Los países del G7 y de la Unión Europea (UE) acordaron este jueves restringir las transacciones de oro del Banco Central de Rusia (BCR) para evitar que el gobierno ruso utilice sus reservas en este metal con el objetivo de sortear las sanciones adoptadas por la comunidad internacional por la guerra en Ucrania.
Cortar la capacidad del Kremlin para aliviar el impacto de las represalias es uno de los principales objetivos que las principales potencias mundiales han adoptado desde el inicio de la guerra con los primeros paquetes sancionadores, que consiguieron depreciar la divisa rusa hasta los 130 rublos por dólar, desde los 80 rublos por dólar de antes de la invasión.
Una de las medidas con más efecto fue la congelación de la mitad de las reservas del BCR pero el Kremlin ha actuado desde entonces para intentar sostener el rublo, que recuperó cierto terreno con el paso de los días y especialmente después de que Moscú anunciara que sólo aceptará pagos en su moneda por las ventas de gas y petróleo.
La Casa Blanca fue el primer gobierno en informar del acuerdo alcanzado en el G7, que encarga a sus ministros que vigilen la “total aplicación” de las sanciones adoptadas hasta ahora y coordinen “respuestas relacionadas con medidas de evasión”, entre las que se incluyen las “transacciones de oro del Banco Central de Rusia”.
Más petróleo de la OPEP
En un comunicado, los líderes de Estados Unidos, Canadá, Alemania, Japón, Francia, Italia y Reino Unido prometen que buscarán alternativas a la energía rusa y apuntan directamente a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) como actores “clave” para asegurar un suministro energético global que deje a Rusia al margen.
“Seguiremos trabajando con ellos y con todos los socios para garantizar un suministro energético global estable y sostenible”, remarca el G7 en su comunicado, en el que también enfatiza que “esta crisis refuerza su determinación para lograr los objetivos” de los acuerdos climáticos de París y Glasgow.
Las mayores potencias mundiales expresan también su “solidaridad” con todos los países que “tienen que soportar el precio creciente” de la guerra “unilateral” del presidente ruso Vladimir Putin, que “pone en riesgo la recuperación económica global”, daña las cadenas internacionales de suministro y perjudica a “los países más frágiles”.
El efecto “Inmediato” que destaca el G7 es la “presión” que la guerra supone para la seguridad alimentaria y, en consecuencia, instan a que las sanciones adoptadas contra Rusia “tengan en cuenta la necesidad de evitar un impacto global en el comercio agroalimentario”.
Uso de armas químicas, biológicas y nucleares
Con respecto al conflicto armado, las potencias del G7 exigen a Rusia que no utilice en la guerra armas químicas, biológicas y nucleares y se ciña a los acuerdos internacionales “que ha firmado” y “nos protegen a todos” de sus efectos.
También advierten de que el ataque ruso “ha puesto en riesgo la seguridad de las centrales nucleares de Ucrania” y genera “riesgos extremos para la población y el medioambiente, con un resultado potencial catastrófico”.
Otro frente importante de atención para el G7 y la UE es la lucha contra los ataques cibernéticos en Ucrania y en sus países, por ello han tomado medidas para aumentar la resistencia de sus infraestructuras de forma coordinada y trabajaremos para responsabilizar a quienes realicen actividades destructivas, perturbadoras o desestabilizadoras en el ciberespacio.
Apoyo a Ucrania y presión a Rusia
Los líderes del G7 redoblaron su apoyo “al gobierno y al pueblo” de Ucrania y su unidad para restablecer la paz y la estabilidad y defender el derecho internacional, manifestada de forma aplastante en una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 2 de marzo, al tiempo que instaron a Rusia a acatar “sin demora” la orden de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de suspender las operaciones militares y retirar sus fuerzas y equipos de todo el territorio de Ucrania.
“Horrorizados” por los ataques contra objetivos civiles, incluidos los hospitales y las escuelas, los líderes apoyan al giscal de la Corte Penal Internacional (CPI) para recoger pruebas de los crímenes de guerra, en el asedio de Mariúpol y otras ciudades ucranianas, e instaron a facilitar inmediatamente ayuda humanitaria y vías de acceso seguras a otras partes de Ucrania.
Paralelamente, pidieron expresamente a Bielorrusia que se mantenga al margen y advirtieron que estarán atentos a si otros países dan ayuda militar y de otro tipo a Rusia, en una clara advertencia a China.
“No escatimaremos esfuerzos”, dicen los líderes del G7 y de la UE, para que Putin y los artífices y partidarios de la guerra, incluido el régimen bielorruso de Alexander Lukashenko, “rindan cuentas de sus actos”.
De mismo modo, se mostraron decididos a intensificar su apoyo a la heroica resistencia del pueblo ucraniano y a los países vecinos que están recibiendo el mayor éxodo de ucranianos. En este sentido, se comprometieron a acoger, proteger y apoyar a los refugiados.
Apoyo al pueblo ruso
“El pueblo ruso debe saber que no les guardamos rencor”, dicen los líderes, tras mostrar su preocupación por la escalada de represión y hostilidad de los dirigentes hacia los ciudadanos rusos, pero también bielorrusos, a los que se les priva el acceso a una información veraz.