La ciudad uruguaya de Punta del Este, a veces llamada el Mónaco de Sudamérica, se convirtió durante la pandemia en un refugio para miles de adinerados propietarios de casas de veraneo. Ahora, se están invirtiendo millones en oficinas y servicios educativos, en una apuesta a que la inmigración acelerará el cambio del popular balneario costero a una ciudad que funciona todo el año.
Punta del Este y la vecina capital de la provincia, Maldonado, albergan en conjunto a unas 170,000 personas, y desde la pandemia se han instalado en la zona unos 15,000 nuevos residentes, según declaró en una entrevista el gobernador de la provincia, Enrique Antía.
“Nosotros veníamos con un proceso de crecimiento de inmigración desde hace veinte años, continuo. Se aceleró en estos dos años después de la pandemia”, señaló Antía, y cita el aumento de dos dígitos en la matrícula escolar. “Son muestra que hay más población joven”.
Uruguay, un país de 3.5 millones de habitantes del tamaño de Missouri, ha sido durante mucho tiempo un imán para los turistas de la vecina Argentina. Con sus largas playas y una bahía protegida, Punta del Este se convirtió en un lugar de diversión para la élite sudamericana durante la segunda mitad del siglo XX.
Mientras que turistas multimillonarios como Mark Zuckerberg, de Meta, hacen noticia cuando la visitan, la prosperidad de Punta del Este está ligada a los argentinos y uruguayos de clase media alta que poseen segundas viviendas en la zona.
El balneario ubicado en la costa del Atlántico, famoso por su escultura de una mano gigante emergiendo de la arena, tiene muchos apartamentos de lujo, incluida la Trump Tower Punta del Este, pero poco espacio de oficinas modernas.
Carlos Lecueder, cuya empresa familiar Estudio Luis E. Lecueder administra nueve centros comerciales y seis torres de oficinas, dirige un grupo de inversionistas que está construyendo una torre de oficinas de US$ 42 millones con la marca World Trade Center en la histórica zona de la península. El edificio de 25 pisos podrá albergar al menos a 1,200 personas cuando se inaugure a principios del 2025.
“Para ser una ciudad de verdad está faltando un lugar donde trabajar”, dijo Lecueder en una entrevista desde su oficina en la capital, Montevideo.
Después de que el primer intento de lanzar la torre en el 2017 fracasara por falta de compradores, Lecueder obtuvo del Gobierno el estatus de zona franca, que exime a los arrendatarios que prestan servicios a clientes en el extranjero de pagar la mayoría de los impuestos nacionales.
Al mismo tiempo, la pandemia desencadenó una afluencia de argentinos y uruguayos adinerados que buscaban los espacios abiertos de una pequeña ciudad que también cuenta con muchos de los servicios, como hospitales y escuelas privadas, que se encuentran en las principales zonas urbanas como Montevideo y Buenos Aires.
“Yo lo llamo el triunfo de lo suburbano”, dijo Lecueder. “Eso juega a favor del desarrollo de Punta del Este como un lugar para vivir combinando con el trabajo”.
El potencial de Punta del Este para atraer residentes permanentes llevó al desarrollador Altius Group a planificar un proyecto inmobiliario de uso mixto llamado Atlántico en dos hectáreas en el extremo noroeste de la ciudad, donde se une con Maldonado. La inmigración argentina refuerza esa tendencia, dijo el presidente ejecutivo de Atlántico, Francisco Jorge.
“El argentino que se va a Punta del Este pensando en un retiro o semirretiro después, una vez que está ahí termina siendo comerciante o termina haciendo alguna actividad que genera a su vez movimiento y trabajo”, dijo Jorge.
Tras los retrasos causados por un cambio de dirección y la pandemia, Altius puso la primera piedra del proyecto de US$ 130 millones el año pasado. Jorge espera completar la primera fase, de US$ 86 millones, que comprende un centro comercial, un bloque de apartamentos de 18 pisos y una torre de oficinas de 14 pisos, a fines del 2024.
Aunque la ciudad tiene un viento de cola demográfico a su favor, Jorge dijo que todavía hay deficiencias en los servicios educativos, especialmente en las universidades y en la atención médica.
“Hay mucho nuevo habitante que es demandante de salud de primer nivel. Esa gente termina yendo a Argentina o incluso a los Estados Unidos para hacer alguna intervención un poquito más delicada”, comentó.
Ambiciones universitarias
La educación superior podría ser la clave para ayudar a Punta del Este a diversificar su economía, al igual que las universidades son un motor clave del desarrollo económico en las ciudades pequeñas y medianas de Estados Unidos Punta del Este y Maldonado ya cuentan con un grupo de al menos cuatro universidades y varios institutos técnicos.
Uruguayos que de otro modo habrían estudiado en la capital, Montevideo, se están matriculando en universidades locales gracias a la disponibilidad de actividades al aire libre como el surf, dijo Andrea Malaquín, decana del campus de Punta del Este de la Universidad Católica del Uruguay.
La Universidad Católica ha invertido US$ 3 millones en la ampliación del campus para atender unas 200 matrículas al año. Malaquín espera que el alumnado pase de poco más de 100 este año a más de 700 en el 2025; la universidad también agregó este año cuatro nuevas carreras, entre las que se incluyen desarrollo de software y psicología.
Aun así, Punta del Este aún está lejos de ganarse el apodo de “ciudad universitaria”. La infraestructura de transporte público y ciclismo ideales para los estudiantes deja mucho que desear y los trabajos durante todo el año son escasos, dijo Malaquín.
“Punta del Este tiene un tejido empresarial sólido. No es capaz de ofrecer empleo a una cantidad de personas que tal vez sueñan con venir a vivir en lugar así. Las empresas en realidad son pocas”, dijo.
El Gobierno y las cámaras empresariales han tratado de crear más puestos de trabajo estables para una economía que sigue dependiendo en gran medida de los turistas; cerca de 600,000 personas visitaron Punta del Este en el 2019.
Globant, el gigante informático que cotiza en Estados Unidos, emplea a más de 50 personas en la oficina que abrió el año pasado cerca del puerto de yates. El Gobierno provincial planea lanzar una licitación este año para construir y operar una zona franca de servicios y logística en unas 21 hectáreas cerca del aeropuerto local y el centro de convenciones, dijo Antía, el gobernador provincial.
“Nosotros percibimos que hay un interés de gente que se ha radicado en el departamento y abierto diferentes empresas, sobre todo gente vinculada a la tecnología” para trabajar en una zona franca, dijo. “Va a ser un atractivo para que otras empresas vengan”.