Disidentes, magnates o informáticos: la sociedad civil de Israel se moviliza por la guerra
Disidentes, magnates o informáticos: la sociedad civil de Israel se moviliza por la guerra

Aún traumatizada por las masacres y secuestros masivos del grupo islamista , la sociedad israelí ha dejado de lado su profunda polarización y ha construido un centro de emergencias civil para hacer frente a la guerra: los reservistas lideran la logística, los ciudadanos acopian donaciones y los cerebros de la alta tecnología rastrean desaparecidos.

Entre las palmeras y los rascacielos tornasolados que caracterizan a la cosmopolita Tel Aviv, capital financiera, tecnológica e intelectual de el Centro de Convenciones de la ciudad se ha convertido en un hormiguero desde el 7 de octubre, cuando estalló la guerra con Hamás, que gobierna de facto en la Franja de .

Miles de israelíes de todos los perfiles -informáticos, artistas, magnates, expertos en inteligencia, líderes políticos y reservistas- han dejado sus empleos y su cotidianidad para responder a la emergencia que viven las víctimas en Israel: más de 1.400 muertos, casi 4.000 heridos, por lo menos 120 rehenes, decenas de miles de desplazados y un número indeterminado de desaparecidos.

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En este centro de operaciones cada uno se remanga la camisa para colaborar en lo que puede, dejando de lado la profunda división social que trajo el Gobierno de Benjamín Netanyahu y sus socios ultranacionalistas y ultraortodoxos.

“Mientras los cañones estén disparando, estaremos apoyando, todos unidos. Cuando se acabe la guerra pediremos cuentas al Gobierno”, dice a EFE Noam Lanir, un acaudalado empresario de 57 años que forma parte de Hermanos en Armas, una organización de reservistas que se negó a prestar servicio militar en protesta por la iniciativa de Netanyahu para restar autonomía a la Justicia.

“En cuanto estalló la guerra transferimos todos nuestros esfuerzos de protesta hacia labores de apoyo al Ejército, a los ciudadanos”, explica el magnate, que ofrece vuelos en aviones privados para transportar soldados reservistas o familiares de víctimas que están en el extranjero hasta Israel.

“Kakistocracia”

El estacionamiento del Centro de Convenciones de Tel Aviv funciona como búnker de protección ante el constante lanzamiento de cohetes desde Gaza y también como epicentro de acopio de víveres e insumos que llegan de todo el país.

Un ejército de personas trabaja en la organización, clasificación, empaque y envío de la ayuda, mientras otras tienen los ojos clavados en sus computadoras y teléfonos gestionando las aplicaciones y sitios web creados especialmente para la contienda humanitaria.

El frenesí de trabajo se pausa unos instantes cuando aparece alguna figura importante, como el líder de la oposición y exministro de Defensa, Benny Gantz, quien acordó formar un Gobierno de emergencia con Netanyahu mientras dure la guerra. Algunos se le acercan para tomarse una foto y explicarle las necesidades más apremiantes.

También está presente Shikma Bressler, una científica que se convirtió en uno de los rostros más mediáticos del histórico movimiento de protesta contra Netanyahu.

En la emergencia de la guerra, que ya cumplió 10 días, la sociedad civil está “llenando todos los vacíos que deja el Gobierno, porque después de tantos años con Netanyahu a cargo, el aparato burocrático está roto”, detalla a EFE Bressler, quien lamenta que el primer ministro haya nombrado en su gabinete “a la gente que le es fiel, sin importar si estaba preparada para asumir el cargo”.

Para ella, el actual Ejecutivo israelí es una “kakistocracia (un Gobierno formado por los más incompetentes), con corrupción y ausencia de autocrítica, lo cual caracteriza a los países no democráticos”.

Inteligencia civil

El pujante sector de la alta tecnología de Israel ha puesto a sus eminencias y emprendedores al servicio de la causa.

“Instalamos el cuartel general civil más grande, que unifica toda la logística, la comida y la ropa que se necesita”, indica a EFE Guy Margalit, gerente de proyectos de Wix, una empresa especializada en la creación de sitios web, que ha hecho portales y aplicaciones para organizar la inscripción y despliegue de voluntarios, así como la distribución de las ayudas.

En el portal, que ha sido visitado por más de 200.000 personas desde que estalló la guerra, las víctimas pueden acceder a un psicólogo especializado en trauma o a una familia dispuesta a acogerlas mientras vuelven a encontrar casa propia.

Además, los desarrolladores de programas de inteligencia han instalado una enorme oficina, con más de 400 voluntarios, para rastrear a los desaparecidos e identificar a los muertos con y herramientas de reconocimiento facial y corporal.

Cada víctima tiene un expediente con gran cantidad de información personal -fotos, videos, ultima geolocalización, ADN-, que es comparado con las evidencias recolectadas por la Policía y el Ejército, así como con imágenes de redes sociales publicadas por testigos o incluso por los milicianos.

La identificación es compleja pues muchos de los muertos fueron quemados o desmembrados, y es difícil saber si los rehenes siguen vivos tras los intensos bombardeos de Israel sobre la Franja de Gaza.

“Tenemos a los cerebros con más maestría del sector de la alta tecnología de Israel”, quienes a la vez deben demostrar “nervios de acero, porque lo que están viendo es insoportable”, asegura Amit Farman, vocero del colectivo.

“La paradoja de esto es que el éxito de la misión, es decir, cuando encontramos un ‘match’, significa que podemos confirmar que alguien está muerto o secuestrado en Gaza, es decir, confirmamos un infierno, o un doble infierno”, lamenta.

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