Los cubanos, que enfrentan la peor crisis económica del país en décadas, salieron a las calles el fin de semana para protestar. Por su parte, las autoridades bloquearon los sitios de redes sociales en un aparente intento de detener el flujo de información hacia, desde y dentro de la nación.
Restringir el acceso a internet se ha convertido en un método probado para reprimir la disidencia por parte de los regímenes autoritarios de todo el mundo, junto con las campañas de desinformación y propaganda apoyadas por los gobiernos.
En el extremo, regímenes como China y Corea del Norte ejercen un estricto control sobre lo que los ciudadanos normales pueden acceder en internet. En otras partes, los bloqueos de servicios son más limitados, y a menudo se interrumpe el acceso a las plataformas de redes sociales comunes cerca de procesos electorales o en momentos de protestas masivas.
El lunes, las autoridades cubanas bloquearon el acceso a Facebook, WhatsApp, Instagram y Telegram, de acuerdo con Alp Toker, director de Netblocks, un grupo de vigilancia de internet sin fines de lucro con sede en Londres.
“Esto parece ser la respuesta a una protesta impulsada en las redes sociales”, comentó. Twitter no parecía estar bloqueada, aunque Toker señaló que Cuba tiene la capacidad para impedir el acceso a la plataforma si así lo desea.
Toker señaló que, si bien la reciente facilitación del acceso a internet por parte de las autoridades cubanas ha aumentado la actividad en las redes sociales, el nivel de censura también ha ido al alza. El corte no sólo bloquea las voces externas, dijo, sino que también silencia “la voz interna de la población que quería expresarse”.
El acceso a internet en Cuba ha sido históricamente caro y relativamente escaso, de acuerdo con grupos defensores de derechos. El gobierno cubano restringe a los medios independientes en el territorio y “bloquea rutinariamente el acceso dentro de Cuba a muchos sitios web de noticias y blogs”, de acuerdo con Human Rights Watch.
Cuba atraviesa su peor crisis económica en décadas, aunada a un repunte de casos de coronavirus y en momentos en los que padece las consecuencias de las sanciones estadounidenses impuestas por el gobierno del expresidente Donald Trump.
Las protestas actuales, que son las más grandes de las últimas décadas, se han visto “absoluta y definitivamente impulsadas por el mayor acceso a internet y a los teléfonos en Cuba”, comentó Sebastián Arcos, director asociado del Instituto de Investigaciones sobre Cuba de la Universidad Internacional de Florida. “Una de las frases que los disidentes están utilizando ahora en Cuba es ‘estamos conectados’”.
Comentó que esa frase tiene un doble sentido. No sólo se refiere a la manera como la gente está conectada a través de los teléfonos y el acceso a internet pese a los intentos del gobierno de detener eso, sino también a estar “conectados como una masa humana” que está molesta con el régimen y quiere libertad.
“Ayer por la tarde tuvimos personas que llamaban desde Cuba a sus familiares aquí en Miami que trataban de saber qué era lo que estaba pasando en la provincia de al lado”, comentó Arcos. Pero señaló que los cubanos también están utilizando algunos trucos para eludir el control del gobierno.
La suspensión del servicio de internet por parte de los gobiernos antes o después de protestas se ha vuelto una práctica común, ya sea que dure unas cuantas horas o se alargue por meses.
En Etiopía, hubo una suspensión de tres semanas en julio del 2020 después de algunos disturbios. El corte de internet en la región de Tigray ha durado meses.
En Bielorrusia, el servicio estuvo suspendido durante más de dos días después de las elecciones celebradas en agosto del 2020 que fueron consideradas como amañadas y que provocaron protestas multitudinarias. Meses después, el servicio de internet móvil se interrumpió repetidamente durante las protestas de los fines de semana.
Hace una década, durante la Primavera Árabe, cuando las redes sociales aún estaban en sus primeros años y Egipto, Túnez y otras naciones del Medio Oriente se enfrentaban a levantamientos sangrientos que se transmitían en las redes sociales, los titulares de los medios describían los movimientos como “Revoluciones de Twitter”, y los expertos debatían sobre cuán importante era el papel que desempeñaban las redes sociales en los eventos.
Diez años después, no hay duda de que las redes sociales y las plataformas de mensajería privada se han convertido en una herramienta de organización esencial. Restringirlas, por su parte, es una práctica común para reprimir la disidencia.
El domingo, toda Cuba quedó desconectada por algo menos de 30 minutos, tras lo cual hubo cortes intermitentes pero considerables durante varias horas, según Doug Madory, de Kentik, una compañía de gestión de redes.
Comentó que los cortes de internet de gran tamaño eran algo muy raro en Cuba, hasta hace muy poco.
“Hubo un corte en enero que sólo fue para el servicio móvil luego de las protestas del ’27N’”, dijo Madory, refiriéndose al movimiento de artistas, periodistas y otros miembros de la sociedad civil de Cuba que marcharon al Ministerio de Cultura el 27 de noviembre del 2020 para exigir libertad y democracia.