Las réplicas amenazaban con sepultar más viviendas y bloquear carreteras cruciales para el reparto de ayuda, mientras los fallecidos a causa de los sismos que remecieron la costa occidental de Japón la semana pasada superaron el centenar el sábado.
Entre los muertos había un niño de 5 años que se estaba recuperando de las heridas que sufrió cuando el sismo de magnitud 7,6 del lunes hizo que se derramase agua hirviendo sobre él. Su estado empeoró repentinamente y falleció el viernes, dijo la prefectura de Ishikawa, la región más afectada.
Las autoridades advirtieron que las carreteras, ya agrietadas por las docenas de temblores que siguen sacudiendo la zona, podrían derrumbarse por completo. El riesgo aumentaba con la lluvia y las lluvias que se esperan durante la noche y el domingo.
La cifra de muertos había alcanzado las 98 personas a primera hora del sábado, pero en la localidad de Anamizu se reportaron dos más mientras las autoridades mantenían su reunión diaria para discutir la estrategia y los daños. En un par de horas, se informó de otros 10 en Wajima, lo que elevó el conteo oficial a al menos 110.
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La mayoría de las víctimas mortales estaban en la ciudad de Wajima, donde se registraron 69, y en Suzu, con 23. Más de 500 personas resultaron heridas y al menos 27 estaban graves.
Los temblores dejaron tejados desplomados sobre el asfalto, con todo lo que había dejado aplastado. Las carreteras se deformaron como si fueran caucho. Un incendio redujo un vecindario de Wajima a cenizas.
Más de 200 personas seguían desaparecidos, aunque el dato ha fluctuado tras despuntar hace dos días. Once personas estaban atrapadas debajo de dos viviendas que se vinieron abajo en Anamizu.
La casa en la creció Shiro Kokuda, de 76 años, en Wajima se salvó, pero un templo cercano ardió y estaba buscando a sus amigos en centros de evacuación.
“Ha sido muy duro”, afirmó.
Japón es una de las sociedades que más rápido envejece del mundo. La población de Ishikawa y de zonas próximas se ha reducido con los años. Su frágil economía, centrada en las artesanías y en el turismo, está más amenazada ahora que nunca.
En un inusual gesto desde la vecina Corea del Norte, Kim Jong Un envió un mensaje de condolencias al primer ministro nipón, Fumio Kishida, según reportó la Agencia Central de Noticias de Corea.
Japón había recibido condolencias y promesas de ayuda del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y de otros aliados.
El vocero del gobierno, Yoshimasa Hayashi, dijo a reporteros que los agradecían todos, incluyendo el norcoreano. Según Hayashi, la última vez que Tokio recibió un mensaje de condolencias de Pyongyang a causa de un desastre fue en 1995.
Algunos observadores apuntan que el Norte podría querer forjar una imagen de Kim como un líder normal, pero otros indicaron que busca mejorar sus relaciones con el país como una forma de debilitar la cooperación a tres bandas entre Tokio, Washington y Seúl.
El suministro eléctrico en la costa japonesa se iba restableciendo poco a poco, pero el de agua seguía escaseando. Los sistemas de emergencia también sufrieron daños.
Miles de soldados llevaron agua, alimentos y medicinas por tierra y aire para las más de 32,000 personas evacuadas que se alojan en auditorios, escuelas y otras instalaciones.
El diario Yomiuri, de tirada nacional, reportó que su estudio aéreo detectó más de 100 deslaves en la zona y que algunos cortaban carreteras cruciales.
La urgencia del operativo de rescate se intensificó a medida que pasan los días. Pero algunos de los que se aferraron a la vida atrapados entre pilares y muros, fueron rescatados.