Chile, uno de los países con mayor porcentaje de población vacunada contra al COVID-19 del mundo, anunció un “pase” que otorga mayores libertades a inmunizados, una decisión elogiada por muchos ciudadanos hastiados tras más de un año de restricciones pero criticada por los expertos.
La medida imita al “pase verde” que implantó en febrero Israel -otro país avezado en la vacunación- y permitirá a los chilenos que hayan recibido las dos dosis salir de zonas en cuarentena y viajar entre regiones, algo prohibido desde hace meses.
El país, que acumula más de 1.3 millones de contagios y más de 28,500 muertes por COVID-19, mantiene desde el inicio de la segunda ola en marzo numerosos barrios confinados, así como el cierre de fronteras, el toque de queda y los cines, museos e instalaciones deportivas clausurados en la mayor parte del país.
Este escenario ha llevado a diversas voces a celebrar este carné que algunos ven como un respiro para la ciudadanía tras las estrictas cuarentenas, que dispararon los indicadores de salud mental y supusieron el fin para miles de negocios que habían logrado sobrevivir al 2020, año en el que la economía cayó un 5.8%.
“¡Tenemos una buena noticia! Con la implementación de este pase podremos reactivar de a poco la actividad, recuperando también empleos perdidos”, tuiteó el ministro de Economía, Lucas Palacios.
Las autoridades sanitarias defienden que el pase es una medida para incentivar la vacunación y, al contrario del carnet israelí, no cambiará las restricciones actuales: seguirá habiendo aforos bajos en los locales y en los domicilios, no se podrá circular de noche y la mascarilla seguirá siendo obligatoria.
“Esto no es un ‘chipe libre’ (carta blanca). Es dar más facilidades a algunas personas, las que se vacunaron, para que puedan compartir y vivir su vida con mayor afectividad y contacto”, señaló el ministro de Salud, Enrique Paris.
Chile, de 19 millones de habitantes, es el segundo país del mundo con más porcentaje de población inoculada con dos dosis (50.6%), solo por detrás de Israel, y por delante de otros gigantes de la vacunación como Estados Unidos y Reino Unido, además de todo el resto de Latinoamérica, según datos de la Universidad de Oxford.
“Un mensaje contradictorio”
La medida fue anunciada por el presidente, Sebastián Piñera, en la víspera y entrará en vigor este miércoles, justo cuando el país vive un repunte de contagios y todavía no logra salir de una segunda grave ola que puso contra las cuerdas al sistema hospitalario en marzo y abril.
Los críticos señalan que es una medida “apresurada” dada la situación epidemiológica actual: pese a la rápida vacunación y los hospitales que comienzan a descongestionarse, la cifra de casos nuevos diarios sigue alta (5,374 en las últimas 24 horas) y la tasa de positividad se mantiene por encima del 10%.
Desde el Colegio Médico, asociación gremial de los médicos de Chile, señalaron que un carné de movilidad en este momento “entrega un mensaje contradictorio a la ciudadanía”.
“El pase puede transformarse en un aumento global de la movilidad que se traduzca en incremento de contagiados y esto podría tensionar la red de salud”, aseguró Patricio Meza, presidente de la organización.
Una vacuna menos efectiva
Para Miguel O’Ryan, infectólogo y profesor de la Universidad de Chile, la situación del país no es comparable a la de Israel, puesto que en Chile, la vacuna mayoritaria es la del laboratorio chino Sinovac y es “de menor protección global que la de Pfizer”.
Según un estudio difundido por el Gobierno chileno, la vacuna de Sinovac -de la que el país ha recibido más de 17 millones de dosis- evita un 67% los contagios, frente al 95% de efectividad de Pfizer-BioNTech o el 8% de AstraZeneca, dos vacunas que también se administran en el país, pero de forma minoritaria.
En tanto, Sinovac sí es efectiva para evitar las muertes por COVID-19 en un 80% y para frenar los ingresos en unidades de cuidados intensivos en un 89%, de acuerdo al mismo informe.
“Toda medida tiene pros y contras. Hay quienes piensan que es prematuro, y con razón, pero al mismo tiempo, los ciudadanos necesitan algún tipo de respiro, sobretodo quienes tienen que vivir del día a día y requieren cierto grado de movilidad”, explicó O’Ryan.
El país ha ofrecido, de forma voluntaria, la vacuna a todos los mayores de 30 años, así como a los enfermos crónicos y trabajadores esenciales, y pretende inocular con al menos una dosis al 80% de la población objetivo durante el primer semestre de este año.