“Alarmante”, “caótica”, incluso como “una catástrofe”, así califican los trabajadores humanitarios de Haití cuando tratan de describir la situación que está causando una nueva epidemia de cólera en el país más pobre de la región.
Una gran parte de la población ha quedado aislada, sin acceso a atención sanitaria, ya sea por falta de combustible o por las brutales bandas armadas que controlan grandes zonas del país.
Y sin atención sanitaria, los enfermos de cólera pueden morir de deshidratación en apenas unas horas debido a la diarrea aguda.
“Es una catástrofe. Estamos desbordados”, dice a la AFP el doctor Jean William Pape, de la oenegé Gheskio, que gestiona dos de los 15 centros de tratamiento del cólera del país.
En uno de ellos, en la capital de Puerto Príncipe, “tenemos 80 camas, y están todas ocupadas”, explica. “Debido a la escasez de combustible, los habitantes de las barriadas me han dicho que ha habido varias muertes en sus zonas porque no era posible transportar a los enfermos”.
Una banda armada bloquea desde hace semanas un depósito de combustible clave en Varreux, al norte de la capital, agravando la ya de por sí crisis del país.
El Ministerio de Salud había registrado hasta el miércoles 33 muertes por cólera y 960 casos sospechosos. Y se teme que estas cifras sean mucho peores, según Bruno Maes, representante de UNICEF en Haití.
La situación, dicen los expertos, podría estar controlada ya que los casos graves de cólera son fácilmente tratables con unos días de reposo y rehidratación, además de que existe una vacuna contra la enfermedad.
Esa vacuna, sin embargo, solo es efectiva durante unos cinco años, y la última gran campaña de inoculación contra el cólera en Haití fue en 2017.
Los niños, los más afectados
Aproximadamente la mitad de los casos de cólera en Haití son niños menores de 14 años, particularmente vulnerables cuando sus sistemas inmunológicos están debilitados por la mala nutrición debido a la pobreza. “Muchos de ellos están muy mal alimentados”, advierte Pape.
La ONU calcula que 4.7 millones de haitianos, casi la mitad de la población del país, sufren de inseguridad alimentaria aguda.
El cólera está causado por la ingestión de agua o alimentos contaminados con una bacteria llamada vibrio cholerae.
Médicos Sin Fronteras (MSF) gestiona cuatro centros con 250 camas y una veintena de clínicas de rehidratación oral, explicó a la AFP el jefe adjunto de la misión, Moha Zemrag.
Según Zemrag, una de las prioridades es garantizar el acceso al agua potable en las zonas controladas por las bandas, como el barrio de Brooklyn, en la capital, que carece de este recurso desde hace tres meses.
El riesgo de secuestro por parte de las bandas impide entrar en estas zonas para desinfectar las casas y los edificios con cloro.
Aunque MSF ha establecido un sistema de transporte para llevar a su personal a los centros médicos de forma segura, la escasez de combustible amenaza con impedirlo “en unas semanas”, explica Zemrag.
También aumenta la preocupación por la situación de los habitantes de las zonas rurales, que, sin acceso a combustible, tienen que caminar durante días para recibir ayuda.
Se han detectado los primeros casos en la región sureña de Nippes y en Artibonite, al norte, pero los grupos armados bloquean las carreteras que conducen tanto al norte como al sur, dice Maes.
“Puerto Príncipe está literalmente rodeado, estrangulado”, agrega.
Las oficinas de UNICEF han sido saqueadas, y los envíos de medicamentos han sido bloqueados en el puerto.
Corredores humanitarios
El regreso del cólera ha revivido la pesadilla de la epidemia introducida por los cascos azules de las fuerzas de paz de la ONU, desplegados en 2010 tras el gran terremoto que asoló el país. La enfermedad se cobró más de 10.000 vidas desde entonces hasta 2019.
Pero las condiciones de hoy son diferentes, matiza Sylvain Aldighieri, subdirector de emergencias de salud pública de la Organización Panamericana de la Salud: “Por ahora, no estamos viendo una explosión (de casos) como la que observamos durante los primeros meses” de 2010.
Aldighieri recuerda que las autoridades del país tienen “10 años de experiencia con el cólera” y la clave es “reactivar los mecanismos” que funcionaron antes. Hacerlo, sin embargo, presenta desafíos.
La ONU impuso el viernes sanciones a varias bandas, incluido un embargo de armas, pero sigue dividida en cuanto al envío de una nueva fuerza internacional al país.
Estas tropas, dice Aldighieri, podrían establecer “corredores humanitarios para las zonas difíciles” y ayudar a liberar los suministros bloqueados en los puertos. Por el momento se espera que lleguen aviones con suministros adicionales en los próximos días, añade.