”A cada segundo pensábamos que íbamos a morir”, cuenta Ortal Dadya, una israelí de 39 años, poco después de salir del cuarto donde se refugió con su familia durante la violenta incursión de milicianos de Hamás en Sederot, cerca de la Franja de Gaza.
“Nunca vi algo así”, agrega apabullada, en un sentimiento compartido con los demás habitantes de esa ciudad que tras el ataque quedó plagada de charcos de sangre y de cascos de balas.
El olor a metal quemado aún permea en el aire, con columnas de humo elevándose de una calcinada comisaría.
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Sederot es una de las localidades israelíes atacadas el sábado por milicianos palestinos mientras se disparaban cohetes desde la Franja de Gaza.
La ofensiva desencadenad por el movimiento palestino islamista Hamás, que gobierna Gaza, dejó más de 600 muertos y 2.000 heridos en Israel, según las autoridades.
En Gaza, los bombardeos lanzados como réplica por Israel dejaron más de 400 muertos de momento, indicó el Ministerio de Salud palestino.
En Sederot, el ataque sumió a la población en la inseguridad. “Quiero salir de Sederot, pero tengo miedo y mis hijos no quieren irse”, contó Dadya, de pie en el hueco de una escalera, a la AFP.
Las autoridades israelíes aún no han desvelado cuántos de los 600 fallecidos murieron en el ataque contra Sederot.
“Sólo esperamos que todo acabe”
En la ciudad, los rastros de la violencia son omnipresentes. En algunas partes, las moscas revolotean alrededor de ropa ensangrentada. En otras, se ven coches acribillados y abandonados. Y frente a la comisaría, material médico esparcido por la calle.
Daniel Machluf, que estaba de visita en la ciudad, cuenta que perdió amigos. Otros resultaron heridos.
“Empezaron los cohetes y nos quedamos sentados esperando a que terminaran. Después, empezaron a oírse las balas”, relata el joven, de 24 años.
“Sólo esperamos que ahora todo acabe”, añade, mientras se escuchan explosiones en el fondo, procedentes de la gaza.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, advirtió a la población que la guerra será “larga y difícil”.
Aunque en los últimos años la población que vive cerca de la frontera se ha acostumbrado a oír las sirenas de los ataques aéreos, el número de víctimas israelíes en anteriores guerras contra Hamás ha sido muy inferior al de víctimas palestinas.
Yaakov Shoshani, de 70 años, cuenta que cuando se enteró de que hombres armados habían irrumpido en Sederot, agarró un cuchillo y un destornillador.
“Aquí han fallado todos los sistemas, todo lo relacionado con la inteligencia, la inteligencia militar, la inteligencia civil, todo lo relacionado con los sensores y la valla [de Gaza], todo ha fallado”, constata.
Fuente: AFP
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