En Zúrich, quienes buscan un apartamento llevan vino y chocolates a la visita para destacar entre la multitud. En Ámsterdam, los estudiantes universitarios pasan meses tratando de encontrar alojamiento antes de que empiecen las clases. En Dublín y Lisboa, los jóvenes profesionales se rinden y regresan a vivir con sus padres.
En las principales ciudades europeas, los inquilinos se enfrentan a una grave escasez de oferta que está elevando los precios a máximos históricos. El aumento de las tasas hipotecarias ha obligado a la gente a renunciar a la compra de vivienda, al tiempo que la inflación aumenta el costo de los materiales de construcción, lo que perjudica la oferta.
Las políticas gubernamentales y las tendencias laborales posteriores a la pandemia han empujado a los trabajadores extranjeros cualificados, que a menudo pueden pagar más que los locales, hacia París, Dublín, Berlín y Lisboa, mientras que el regreso de los estudiantes después del COVID ha disparado la demanda en lugares como Londres y Ámsterdam.
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La tendencia al rápido aumento de los alquileres desde la pandemia no es exclusiva de Europa, pero se ha visto exacerbada en el continente por el tamaño relativamente pequeño de las ciudades y la mayor concentración de edificios históricos y de baja altura. Si los Gobiernos no toman medidas, sobre todo en lo que respecta a la oferta, corren el riesgo de aumentar drásticamente la desigualdad, ya que quienes no pueden permitirse comprar una propiedad destinan una parte mayor de sus ingresos a la vivienda.
“Los alquileres están subiendo y eso está haciendo la vida especialmente difícil para las personas que no tienen una riqueza generacional”, dijo Christine Whitehead, profesora de economía de la vivienda en la London School of Economics. “Hay mucha diferencia entre una persona de 25 años que busca una vivienda, con padres que ya son propietarios y tienen inmuebles alquilados, y jóvenes que empiezan completamente solos”.
En Ámsterdam las cosas son difíciles incluso para los universitarios que cuentan con apoyo local. Hendrine van Walbeek, de 54 años y propietaria de una pequeña empresa en Terneuzen, al suroeste de los Países Bajos, empezó a buscar en páginas web de alquiler habitaciones para su hijo Mike cerca de Ámsterdam en abril, conectándose al menos 10 veces al día para comprobar si había novedades. En agosto, a pocas semanas del comienzo de su curso en la capital, en septiembre, al estudiante de física no lo habían llamado a ninguna visita.
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Hendrine intentó una estrategia diferente: creó un anuncio sobre Mike con detalles de sus intereses y requisitos, y lo publicó en las redes sociales. Gracias a eso, Mike recibió unas cuantas invitaciones y, cuando faltaban menos de quince días para el comienzo del curso, la familia encontró por fin una habitación por € 500 al mes, facturas incluidas, en Uithoorn, un suburbio a 45 minutos de la universidad de Mike.
“Hay que ser implacable para que funcione”, dijo Van Walbeek. “Es tan simple como que hay demasiada gente que quiere vivir allí y no hay suficientes habitaciones”.
La escasez de viviendas es especialmente grave en la capital holandesa porque la ciudad se ha convertido en un imán para los extranjeros: 18.000 recién llegados se mudaron a la ciudad de unos 882,000 habitantes en 2022.
Empresas holandesas como ING Groep NV, Royal Philips NV y Just Eat Takeaway.com NV han ampliado su fuerza laboral en los últimos años. El clima fiscal favorable de la ciudad la ha hecho atractiva para grandes empresas internacionales como Tesla Inc y Netflix Inc., que han instalado allí sus sedes europeas. El crecimiento “extremo” de la población ha dejado a la ciudad con una escasez de alrededor de 200,000 viviendas, según un informe reciente del Gobierno de la ciudad.
Otras capitales se encuentran en una situación similar. La población de Dublín ha crecido casi un 12% en la última década, ya que las exenciones fiscales crearon incentivos para que empresas farmacéuticas y tecnológicas internacionales como Meta Platforms Inc., Google de Alphabet Inc. y Pfizer Inc. establecieran allí sus sedes europeas.
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Las políticas están empezando a provocar una reacción en contra, ya que las empresas citan con frecuencia la vivienda como uno de los principales desafíos para la contratación y la retención. La aerolínea de bajo coste Ryanair Holdings Plc. alquiló alojamientos para estudiantes durante el verano para alojar a su personal y está considerando la posibilidad de comprar apartamentos para sus trabajadores, según informan los medios locales.
En Zúrich, sede del mayor centro de investigación de Google fuera de Estados Unidos, la tasa de vacantes en el alquiler de apartamentos es de solo el 0.07% y las colas para verlos suelen superar las 100 personas. Se ha convertido en norma que los buscadores de apartamentos lleven cartas de recomendación, contactos de recursos humanos, estados bancarios y regalos como vino y bombones cuando se les invita a ver una propiedad.
Walter Angst, codirector de la asociación de inquilinos de Zúrich, prevé que los alquileres suban alrededor de un 30% de aquí a 2025, ya que el aumento de las tasas de interés hace subir la demanda. Muchos hogares ya gastan más de una cuarta parte de sus ingresos disponibles en alquiler, por lo que mucha se verá obligada a abandonar la ciudad, acelerando una transformación de los barrios que ya se está produciendo a una “velocidad vertiginosa”, dijo.
En muchas ciudades del este de Europa, la escasez de viviendas y el aumento de los precios de los alquileres se están viendo agravados por la repentina afluencia de ucranianos que huyen de la guerra. Los precios de los alquileres en Estonia, uno de los principales destinos de los refugiados ucranianos, aumentaron un 22% en 2022, según Eurostat.
Los inquilinos en Tallin a menudo se ven obligados a hacer concesiones, mudándose a propiedades más pequeñas y más baratas y alquilando en ciudades más pequeñas fuera de la capital si es posible desplazarse, según Risto Vahi, analista de la firma de corretaje inmobiliario Uus Maa.