Entre todos los riesgos que implica un romance en el trabajo, la fuente más común de problemas, según los expertos, es permitir que siga siendo un secreto.
Un claro ejemplo fue la súbita salida esta semana del director ejecutivo de CNN, Jeff Zucker, quien dijo que se “equivocó” al no ser franco con la cadena sobre una relación consensual que sostenía con otra ejecutiva.
Zucker sólo admitió su relación con la directora de mercadotecnia de CNN, Allison Gollust, después de ser interrogado al respecto durante una investigación sobre el presentador Chris Cuomo, quien ya fue despedido. El cambio en la directiva ocurre en un momento clave para CNN, y empleados en altos puestos han expresado su consternación de que las cosas no se hayan manejado de otra forma.
“Debió haberlo tenido en cuenta”, dijo David Lewis, director general de Operations Inc., una consultora de recursos humanos. “Decidió evadir lo que era una política que su empleador había establecido claramente. El problema con eso es que, una vez que decidió no decirlo, no había ninguna opción de un desenlace positivo”.
CNN declinó comentar para este artículo.
Zucker está lejos de ser el único en encontrar el amor en la oficina. Cerca de la tercera parte de los trabajadores en Estados Unidos afirman que tienen o han tenido una relación sentimental con un compañero de trabajo, y la tendencia ha ido en aumento desde que comenzó la pandemia, según la Society for Human Resource Management (SHRM por sus iniciales en inglés), una asociación del sector de recursos humanos.
La mayoría de las compañías grandes tienen una política respecto a las relaciones sentimentales en el lugar de trabajo, pero la mayor parte de los comercios del país carecen de ella, según SHRM. Las políticas corporativas pueden ir desde prohibir todo tipo de relación o únicamente aquellas entre directores y subordinados. Otras empresas simplemente requieren que sean reportadas.
Entre los establecimientos de menor dimensión, rara vez existe algún tipo de lineamiento al respecto. Casi el 80% de todos los empleados estadounidenses afirman que su empleador no les requiere revelar un romance de oficina, según los datos más recientes de SHRM.
Y ello puede causar casi la misma cantidad de problemas que el hecho de que los empleados le oculten su relación a una compañía que tiene establecida una política al respecto.
El tener una política protege a los trabajadores de las relaciones en las que hay un intercambio de beneficios, protege el estado de ánimo en una compañía y en teoría también es una protección contra demandas y escándalos.
“Las empresas que deciden hacerse de la vista gorda son aquellas que están permitiendo que unas brasas se conviertan en un infierno”, dijo Lewis. “Incontables organizaciones han decidido no lidiar de frente con esto y en consecuencia lo han pagado muy caro”.
El movimiento #MeToo arrojó luz sobre la violencia sexual tóxica —y en ocasiones criminal— en los lugares de trabajo que incluso las mejores políticas de relaciones sentimentales en la oficina son incapaces de evitar. Eso incluye al estudio cinematográfico Miramax, que no fue capaz de atender la larga lista de acusaciones en contra de Harvey Weinstein —quien a la larga fue condenado de violación y agresión_, y la mancha en la reputación de la marca NBC después de las acusaciones de comportamiento sexual indebido contra el presentador Matt Lauer.
Los romances consensuales ocultos generan sus propios problemas a las empresas, en especial cuando involucran a altos ejecutivos. Debido al potencial para alterar las dinámicas de poder, una relación con empleados de menor nivel suele ir en contra de las políticas, incluso si es consensual.
Cuando una relación de este tipo sale a la luz, a menudo desata una pesadilla de relaciones públicas. En el 2019, McDonald’s despidió al director general Steve Easterbrook después de que admitió haber intercambiado videos y mensajes de texto en una relación consensual no física con una empleada.
McDonald’s prohíbe que los gerentes tengan relaciones románticas con subordinados directos o indirectos. Posteriormente, la compañía lo demandó en el 2020, cuando salieron a la luz otras relaciones de las que había mentido al respecto. Easterbrook terminó devolviendo US$ 105 millones para llegar a un acuerdo en el caso.