La Corporación Financiera Internacional (IFC, por su sigla en inglés), adscrita al Banco Mundial, exhortó a la banca privada en Latinoamérica a que asuma con “valentía” un “papel protagónico” en la “reconstrucción sostenible y verde” de la región, y cubrir así la “brecha enorme” de financiación de que adolece.
Para ello, el IFC, órgano del Banco Mundial encargado de los préstamos al sector privado, destina un 35% de promedio de sus operaciones globales de inversión (unos US$ 25,000 millones anuales) a respaldar medidas del sector bancario “alineadas” con estrategias y finanzas climáticas sostenibles.
Asumir un papel protagónico
El sector bancario en Hispanoamérica tiene en sus manos la ineludible responsabilidad de “apostar por la sostenibilidad” para “mitigar” los efectos del cambio climático en el planeta, dijo Carlos Serrano, responsable en IFC de los servicios de consultoría climática para el sector financiero en América Latina.
Serrano hizo estos comentarios mientras tiene lugar la 55ª Asamblea Anual de la Federación Latinoamericana de Bancos (felaban), que cuenta con el apoyo de la IFC y se celebra en Hollywood (Florida) hasta este martes.
Una cita que sirvió para que la IFC anunciara la celebración en Brasil en el 2022 del primer Congreso Latinoamericano de Banca Sostenible, piedra angular de una estrategia más amplia con vistas a impulsar la agenda de sostenibilidad y acelerar la transformación de los bancos de la región.
En este contexto y bajo el profundo impacto transversal de la pandemia, Serrano instó a los líderes del sector financiero a que acepten el “compromiso de convertirse en agentes de cambio” en la región, donde el 70%-80% del “financiamiento total”, recordó, se halla en manos de la banca.
“La banca no puede seguir siendo como era. Tiene que transformarse en una banca sostenible” y “alinearse” con los objetivos de la Agenda 2030 de Naciones Unidas sobre sostenibilidad y el pacto contra el cambio climático.
Principal barrera de la banca
Sin embargo, el sector bancario afronta una serie de barreras para una estrategia clara de sostenibilidad, la principal la “falta de conocimiento”, una carencia que la IFC combate desde hace unos años con la creación de la Green Banking Academy, que ha capacitado ya a más de 20,000 profesionales bancarios de la región.
Pero esta “falta de políticas claras para apostar por la sostenibilidad y la dimensión climática” es también responsabilidad de los Gobiernos del hemisferio, que deberían poner precio a la emisión de carbono, afirmó el experto de los servicios de asesoría y capacitación del IFC.
Insistió en la necesidad de “políticas favorecedoras de la sostenibilidad” en la región y lanzó un mensaje a las instituciones financieras al asegurar que “el mayor riesgo es no serlo (sostenible)”, ya que, apuntó, “la sostenibilidad es la mayor oportunidad de negocio que los banqueros tienen ante sí”.
Una oportunidad de negocio que se estima en un US$ 23,000 billones (en español, millón de millones) a nivel global hasta el 2030 en inversión climática.
Fijó a continuación una suerte decálogo con cuatro consejos sobre la sostenibilidad en el área bancaria en el ámbito de “financiación” (crecimiento económico), “social” (igualdad, disminución de la pobreza, microfinanciación), “ambiental y climático” y, finalmente, el de un “gobierno corporativo bueno”.
Esto cristalizaría en una dimensión donde las “personas y el planeta” disfrutan de prosperidad, porque a la postre, dijo, “la sostenibilidad siempre es rentable”.
La pandemia y el retroceso social y económico
En cuanto a la pandemia, si bien su “enorme” impacto ha supuesto un “retroceso en la agenda social y económica” con un aumento de la pobreza y desigualdad, también es cierto que conlleva una “fantástica oportunidad” al abrir un camino para la “reconstrucción sostenible” de ciudades, edificios y sociedades, destacó.
“Hago un llamado al sector privado y bancario para que tenga protagonismo” en el “crecimiento económico” en América Latina, dado la “limitada” capacidad de financiación y acción de la banca pública.
Solo así se podrá salvar la enorme brecha de financiamiento climático, que en el 2020 fue de US$ 600,000 millones, cuando se necesita una inversión diez veces mayor para cumplir con los Acuerdos de París del 2015 para afrontar la crisis climática y acelerar la descarbonización y la transición ecológica.
De hecho, y pese a que “se necesita una financiación diez veces mayor”, desde el IFC se apoya expresamente a “los bancos y empresas con capacitación, financiamiento y asesoría”.
Concluyó Serrano con la recomendación a la banca privada de que construya una “alta dirección valiente y visionaria” que entienda los riesgos y oportunidades derivados del cambio climático, “incorpore el cambio climático al proceso de sus activos financieros” y “desarrolle productos y servicios con beneficios ambientales”.
La agenda 2030 de las Naciones Unidas para los Objetivos de Desarrollo Sostenible, aprobada en el 2015, brinda una oportunidad histórica para que América Latina desarrolle un plan para abordar la pobreza y la desigualdad, proteger el medio ambiente y estimular una recuperación sólida y duradera.
Para lograr estos objetivos para el 2030, la región necesita movilizar entre 3,000 millones y US$ 14,000 millones al año en recursos financieros.
En el ejercicio del 2020, invirtió US$ 22,000 millones en empresas privadas e instituciones financieras de este grupo de países, aprovechando la capacidad del sector privado para ayudar a poner fin a la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida.