Empresarios cubanos, que dirigen negocios en la isla, que van desde la venta de frutos secos hasta la reparación de bicicletas y el desarrollo de software, están luchando por comprender las oportunidades y nuevos retos que se avecinan tras un cambio histórico en las reglas que gobiernan la economía comunista.
El gobierno cubano emitió a principios de este mes nuevas regulaciones que permitirían a pequeños y medianos emprendimientos establecerse formalmente como empresas, con lo que podrían acceder a financiamiento estatal y poner fin a décadas de ser clasificadas como “autónomas”.
Analistas sostienen que la reforma es una de las más importantes en Cuba desde que en 1968 todas las empresas, hasta los lustrabotas, fueron nacionalizadas por el fallecido Fidel Castro.
Omar Everleny, uno de los economistas más conocidos de Cuba, describió la reforma como muy positiva y largamente esperada por muchos cubanos.
Sin embargo, la reforma tiene límites importantes. Por ejemplo, las personas no pueden poseer más de una empresa y no pueden contratar socios extranjeros ni realizar comercio exterior directo.
“Dada la situación económica y las restricciones restantes, no significará una gran mejora económica en el corto plazo”, advirtió Everleny.
Sin embargo, para Nayvis Díaz, fundadora de Velo Cuba, una empresa de reparación y renta de bicicletas con 17 empleados en La Habana, marca un cambio significativo.
“Lo importante es que ahora somos parte integral de la economía y ya no estamos marginados”, dijo.
“Muchas personas con muchas responsabilidades sociales y comerciales en la ciudad, y muchas otras en el sector privado, estaban esperando esto”, agregó.
La medida es parte de un paquete de reformas orientadas al mercado emprendidas por el presidente cubano Miguel Díaz-Canel durante el último año en Cuba, donde la pandemia y las sanciones estadounidenses más severas llevaron a la inestable economía en picada y condujeron a la escasez de alimentos, medicinas y otros bienes básicos.
La economía de Cuba se contrajo un 10.9% en el 2020 y otro 2% este año hasta junio, en comparación con el mismo período en el 2020. Y sigue dependiendo del turismo y las importaciones.
Los hermanos Fernández, propietarios de Deshidratados Habana, única empresa en Cuba que procesa y vende frutos secos, se mostraron entusiasmados ante el anuncio de la medida.
“Una mala economía puede presentar una oportunidad”, señaló Oscar Fernández, parado en medio de hornos improvisados y otros equipos en su sótano. La empresa comenzó cuando la pandemia lo obligó a cerrar su cafetería, explicó.
El horizonte se ha abierto
Cientos de pequeñas empresas han encontrado nichos en una economía dominada por el Estado que carece de imaginación e iniciativa: desde restaurantes gourmet y fabricación de piezas en 3D hasta desarrollo de software, entregas a domicilio, paisajismo y la contratación en el sector de la construcción.
El sector privado, excluyendo a los agricultores, se ha expandido desde la década de 1990 para abarcar a más de 600,000 autónomos titulares de licencias. Incluye también a propietarios de pequeñas empresas, cooperativas no agrícolas, sus empleados y miembros, comerciantes y taxistas.
La empresa familiar Fernández vende frutos secos en línea y ha colocado su producto en tres tiendas privadas de alimentos de lujo en La Habana.
“El horizonte se ha abierto”, señaló Oscar, quien tiene un doctorado en economía. “Una vez incorporados, podemos establecer relaciones con cadenas de suministro estatales y privadas y comercializar nuestro producto a quien sea, desde tiendas estatales hasta hoteles, así como exportar y buscar financiamiento de bancos locales o del exterior”, añadió.
En su taller abarrotado de bicicletas, Díaz se mostró también animada con las perspectivas de crecimiento, y dijo que sería cautelosa consultando a su abogado y al contador en cada paso del camino.
“Tenemos que analizar de cerca el contexto económico porque tendremos una responsabilidad cada vez mayor con todas las personas que vamos a contratar en nuestras empresas”, dijo.
Los hermanos Fernández han elaborado planes para una pequeña fábrica que procesaría diariamente una tonelada de fruta, incluso para la exportación. Sueñan con tener una tienda que venda sus productos.
“Tenemos la tierra y los proveedores alineados. Solo necesitamos alrededor de US$ 100,000 en financiamiento”, manifestó Oscar.
Pero queda una gran preocupación, una que comparten muchos cubanos en las redes sociales.
“Nos gustaría ver en el tiempo cuán fiel se manifiesta esa regulación en la práctica: hasta dónde nos permite realmente desarrollarnos el gobierno”, agregó Ricardo Fernández.