En Chile son 15 millones de electores, la mitad de ellos indecisos, convocados el próximo domingo a elegir al sucesor de Sebastián Piñera entre siete candidatos, desde la extrema izquierda a la extrema derecha, en una de las elecciones más inciertas en 31 años de democracia.
El domingo también se vota por 155 diputados, 27 de los 43 senadores y consejeros regionales. Será la cuarta elección desde el 2020 que se celebra en Chile, que transita un periodo de cambios desde la dura revuelta social en octubre del 2019.
Llegan como favoritos representantes de los dos polos políticos más antagónicos: el diputado del Frente Amplio de izquierda Gabriel Boric, el aspirante más joven en la historia con 35 años, y el abogado y político de extrema derecha José Antonio Kast, de 55 años y del Partido Republicano.
Pero en un escenario sin encuestas sólidas, y cuya difusión está prohibida por ley desde hace 15 días, también pesan las candidaturas del candidato de la coalición de derecha en el Gobierno, Sebastián Sichel (44), y la única mujer, senadora y exministra de Michelle Bachelet, la Demócrata Cristiana Yasna Provoste (51).
“La derecha propone orden sin cambios y Boric, cambios sin orden, ambos nos conducen a la incertidumbre”, cerró el lunes Provoste en un debate.
Se presenta como orgullosa “heredera” de la Concertación, la coalición centroizquierdista que gobernó gran parte de los 31 años de democracia tras la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), hoy desintegrada.
“Desde el plebiscito de 1988 (que decidió la salida de Pinochet) yo no sentía esta incertidumbre”, dijo Silvia Gutiérrez, enfermera de 60 años que trabaja en Santiago y vive en Melipilla, comuna de campo de la región metropolitana a 70 km del centro capitalino.
En la familia de Gutiérrez “siempre votamos a la Concertación, y ahora todos estamos divididos: hay de derecha hasta de izquierda, pero ninguno de extremos”, señala en un reflejo del fraccionamiento político en el país y del escenario abierto para este domingo.
“Hay una distorsión producida por la mediocridad de la política, una degradación de la política”, señaló la analista y encuestadora Marta Lagos, directora ejecutiva de Latinobarómetro, al explicar la falta de encuestas confiables y el auge de la extrema derecha.
Este jueves cierran las campañas de los siete aspirantes presidenciales y los electores están convocados a votar entre las 11H00 GMT y 21H00 GMT del domingo.
Momento bisagra
Desde el 2012 que Chile instauró el voto voluntario la participación electoral ha sido baja. Por esta razón, analistas electorales estiman que habrá segunda vuelta el 19 de diciembre.
La elección presidencial además de impredecible, se realiza en medio de la redacción una nueva Constitución, alza de la inflación hasta un 6%, y un derrumbe de los partidos tradicionales como reflejo de una crisis de confianza institucional general.
Así, Chile es el último destino de la ola de populismo de ultraderecha con Kast, quien reivindica la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y ha mostrado sintonía con el brasileño Jair Bolsonaro y el estadounidense Donald Trump.
Su mensaje promete devolver orden social y mantener el modelo económico que hizo de Chile un país próspero, pero con una desigualdad que fractura su sociedad.
“Yo creo que Kast es la opción menos peligrosa para Chile, nosotros ya vivimos el horror que puede ser la extrema izquierda”, dijo Andreína Guillén, agente comercial venezolana que trabaja hace 12 años en una farmacéutica multinacional en Santiago.
En Chile, donde los venezolanos y peruanos conforman la primera y segunda comunidad extranjera, pueden votar residentes con más de cinco años en el país, unas 400,000 personas, según el Servicio Electoral.
“Hay cosas que corregir, pero no podemos desconocer los avances del país en democracia. A mí me da miedo la izquierda”, admite Hugo Pizarro, chileno, funcionario bancario de 45 años, que votará a Sichel.
- Caos vs Orden -
Una parte importante de los 19 millones de habitantes apoya desde 2019 el reclamo por un Estado presente en temas sociales, mejor acceso a la educación y salud pública, y cambiar el sistema de pensiones en manos de fondos privados.
Pero las expresiones más violentas, con vandalismo en las protestas y discursos de extrema izquierda, auparon el auge de la derecha en los últimos meses.
“Es como una especie de estallido del autoritarismo, así como estalló la izquierda a través del estallido social, ahora viene la contrarreforma, que es por lo demás lo que sucede en las grandes transformaciones de los países”, afirma Marta Lagos.
En su análisis, Lagos recuerda que desde el fin de la dictadura “ese autoritarismo estaba allí”, con un 40% de pinochetistas en los años 1990 que ahora se ubica ronda el 20%.
Desde 1999 las elecciones presidenciales en Chile se han definido en segunda vuelta.