La Asamblea Nacional (Parlamento) de Ecuador ratificó este miércoles el acuerdo comercial firmado en mayo pasado con China, por lo que se convertirá en el cuarto país en Latinoamérica en poner en marcha un tratado de libre comercio con el gigante asiático, después de Chile, Perú y Costa Rica.
El acuerdo fue ratificado por el pleno de la Asamblea con 76 votos a favor, 23 en contra y 35 abstenciones, tras una tensa sesión en el hemiciclo que prolongó durante tres horas en las que intervinieron parlamentarios tanto a favor como en contra.
En los días previos, los gremios empresariales habían enfatizado en la multitud de oportunidades que se abrirían para Ecuador al aplicar este tratado, mientras que los grupos indígenas, ambientalistas y ecologistas mostraron sus temores a que abra la puerta al ingreso de residuos tóxicos y a las flotas pesqueras de China a aguas ecuatorianas.
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La sesión de la Asamblea para tratar este tema se reanudó este miércoles tras casi un mes suspendida para dialogar con las distintas bancadas y desmitificar los posibles perjuicios que podría generar el tratado de libre comercio con China, dijo el presidente de la Cámara, el socialcristiano Henry Kronfle.
“Este no es un tema político, no es un tema partidista, es un tema eminentemente técnico”, añadió.
El tratado de libre comercio fue suscrito en mayo de 2023 bajo el mandato presidencial del anterior presidente, el banquero Guillermo Lasso (2021-2023), pero su sucesor, el empresario Daniel Noboa, respaldó su ratificación apoyado por otros grupos conservadores en la Cámara legislativa.
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Relación comercial en ascenso
Este acuerdo supondrá un impulso a las relaciones de Ecuador con China, que desde 2022 se convirtió en su primer socio comercial al desbancar a Estados Unidos como primer destino de las exportaciones no petroleras, especialmente el camarón (langostino) y el concentrado de plomo y cobre.
El intercambio comercial entre ambos países en 2022 alcanzó los US$ 12,295 millones. Mientras las exportaciones ecuatorianas a China llegaron en 2022 a US$ 5,843 millones, las ventas chinas a Ecuador supusieron US$ 6,452 millones.
Así, el tratado permitirá liberar de aranceles para el ingreso a China de manera inmediata al 50 % de la oferta exportable de Ecuador, lo que llegará al 99.6 % en el transcurso de diez años, ya que habrá desgravaciones paulatinas en otros productos.
La ministra de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca, Sonsoles García, aseguró que este tratado significa una gran oportunidad para los distintos sectores productivos, particularmente de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), así como de la economía popular y solidaria.
García destacó que el acuerdo permite a las empresas ecuatorianas llegar con mayores facilidades a un mercado de 1,400 millones de personas, con lo cual se incrementarán a al menos 8,000 millones los ingresos por concepto de exportaciones y permitirá el acceso a 50,000 nuevas plazas de empleo para los ecuatorianos en los próximos 5 años.
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Opiniones enfrentadas
En la víspera al debate, el Comité Empresarial Ecuatoriano, que aglutina a las cámaras de varios frentes productivos del país, instó a la Asamblea a ratificar el acuerdo al considerar infundados los temores de ambientalistas e indígenas, que afirman que con el tratado se importarían bienes “basura” y que habría riesgos de “contaminación” en el país.
Esos “son temores comprensibles” pero están “alejados de lo negociado en el acuerdo y del marco de regulación actual que existe en el país”, subrayó el Comité Empresarial que participó como invitado en las negociaciones del TLC con China.
“Ecuador mantiene su potestad soberana de prohibir y controlar la entrada de productos que pongan en riesgo a la población o que contaminen nuestro medio ambiente”, agregó en el escrito y apostilló: “Un acuerdo comercial no coarta el derecho a evitar el ingreso de bienes contaminantes”.
Para los grupos opositores, el acuerdo ahora ratificado exacerbará las múltiples crisis de derechos ambientales y colectivos que viven los pueblos de la Amazonía ecuatoriana e introduciría nuevas fuentes de contaminación y conflictos ambientales y sociales.
También creen que perjudicará la soberanía alimentaria de Ecuador y potenciará la deforestación con la introducción sin pagar aranceles de semillas transgénicas y la “sobreexportación” de alimentos a China, lo que temen que potencie la pérdida de biodiversidad y la contaminación y degradación de suelos por el uso de fertilizantes.
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