Un planeta más cálido determinará el tipo y la cantidad de energía que usamos. En un futuro no muy lejano, es probable que el aire acondicionado se vuelva crítico, mientras que las poblaciones acaudaladas en áreas templadas ahorrarán dinero al evitar costos de calefacción durante el invierno. Pero, ¿cómo se protegerán las comunidades pobres de lugares cálidos del aumento de las temperaturas?
Los últimos siete años han sido los más calurosos registrados. Las olas de calor han provocado temperaturas récord en todo el mundo en lugares tan distantes como Japón e Irlanda del Norte.
A medida que el planeta se calienta, la profunda división entre ricos y pobres será más amplia. Es poco probable que el aire acondicionado se mantenga al día con el calentamiento global, lo que obligará a miles de millones de las personas más pobres del mundo a sufrir el calor sin protección.
Esa es la conclusión de un importante artículo publicado este miércoles en la revista Nature por el Climate Impact Lab, un consorcio de investigación que estudia los impactos económicos globales del cambio climático.
“Los impactos futuros del cambio climático caen desproporcionadamente sobre las regiones que son más pobres hoy, exacerbando la desigualdad existente”, advirtió Trevor Houser, codirector del Climate Impact Lab.
Si bien nueve de cada diez hogares en EE.UU. cuentan con aire acondicionado, esto es una realidad para solo el 5% de los hogares en la India. A medida que el cambio climático continúa intensificando las olas de calor, la tecnología de enfriamiento queda fuera del alcance de más de la mitad de la población mundial, según la investigación.
El consumo de electricidad en los países ricos también aumenta en los días fríos. El consumo de combustible aumenta hasta en un 66% en las regiones ricas durante las temperaturas extremas, pero prácticamente no hay aumento en el 20% más pobre de la población, lo que refleja la disparidad en el acceso a tecnologías costosas utilizadas por los ricos.
Para fines de la década, se espera que la demanda de energía en India y Nigeria aumente en un 145% y casi en un 2,100%, respectivamente. Es probable que las áreas cálidas de bajos ingresos, incluida gran parte del África subsahariana, sigan siendo pobres hasta el año 2100, por lo que no podrán mantenerse frescas a través del calor más intenso que jamás haya experimentado la humanidad.
La investigación es la última pieza del trabajo más grande de Climate Impact Lab que reúne una estimación completa de cuánto cuesta a la economía global cada tonelada métrica de dióxido de carbono emitida.
Los formuladores de políticas estadounidenses se han basado en estimaciones similares, llamadas el costo social del carbono, para evaluar los beneficios de la regulación y las leyes amigables con el clima en los análisis de costo y beneficios. La Administración Biden actualmente coloca esta cifra en alrededor de US$50 por tonelada. El año pasado, Climate Impact Lab descubrió que la contribución al costo social del carbono de la mortalidad relacionada con el calor por sí sola podría ser tan alto como US$37 la tonelada.
Los investigadores encontraron que emitir una tonelada extra de dióxido de carbono hoy ayudará a reducir el gasto energético futuro al reducir la necesidad de combustibles. Eso valora el costo social del carbono para el consumo de energía de menos US$1 a US$3 de ahorro por tonelada.
En julio, la Administración Biden prometió entregar el 40% de los beneficios de las inversiones federales en energía limpia y clima a las comunidades desfavorecidas. Climate Impact Lab dice que su informe, que utiliza datos y estimaciones de 146 países durante un período de 40 años, debería ayudar a los legisladores a definir ese grupo centrándose en los impactos locales del cambio climático.
“Cada tonelada adicional de gas de efecto invernadero causa un impacto medible en la sociedad”, dijo Robert Kopp, codirector del grupo. “Las emisiones permanecen en la atmósfera durante cientos de años, por lo que mejorar nuestra comprensión de los daños climáticos locales será esencial para tomar las medidas que necesitamos para prepararnos para riesgos futuros”.