Tanto Colombia como Brasil están dirigidos por presidentes de izquierda con ambiciosas agendas sociales. Ahora, ambas naciones tienen algo más en común: preocupación en el mercado por sus finanzas públicas.
En los dos primeros años de sus mandatos, Gustavo Petro y Luiz Inácio Lula da Silva han adoptado tácticas similares para impulsar sus economías. Ambos confiaron en el gasto deficitario para cumplir las promesas de campaña justo cuando la inflación se convertía en un problema mundial. Y los dos arremetieron contra sus bancos centrales por subir las tasas de interés, lo que avivó temores por la intromisión del gobierno en la política monetaria.
Y ante la necesidad de equilibrar sus presupuestos, tanto Petro como Lula revelaron planes para aumentar los ingresos fiscales sin recortar el gasto. Ninguno anunció medidas de austeridad hasta que todo lo demás falló. Y en el caso de Brasil, fue demasiado poco y demasiado tarde.
Si bien tanto el peso como el real se han debilitado este año debido a la preocupación fiscal, la moneda colombiana ha logrado evitar hasta ahora el desplome que ha sacudido los mercados brasileños en las últimas semanas. Para evitar esto, el Banco de la República de Colombia, o Banrep, sorprendió el viernes con un recorte de tasas menor a lo previsto.
La situación en Brasil sirve como una advertencia para otros países que luchan por frenar la carga de deuda heredada de la pandemia del Covid. Petro decidió promulgar un presupuesto por decreto luego de no conseguir la aprobación del Congreso. Con esto, el presidente colombiano corre el riesgo de seguir el mismo camino que Lula.
“Es más claro que Colombia debe hacer recortes de gastos más agresivos”, dijo en una entrevista Andrés Pardo, estratega de XP Investments. “Los que anunció el gobierno también serán insuficientes, como en Brasil”.
El presupuesto que se expidió por decreto en Colombia aún presenta un financiamiento de 12 billones de pesos (US$2.700 millones). Esto se debe a que nuevos impuestos que Petro propuso para recaudar ese monto fueron rechazados en el Congreso. Sin embargo, un comité independiente que vigila las métricas fiscales del Gobierno dijo que el presupuesto requiere unos 40 billones de pesos extra para cumplir su meta de déficit de 4,7% del producto interno bruto de 2025.
Ahora en la segunda mitad de su mandato de cuatro años y recurriendo a los mercados de bonos para financiar sus ambiciones, el escrutinio sobre el manejo de las finanzas públicas de Petro es cada vez mayor. Aunque los ingresos fiscales han estado sistemáticamente por debajo de lo esperado, el ministro de Hacienda, Diego Guevara, insiste en que el gobierno tomará las medidas necesarias para garantizar la sostenibilidad fiscal y mantener la confianza del mercado.
“Los pagos del servicio de la deuda será muchísimo más grandes que la inversión en el presupuesto y eso es sinónimo de responsabilidad fiscal”, dijo Guevara a la prensa el viernes tras la decisión del banco central. “Por eso hasta el día de hoy los mercados nos siguen creyendo y será la señal que seguiremos mandando”.
Sin embargo, el mercado exige algo más que promesas. Lula provocó una caída de los mercados que duró semanas en Brasil tras anunciar un plan para recortar 70.000 millones de reales (US$11.300 millones) del gasto público junto con exenciones fiscales para las familias de bajos ingresos. A pesar de las promesas de moderación del ministro de Finanzas, Fernando Haddad, esto parecía confirmar temores de que su gobierno seguiría gastando para apoyar a los hogares, aunque ello alimente la inflación y la deuda pública.
Lo que dice Bloomberg Economics...
“La venta masiva en los mercados brasileños debido a la creciente preocupación por los desequilibrios fiscales es una moraleja al que otros países de la región deberían prestar mucha atención. Los niveles de deuda en Brasil son más altos por lo que hay menos flexibilidad y más urgencia, pero la tendencia en otros países como Colombia es la misma.”
- Felipe Hernández, economista para América Latina
Con un déficit fiscal en Brasil de casi el 10% del PIB, los mercados no confían en las garantías del gobierno. El real se ha depreciado más de un 21% en lo que va del año y tocó un mínimo histórico la semana pasada, mientras que los bonos soberanos brasileños se desplomaron. El banco central está subiendo de nuevo las tasas —analistas prevén que alcancen el 15% a mediados de año— y gastando miles de millones en los mercados de divisas para intervenir en el tipo de cambio.
El peso colombiano ha bajado más de un 12% este año y su deuda soberana ha registrado un retorno negativo de un 1,3%, el segundo peor rendimiento por país en un índice de mercados emergentes de Bloomberg tras Malasia. El diferencial de tasas entre los bonos colombianos en dólares y los bonos del Tesoro de EE.UU. es mayor que el de Brasil y el de otros países con menor calificación crediticia, según JPMorgan Chase & Co.
“Brasil es una señal de alarma para la región”, dijo en una entrevista Andrés Abadía, economista jefe para América Latina de Pantheon Macroeconomics. La experiencia de Lula podría ayudar a que otros líderes “sean más conscientes de su necesidad de domar sus déficits fiscales”, añadió.
Aunque está por ver si Petro y Guevara se tomarán a pecho esta lección, el Banrep quiere evitar el destino de su homólogo brasileño. En una presentación el octubre, el codirector del banco Roberto Steiner advirtió el riesgo de seguir el ejemplo de Brasil de bajar las tasas demasiado rápido y luego tener que dar marcha atrás.
Otro miembro de la junta del Banrep, Mauricio Villamizar, dijo el lunes que “Colombia no está exento de riesgos que también comprometan la sostenibilidad del ciclo bajista”. Es en situaciones como ésta, añadió, cuando “la prudencia paga dividendos”.
Más allá de coger desprevenidos a los analistas, el recorte del viernes de un cuarto de punto porcentual al 9,5%, también dividió a la junta del Banrep. Cinco miembros respaldaron la medida, mientras que Guevara y otro director votaron a favor de recortes mayores.
Petro arremetió contra la decisión y la calificó como motivada políticamente. También dijo que las tasas bajarían más rápidamente una vez que nombre a dos nuevos directores del Banrep el próximo año. Para entonces, habrá nombrado a cuatro de los siete miembros de su junta.
“La junta seguramente adoptará una postura más dovish el próximo año, pero existe el riesgo de que cometa un error de política monetaria”, dijo Pardo, el analista de XP. Si eso ocurre, el peso seguirá cayendo, “las expectativas de inflación se desanclarán y tendremos un escenario al estilo brasileño en el que las tasas subirán”
En el tema fiscal, ahora todas las miradas están sobre Guevara, quien se convirtió este mes en el tercer ministro de Hacienda de Petro después de que su predecesor dimitiera en medio de un escándalo de corrupción. Debe presentar en las próximas semanas una estrategia financiera del gobierno para 2025. Pero unas horas antes de que emitiera el decreto presupuestario, el organismo de control independiente advirtió de que la situación de tesorería del gobierno es tan débil que podrían surgir “dificultades estructurales de liquidez”.
Camilo Pérez, economista jefe del Banco de Bogotá, cree que continuará el mismo patrón de presupuesto inflado e ingresos decepcionantes que marcó la primera mitad del mandato de Petro. “Vamos a tener la caja presionada en 2025″, dijo Pérez.
La semana pasada, el gobierno suspendió las solicitudes de subsidios de vivienda para familias vulnerables, una señal de los problemas fiscales están afectando los programas sociales. No obstante, en una conferencia telefónica con inversionistas, Guevara reiteró su compromiso con las metas de déficit del gobierno.
Munir Jalil, economista jefe para los países andinos de BTG Pactual, espera más recortes del gasto y dijo que el equipo económico de Petro debe cuidar su reputación, ya que el país planea emitir unos US$4.500 millones en bonos en moneda dura el próximo año para refinanciar deuda.
“Si el gobierno no recorta el gasto, sufrirá podrá conseguir esos recursos a unas buenas tasas”, dijo Jalil.