Desde hace dos décadas que Vladimir Putin es visto por sus rivales como alguien imprudente e impulsivo. Ahora que ordenó la invasión a Ucrania y puso a las fuerzas nucleares de Rusia en estado de alerta, muchos en Occidente se preguntan si es una persona peligrosamente inestable.
En los últimos días, Putin se ha visto incoherente al hablar de Ucrania por televisión, ha repetido teorías conspirativas sobre neonazis y una supuesta agresión de Occidente, ha regañado a su propio jefe de los servicios de inteligencia en el exterior frente a las cámaras, desde el otro lado de un salón del Kremlin en el que se presentó solo.
Ahora que las sanciones de Occidente amenazan con debilitar más todavía una economía rusa ya de por sí tambaleante, Putin dispuso un estado de alerta de sus armas nucleares en respuesta a las sanciones y a lo que describe como “declaraciones agresivas contra nuestro país”.
La incertidumbre acerca de lo que piensa aumenta el desconcierto en torno a la invasión de Ucrania. Las autoridades occidentales deben evaluar hasta qué punto comprende, o le interesa, el cataclismo que puede desatar. Tal vez esté explotando la imagen que se tiene de él desde hace tiempo.
Un colaborador del presidente francés Emmanuel Macron, que habló por teléfono con Putin el lunes, dijo que el líder ruso respondió a Macron “sin irritarse, de una forma muy fría y firme”.
“Es obvio que, con el estado mental del presidente Putin, existe el peligro de que las cosas escalen”, expresó el asesor, quien habló a condición de no ser identificado, acatando una práctica de la Presidencia de Francia. “Existe el peligro de una manipulación por parte del presidente Putin para justificar lo injustificable”.
Numerosos líderes han tratado de descifrar el pensamiento de Putin y se han equivocado en el pasado. En esta crisis Putin está exhibiendo las mismas características que mostró desde que asumió la conducción de Rusia. Ha ordenado invasiones a sus vecinos, promovido teorías conspirativas y falsedades, y lanzado operaciones audaces como la interferencia en las dos últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Dispuso medidas históricas como la anexión de Crimea en el 2014, tras consultar solo con su círculo íntimo de veteranos de la KGB. Desde hace tiempo que se rodea de figuras que no están dispuestas a comprometer sus carreras recomendando cautela, y mucho menos discrepando con él.
Ha hablado de una guerra nuclear en el pasado y en una ocasión dijo que, de estallar un conflicto de esa magnitud, los rusos irían “al cielo como mártires”.
Algunos expertos creen que Putin puede estar usando la posibilidad de un conflicto nuclear para debilitar el creciente apoyo a Ucrania y forzar concesiones. Sus últimos comentarios, por otro lado, dan a entender que las sanciones están surtiendo efecto.
“Son un indicio de que lo estamos alterando”, dijo Jim Townsend, exsubsecretario de Defensa de Estados Unidos y miembro del Center for a New American Security (Centro para una Nueva Seguridad Americana). “Debemos tener eso en cuenta y mantener la calma”.
Un funcionario estadounidense, que habló a condición de no ser identificado por comentar lo que piensa el gobierno, señaló que los servicios de inteligencia creen que Putin puede estar actuando en forma impulsiva, alentado por viejos reclamos.
Macron se reunió recientemente con Putin y habló con él por teléfono varias veces antes de la invasión. Un funcionario francés declaró que Putin “no es el mismo de antes”, que se lo nota “más rígido y aislado”.
Esa es precisamente la impresión que generan videos de reuniones de Putin con dignatarios extranjeros y con sus propios colaboradores, en las que se lo ve en el extremo de una larga mesa. En esas charlas, ningún funcionario ruso lo contradijo.
“Nos preocupa (la posibilidad de) que este individuo aislado se haya transformado en un megalómano y se considere la única figura histórica que puede reconstruir la vieja Rusia o recrear la noción de la esfera soviética”, afirmó el senador estadounidense demócrata Mark Warner, quien preside la comisión de inteligencia de la cámara alta.
Putin siempre quiso recuperar la gloria perdida, suprimir la oposición y mantener a los vecinos en la órbita de Moscú. En el 2005 sostuvo que la caída de la Unión Soviética había sido “la peor catástrofe geopolítica del siglo”.
Rusia libró una guerra con Georgia, anexó la región ucraniana de Crimea, apoyó a los separatistas de la parte oriental de Ucrania y este año movilizó brevemente soldados para acallar protestas en Kazajstán.
Putin dice que “Estados Unidos rebasó sus fronteras de mil maneras. Prueba de ello son las medidas económicas, políticas, culturales y educativas que impone a otras naciones”.
Dmitry Medvedev, hombre de Putin que ejerció la presidencia cuando Putin no pudo volver a postularse al haber caducado su mandato, advirtió en el 2019 que si Occidente marginaba a Rusia del sistema financiero Swift, ello equivaldría a una declaración de guerra.
Occidente dejó afuera del Swift a importantes bancos rusos y el rublo se desplomó.
En el 2018, Putin dijo que Rusia jamás iniciaría un conflicto nuclear, pero especuló que respondería a un ataque enemigo inminente. Socarronamente, agregó: “Seríamos víctimas de una agresión e iríamos al cielo como mártires. Y ellos simplemente morirían, sin tener tiempo siguiera de arrepentirse”.