El complejo de la mezquita de Al Aqsa, fotografiado desde el Monte de los Olivos, en Jerusalén © Ahmad Gharabli / AFP
El complejo de la mezquita de Al Aqsa, fotografiado desde el Monte de los Olivos, en Jerusalén © Ahmad Gharabli / AFP

Las noticias de la mañana están en “un rincón de (su) mente”, pero Ditza Kornfeld, israelí de 63 años, no cambiará su rutina tras el anuncio de explosiones en el centro de atribuidas a represalias israelíes por el ataque lanzado por Teherán contra el Estado hebreo el fin de semana.

“Estamos acostumbrados a estas situaciones anormales”, afirma esta guía turística, cuya actividad se ha frenado desde el inicio de la guerra en la el 7 de octubre.

Su principal preocupación es terminar a tiempo la comida para las celebraciones de Pesaj, la Pascua judía, que comienzan el lunes por la noche.

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juró hacer pagar a Irán por su ataque sin precedentes en territorio israelí el 13 de abril, en represalia al bombardeo del consulado iraní en Damasco, atribuido al Estado hebreo, ocurrido el 1 de abril.

Varias explosiones sacudieron este viernes el centro de Irán, en lo que responsables norteamericanos, citados por medios de , presentaron como un ataque israelí en represalia por los y misiles disparados por Teherán.

Irán minimizó el impacto de las explosiones del viernes, sin acusar directamente a Israel, que no reivindicó la autoría.

“Juego de niños”

Amitay Bendavid, dueño de una tienda de antigüedades, estima que las hostilidades, durante mucho tiempo indirectas, cruzaron un umbral.

Entre Israel e Irán, “era una guerra fría, y ahora es un país contra el otro”, dice el anticuario. Israel “debe golpear fuerte, no así, esto es un juego de niños”.

Bendaviv ya no cree en una solución diplomática, aunque teme una escalada: “Israel no tiene elección” porque Irán “no entiende de palabras, solo entiende de sangre y poder”, afirma este hombre de 37 años.

Mordeachay Menarsheof, un tendero de 33 años, también asume una postura marcial: “la solución diplomática no es la adecuada”, dice. “Nosotros queremos la paz, pero ellos no la quieren”.

En la puerta de su zapatería de la calle Jaffa, arteria central de Jerusalén, este judío de origen iraní pide “palabras fuertes” contra Irán, al que acusa de “financiar el terrorismo” en

El taxista Yossi Basher espera por su parte que se silencien las armas para que Israel pueda tener “buenas relaciones con sus vecinos”.

“Necesitamos ambas”, una solución militar y otra diplomática, abunda Ditza Kornfeld, para quien “un acuerdo con Irán” debe implicar a la comunidad internacional.

Pero para que prevalezca la diplomacia, es necesaria una confrontación armada, opina Amitay Bendavid, citando el ejemplo de la Guerra de los Seis Días de 1967, marcada por la victoria de Israel frente a una alianza militar de , y

“¿Por qué Jordania y Egipto hicieron la paz con Israel? Porque lucharon contra nosotros y perdieron, eso es todo”, dice.

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