Más de 100 países han firmado un compromiso único en su tipo para reducir las emisiones de metano —un poderoso gas de efecto invernadero— en un 30% de aquí a 2030. Los signatarios representan el 70% de la economía mundial, incluidos seis de los 10 principales países contaminadores de metano. Entre los ires y venires de las conversaciones sobre el clima en Glasgow, es fácil pasar por alto la importancia de este avance.
El metano es un subproducto de combustibles fósiles, vertederos y agricultura, es decir un “supercontaminante” que puede atrapar el calor en la atmósfera 80 veces más eficazmente que el dióxido de carbono. Debido a que es tan poderoso, una pequeña cantidad en la atmósfera puede tener enormes efectos sobre el clima. La buena noticia es que el metano solo dura en la atmósfera unos 12 años, a diferencia del dióxido de carbono, que dura siglos. Eso significa que reducir las emisiones de metano dará sus frutos muy rápidamente, tanto para el planeta como para la salud humana. Es más, hasta la mitad de las emisiones de metano generadas por el hombre se pueden reducir a un costo bajo o incluso negativo utilizando la tecnología existente.
¿Una victoria rápida, fácil y barata para el clima? Suena demasiado bueno para ser verdad. Y hay motivos para ser cautelosos. Por un lado, varios contaminadores de metano notorios, incluidos Turkmenistán y Rusia, aún no han firmado el compromiso. Y el compromiso, como el Acuerdo de París, es voluntario y carece de mecanismos de aplicación. Su éxito dependerá de que los países se hagan responsables por si solos y mutuamente. El mundo no tiene un historial impecable en ese aspecto.
EE.UU., que ayudó a redactar el compromiso, está mostrando lo que se puede hacer. La Administración Biden, tratando de recuperar el manto del liderazgo climático, ha estado muy activo en la tarea de frenar las emisiones de metano. Recientemente, lanzó un conjunto de regulaciones más estrictas sobre petróleo, gas y oleoductos que evitarían la liberación de decenas de millones de toneladas, a un costo mínimo para los productores. Las nuevas reglas enfrentarán desafíos legales de la industria y los estados productores de petróleo y gas, pero si prevalecen, la Agencia de Protección Ambiental prevé que reducirán las emisiones de metano del sector energético en un 75%.
La Administración también está avanzando en programas para frenar las emisiones de vertederos y granjas, y para apoyar la investigación y el desarrollo de tecnologías de monitoreo de metano, basándose en el trabajo iniciado por iniciativas no gubernamentales como CarbonMapper y PermianMAP (ambas respaldadas por Bloomberg Philanthropies). Mientras tanto, el proyecto de ley bipartidista de infraestructura recientemente promulgado incluye miles de millones de dólares para tapar las fugas de metano de los pozos de petróleo y gas abandonados y para limpiar las minas de carbón, otra fuente del gas. En conjunto, estos cambios afectarán enormemente las emisiones de metano del país y las del mundo.
Aun así, un plan inteligente que requeriría que los contaminadores paguen por sus emisiones de metano, y ofrezca a las compañías de petróleo y gas ayuda para enmendarse, se ha retrasado en el Congreso, junto con otras disposiciones ambientales sensibles del plan “Build Back Better” de Biden. Y los ambientalistas están, con razón, decepcionados de que las propuestas actuales de Biden no impidan que las empresas de combustibles fósiles “quemen” rutinariamente metano, como ya lo hacen algunos estados. En otros lugares, también, el desorden de la política democrática y los intereses económicos arraigados pueden impedir que los países tomen medidas sencillas y asequibles para reducir sus emisiones.
A pesar de estos desafíos, el hecho es que reducir drásticamente las emisiones de metano es una forma rápida, poderosa y rentable de reducir el calentamiento global, y las nuevas tecnologías han hecho que las reducciones ambiciosas sean más realistas que nunca. Las Naciones Unidas señalan que las emisiones generadas por el ser humano podrían reducirse en un 45% para 2040 utilizando la tecnología actual. Bienvenido sea el Compromiso Global de Metano, pero es factible y muy recomendable ir más allá.