(Foto: Reuters)
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interfirió en las elecciones del 2016 y podría tratar de hacerlo nuevamente en las del año que viene. Pero no es el único país interesado en incidir en el desenlace de los comicios.

Funcionarios estadounidenses dicen que varios otros países pueden interferir también, hackeando campañas, difundiendo información falsa en las redes sociales, accediendo a los bancos de datos con la información de los votantes e incluso alterando los votos.

La ansiedad va más allá de la posibilidad de que los adversarios de puedan afectar los resultados: La sola idea de una interferencia extranjera puede hacer que la gente desconfíe de los resultados, una perspectiva inquietante en una votación reñida.

“Lamentablemente, ya no es solo Rusia. China e Irán, en particular, y un par más estudiaron lo que hicieron los rusos en el 2016”, expresó James Lewis, experto endel Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington.

Los servicios de inteligencia de Estados Unidos informaron acerca de operaciones de Rusia, China e Irán que trataron de interferir con las elecciones de mitad de término del año pasado y un alto funcionario del FBI recientemente mencionó a Beijing como una fuente de inquietud importante. Microsoft, por su parte, dijo hace poco que hackers iraníes se habían enfocado en una campaña presidencial no identificada junto con funcionarios del gobierno, periodistas y prominentes expatriados iraníes.

Los esfuerzos extranjeros por interferir con las elecciones del 2020 no serán necesariamente una copia de lo hecho por Rusia en el 2016, cuando elementos de los servicios de inteligencia vinculados con el Kremlin hackearon los correos electrónicos de los demócratas y los compartieron con WikiLeaks con el fin de ayudar a que el republicano derrotase a la demócrata Hillary Clinton.

Lo más probable es que se trate de campañas a través de las redes sociales, como la que afectó la opinión pública en el 2016 y generó divisiones en torno a temas calientes como la raza y la religión. Facebook eliminó cuentas de cuatro redes basadas en Rusia e Irán, apoyadas por el estado, por diseminar desinformación. La red dijo que esas redes trataron de afectar las elecciones en Estados Unidos, el norte de África y América Latina.

Un informe de la comisión de inteligencia del Senado describió las actividades de las redes sociales rusas como un “ataque a Estados Unidos mucho más complejo y estratégico de lo que se pensó inicialmente”. Otro informe preparado hace poco por el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional advirtió que Rusia puede usar las redes sociales para exacerbar divisiones en los partidos políticos o hackear portales de las elecciones con el fin de diseminar información falsa sobre la votación.

El fiscal especial Robert Muller, que investigó la interferencia rusa en el 2016, descubrió una campaña encubierta para difundir información falsa a través de las redes sociales.

El Departamento de Justicia teme que China intente hacer algo parecido. Twitter suspendió más de 200,000 cuentas por considerar que eran parte de una campaña del gobierno chino relacionada con las protestas de Hong Kong.

“No tenga la menor duda: China puso en marcha agresivas operaciones para influir en el extranjero”, afirmó Nikki Floris, subdirector del FBI, en una reciente audiencia legislativa. “Rusia fue una amenaza en el 2016 y el 2018, pero a medida que se acerca el 2020 también nos preocupamos mucho por China”.

Las autoridades estadounidenses dicen que las campañas extranjeras no alteraron el resultado de las elecciones, pero de todos modos hay preocupación de cara al 2020. Además de hackear los correos electrónicos y luego difundirlos, agentes rusos trataron de encontrar puntos vulnerables en el sistema electoral en el 2016 en los 50 estados y penetraron los de dos condados de la Florida, aunque no parecen haber causado daño alguno.

No está claro hasta qué punto otros países pueden estar interesados en interferir con las elecciones. Algunos expertos dicen que se enfocan más bien en intereses nacionales menores.

China, por ejemplo, ha usado sus conocimientos para espiar y robar la propiedad intelectual, así como para disputarle a Estados Unidos su condición de superpotencia económica mundial. El Departamento de Justicia acusó en el 2014 a cinco agentes militares chinos de robar secretos a grandes empresas estadounidenses.

Hackers iraníes atacaron decenas de bancos y una pequeña represa en las afueras de Nueva York. Más recientemente, se robaron información delicada de cientos de universidades, compañías privadas y agencias del gobierno estadounidense.

“No hemos visto ataques con fines políticos, en los que tratan de manipular elecciones”, dijo Matt Ha, investigador de la Fundación para la Defensa de las Democracias. “Por ahora, su principal objetivo son las cumbres, la diplomacia”.

Por más que otras naciones hayan mejorado su tecnología, Rusia sigue siendo la principal preocupación de los estadounidenses, según el experto Lewis.

“Son astutos en el plano político, a un nivel que ningún otro país puede igualar, y eso la hace un adversario formidable”, manifestó. “Nos conocen muy bien”.