En un contexto de rivalidad entre los potenciales candidatos a reemplazar a una muy debilitada Theresa May, el gobierno británico se vio sacudido el viernes por un escándalo de filtración a la prensa y un ultimátum a los ministros para identificar al responsable.
El escándalo comenzó cuando el diario Daily Telegraph anunció el miércoles la decisión de la primera ministra de permitir que el grupo chino Huawei participe, aunque de forma limitada, en el desarrollo de la red británica de telefonía móvil 5G, pese a las advertencias de Estados Unidos, que acusa a esa empresa de espiar para el gobierno de Pekín.
La autorización se habría dado durante una reunión del Consejo de Seguridad Nacional, compuesto por ministros y altos responsables de seguridad y presidida por May, cuyos participantes tienen un deber legal de confidencialidad.
La filtración llevó, según el diario The Guardian, al secretario del gabinete Mark Sedwill a escribir a los presentes en la reunión para preguntarles si son o no responsables.
Sedwill extendió su investigación al conjunto de consejeros de los ministros y a todos los funcionarios que tuvieron acceso a dicha información.
Este escándalo tiene lugar en un momento en que varios miembros del ejecutivo rivalizan desde hace semanas con sus declaraciones buscando posicionarse como sucesores potenciales de May, muy fragilizada por su gestión del Brexit, quien anunció que dimitirá en cuanto el Parlamento apruebe el acuerdo de divorcio con la Unión Europea.
Varios ministros, encabezados por el titular de Relaciones Exteriores Jeremy Hunt negaron rápidamente toda implicación.
Desde China, donde se encontraba de viaje, el ministro de Finanzas, Philip Hammond, consideró el viernes que la información filtrada no es "demoledora" pero que es importante "proteger el principio" de confidencialidad.