El mes pasado, el OEDT publicó sus últimos datos sobre muertes relacionadas con drogas en Europa.
El mes pasado, el OEDT publicó sus últimos datos sobre muertes relacionadas con drogas en Europa.

Aunque se responsabiliza a las farmacéuticas de alimentar la epidemia de , parece que no tienen nada que temer en Europa, donde se supone que el uso indebido de opioides no es tan desenfrenado. Sin embargo, la Unión Europea debería analizar más de cerca los datos y tomar sus propias medidas contra la comercialización irresponsable de opioides analgésicos.

En su informe del 2019, el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT), una institución de la UE, dice con cierto orgullo que Europa ha evitado el desastre que los opioides han causado en el sistema de salud pública de EE.UU. mediante la introducción de “medidas pragmáticas de reducción de daños y tratamiento”. No obstante, lo más probable es que la UE no ha recopilado y analizado en profundidad el mismo tipo de datos que permite a los observadores estadounidenses tener una imagen clara de la epidemia.

El mes pasado, el OEDT publicó sus últimos datos sobre muertes relacionadas con drogas en Europa. Revela que los opioides son un grupo de drogas responsable de una abrumadora mayoría de estas muertes, pero dado que recopila datos de 30 países (Estados miembros de la UE más Noruega y Turquía), es difícil para el OEDT generalizar las estadísticas sobre qué drogas en particular cobran más muertes en todo el continente. Para darse una mejor idea de lo que está sucediendo, es necesario profundizar el análisis de datos nacionales, que usualmente son confusos e inutilizables en comparaciones transfronterizas.

Estos datos específicos por país generalmente muestran una clara tendencia hacia un mayor uso de opioides formulados.

Según el OEDT, en Noruega, la heroína representaba casi la mitad de las muertes por drogas en el 2006; en el 2017, el último año con datos disponibles, se redujo a 20%, y los opioides sintéticos surgieron de la nada como la causa de 17% de las muertes. ¿Cuál sería la razón probable? Un aumento de 279% en las fórmulas de oxicodona y un aumento de 218% en las de tramadol a pacientes masculinos entre 2006 y 2016.

En el Reino Unido, una investigación de la BBC el año pasado evidenció un crecimiento igualmente alarmante en las fórmulas de opioides entre el 2007 y 2017, y una tendencia al alza en las muertes por opioides.

La semana pasada, un informe en la venerable publicación médica del Reino Unido The Lancet informó que Países Bajos tenía el mismo problema. Allí, el número de usuarios de opioides formulados casi se duplicó a 7,489 personas por cada 100,000 habitantes entre el 2008 y 2017, principalmente porque el número de usuarios de oxicodona se cuadruplicó. Durante el mismo período, el número de ingresos hospitalarios relacionados con opioides se triplicó, y la heroína se menciona cada vez menos como intoxicante primario. Además, en el 2014, la tasa de mortalidad por opioides comenzó a aumentar.

Datos de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de las Naciones Unidas (JIFE) muestran que, si bien el consumo de opioides formulado está disminuyendo en EE.UU., el mayor consumidor del mundo, no se puede afirmar lo mismo sobre los países de la UE. Los médicos parecen haber caído en la misma trampa que sus contrapartes estadounidenses, vendida con los mismos medicamentos por las mismas compañías farmacéuticas.

Los niveles de muertes por drogas en Europa no son tan alarmantes como en EE.UU. (aunque hay algunas excepciones, Escocia, por ejemplo), en parte porque el enfoque más inteligente del continente en terapia de reemplazo y otras formas de reducción de daños ha asegurado que haya menos mortalidad por heroína. Esto tiende a crear una falsa sensación de seguridad. Hay un lapso de retraso entre el aumento del consumo y el aumento de las muertes, y algunos países europeos podrían enfrentarse a sus propias epidemias visibles antes de que reguladores y políticos se den cuenta, como pasó en EE.UU.

Históricamente, los médicos en la mayoría de países europeos han adoptado una postura más exigente sobre el dolor que sus colegas estadounidenses: no han mostrado tanta disposición a formular opioides. Una razón es que no han tenido tanta presión de activistas que insisten en que el alivio del dolor es un derecho humano. Las pautas para su formulación son más estrictas y se siguen más de cerca, y las compañías de seguros dudan más en cubrir ciertos tratamientos.

Sin embargo, cuando los médicos responden a los esfuerzos de mercadeo de las farmacéuticas, las cosas empiezan a cambiar rápidamente: los pacientes comienzan a exigir el opioide de preferencia y, para los médicos, a menudo sobrecargados de trabajo, es cada vez más difícil rechazar esta solicitud.

Europa no debería sentirse excesivamente orgullosa de haber evitado una emergencia al estilo estadounidense. Es hora de unificar los estándares de recolección y análisis de datos para dejar en claro qué países enfrentan cambios peligrosos en la manera en que los médicos manejan el dolor. También es hora de analizar las prácticas europeas de las mismas farmacéuticas que han sido declaradas culpables de comercialización de opioides excesivamente agresiva en EE.UU. El control de daños debe prevenir, y no imitar, los picos de las estadísticas de mortalidad.

Por Leonid Bershidsky

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