
Visiones en las aguas de un lago sagrado, profecías de un oráculo en trance y una prueba secreta en la que un niño debe reconocer objetos de su vida pasada, este es el método centenario con el que el budismo tibetano se enfrenta a su mayor crisis en décadas: la inminente necesidad de encontrar al sucesor del dalái lama, que este domingo cumple 90 años.
El proceso tradicional: una búsqueda mística
La tradición, regida por rituales de siglos, dicta que la búsqueda comienza tras la muerte de un dalái lama. La responsabilidad de encontrar a su “yangsi”, o reencarnación, recae en los más altos lamas, quienes siguen un mapa de pistas místicas.
La primera señal suele llegar del Oráculo de Nechung, un médium estatal que, en un violento trance, puede revelar la región del renacimiento. Con esas pistas, una delegación viaja al lago sagrado Lhamo La-tso, en el Tibet, donde la meditación puede inducir visiones en las aguas que muestren la forma de una casa o la inicial de un pueblo.

Un equipo de búsqueda es enviado entonces de incógnito para encontrar a un niño que coincida con las profecías. Los lamas buscan señales físicas particulares en el cuerpo del candidato, como orejas grandes o marcas auspiciosas.
Al encontrarlo, llega la prueba definitiva: se le presentan colecciones de objetos, como rosarios o bastones, y debe reconocer artículos reales y copias, sin dudar, aquellos que pertenecieron al dalái lama en su vida anterior.
La crisis moderna: el heredero desaparecido
La validación final del hallazgo recae tradicionalmente en el panchen lama, la segunda figura espiritual más importante del linaje. Pero este delicado sistema se rompió en 1995.
Pocos días después de que el dalái lama reconociera a Gedhun Choekyi Nyima, un niño de seis años, como el nuevo panchen lama, este desapareció junto a su familia, en un acto calificado por organizaciones de derechos humanos como el secuestro del “prisionero político más joven del mundo”.
En su lugar, Pekín instaló a su propio candidato y ha aprobado leyes que le otorgan al Partido Comunista el poder de autorizar todas las reencarnaciones.
La contraofensiva: romper la tradición para salvarla
Esta interferencia ha forzado al dalái lama a considerar opciones que rompen con siglos de tradición, diseñadas para proteger la institución de la manipulación política. En su reciente libro, “Voice for the Voiceless”, el líder budista afirmó que su sucesor nacería “fuera de China”.
Con ello ha planteado la posibilidad de elegir a un sucesor en vida, que reencarne en el exilio, o incluso que la reencarnación sea una mujer. Su opción más drástica, ha sugerido, sería ser el último de su linaje, un sacrificio para asegurar que la figura del dalái lama no sea convertida en una herramienta política de Pekín.
La esperanza como estrategia
En medio de esta batalla geopolítica, la comunidad en el exilio se aferra a la fe. “Estamos contentos. Su Santidad ha dicho que vivirá 130 años”, explicó Tashi Lhamo, presidenta de la Asociación de Mujeres Tibetanas.
Esta creencia, que el propio dalái lama ha fomentado, funciona como un escudo que da tiempo y consuelo. Por ello, la Conferencia Religiosa que comienza mañana en Dharamshala es el escenario donde se espera que el líder anuncie su jugada final en esta compleja partida de ajedrez espiritual.