Los principales economistas de Brasil dijeron al Banco Central que aumentar las metas de inflación ahora solo generaría dudas sobre el compromiso del Gobierno con políticas fiscales y monetarias sólidas, según siete participantes en una reunión con la autoridad monetaria celebrada el lunes.
Los economistas expresaron la opinión unánime de que una medida de este tipo, en un momento en que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva está presionando para reducir los costos de endeudamiento, probablemente sería contraproducente y acabaría provocando más inflación, tasas de interés más altas y una economía más débil, dijeron los participantes, que pidieron mantener el anonimato para proporcionar detalles de la discusión privada.
La directora de Asuntos Internacionales, Fernanda Guardado, y el director de Política Económica, Diogo Guillen, recibieron a los economistas en la sede del banco central en São Paulo, en la primera reunión presencial desde la pandemia. También estuvo presente un representante del Ministerio de Hacienda. Todos se abstuvieron de hacer comentarios, como es habitual, dijeron los participantes.
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El Gobierno está considerando una pronta revisión de las metas de inflación de Brasil, mientras Lula se queja de que las tasas de interés del 13.75% hacen imposible que la economía crezca. Mientras el presidente izquierdista cuestiona la recién aprobada ley de autonomía del banco central, la atención de los inversionistas se centra en Roberto Campos Neto, el jefe de la autoridad monetaria, que más tarde el lunes hará una inusual aparición en uno de los programas de entrevistas más tradicionales de la televisión brasileña.
En Brasil, el banco central tiene autonomía para aplicar las políticas que considere necesarias para alcanzar las metas de inflación, pero no las fija. Esa tarea corresponde al Consejo Monetario Nacional, un órgano gubernamental compuesto por los ministros de Hacienda y Planificación, además de Campos Neto. En la actualidad, Brasil tiene como objetivo un aumento de los precios al consumo del 3.25% para 2023 y del 3% para los dos años siguientes.
Opción menos mala
Aunque nadie cree que una mayor tolerancia con la inflación vaya a conducir a tasas de interés más bajas en el futuro, algunos economistas afirmaron que si una meta más alta es inevitable, la opción menos mala sería fijarla ahora en el 3.5% para limitar el daño de meses de incertidumbre, según algunos de los participantes.
El Consejo Monetario Nacional tradicionalmente discute las metas de inflación en junio, pero podría hacerlo esta semana, durante una reunión ordinaria prevista para el 15 de febrero.
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Si lo hacen, una comunicación clara será clave para señalar si la meta es definitiva o solo un paso intermedio hacia metas aún más altas, añadieron dos participantes.
En declaraciones recientes, el Banco Central ha expresado su preocupación por las perspectivas de inflación, que se han ido deteriorando desde que Lula empezó a criticar a nivel de las tasas de interés. Sin embargo, los responsables de la política monetaria se centra sobre todo en las expectativas para el próximo año, que se mantienen por encima de la meta, pero dentro de su rango de tolerancia. La mayoría de los analistas apuestan por que los recortes de tasas comiencen en noviembre, según una encuesta semanal.