ejemplo, evitar la diseminación de la pandemia.
Fernández explicó que una cosa es autocuidarse y otra muy distinta es automedicarse o autoprescibirse, que es la manipulación indebida de medicamentos que solo pueden ser adquiridos bajo receta médica y cuyo uso puede tener consecuencias para la salud si no son prescritos por un especialista.
“La autoprescripción en Colombia se ha convertido en un grave problema debido al alto índice de personas que la practican. Por lo general, los individuos se autoprescriben porque no están inscritos en algún sistema de salud o porque quieren evitar los tiempos de espera en hospitales y ahorrarse el valor de la consulta” agregó Fernández.