En el corazón de Kasigau, una extensa zona salvaje en el sur de Kenia, un equipo de siete personas con papel y cintas métricas estudia un árbol anodino. Nudoso y sin hojas, tiene un gran valor: almacena carbono.
Y el equipo quiere saber exactamente cuánto hay encerrado en este bosque semiárido de 200,000 hectáreas en el sur del país africano.
“Queremos estar absolutamente seguros de que contamos cada árbol”, declara Geoffrey Mwangi, responsable científico de la empresa estadounidense Wildlife Works, mientras trabajadores miden las dimensiones de otra especie espinosa.
La información se traduce en créditos de carbono, con los cuales se han recaudado millones de dólares vendiéndolos a grandes empresas como Netflix y Shell, que buscan compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar sus credenciales verdes.
Al acelerarse el cambio climático y crecer la presión sobre empresas y países para que tomen medidas, se ha disparado la demanda para este tipo de créditos.
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Países africanos quieren una porción mayor de ese mercado de US$ 2,000 millones anuales que debe multiplicarse por cinco para 2030.
África produce solo 11% de las compensaciones mundiales, pero cuenta con la segunda mayor selva tropical del planeta y con ecosistemas que absorben carbono, como manglares y turberas.
El presidente de Kenia, William Ruto, quien esta semana dirigirá la cumbre climática africana en Nairobi, dijo que los sumideros de carbono de África son una “mina de oro económica sin par”.
“Tienen el potencial de absorber millones de toneladas anuales de CO2, lo cual debería traducirse en miles de millones de dólares”, declaró el lunes.
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Gran interés
Un solo crédito representa una tonelada de dióxido de carbono removido o reducido de la atmósfera. Las empresas compran créditos generados mediante actividades como la energía renovable, siembra de árboles o protección de bosques.
Pero los mercados del carbono están en gran parte sin regulación y hay denuncias de que algunas compensaciones, en particular aquellas basadas en bosques, hacen poco por el medioambiente o explotan a las comunidades, lo cual ha provocado una caída en sus precios este año.
Kenia genera la mayoría de las compensaciones en África y pese a la incertidumbre del mercado, considera que hay un potencial para una industria local mucho más grande capaz de crear empleos y crecimiento económico.
“Hay un interés masivo. Tenemos 25% del mercado africano (de los créditos de carbono) en Kenia y esperamos expandirlo”, asegura Ali Mohamed, enviado especial del presidente para el cambio climático.
En Kasigau, unos 330 km al sureste de Nairobi, propietarios y comunidades reciben fondos para mantener el bosque intacto con miras a un proyecto de créditos de carbono a cargo de Wildlife Works, el mayor desarrollador de compensaciones en África.
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Según Joseph Mwakima, de Wildlife Works, los ingresos del proyecto dieron empleo a unas 400 personas y financiaron infraestructuras de agua, educación y salud en zonas marginales de Kenia.
Mike Korchinsky, fundador de la empresa, dice que al menos la mitad de los ingresos fueron destinados a las comunidades.
Los bosques protegidos en este marco eran antes talados para leña y carbón, degradando un hábitat crítico para la vida silvestre. Evitar la deforestación ayuda a las metas climáticas al mantener el carbón en el suelo y los árboles en lugar de la atmósfera.
El Proyecto REDD+ del Corredor Kasigau fue el primero en el mundo en generar certificados de créditos de esta forma.
Según Wildlife Works, el proyecto ha sido verificado de forma independiente nueve veces desde 2011, y ha evitado unos 22 millones de toneladas de emisiones de CO2.
Kenia emite unas 70 millones de toneladas anuales de CO2, según Climate Watch, una plataforma administrada por el World Resources Institute que rastrea las emisiones nacionales de gases de efecto invernadero.
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“Falsas soluciones”
La Iniciativa del Mercado Africano del Carbono, lanzada en la COP27 en noviembre pasado, considera que para 2030 se podrán generar en el continente 300 millones de créditos anualmente, un aumento de 19 veces superior a los volúmenes actuales.
Para Kenia, esto significaría más de 600,000 empleos e ingresos por US$ 600 millones anuales.
Pero estas proyecciones asumen un precio del carbono por encima del valor actual, y un aumento masivo en el financiamiento en tiempos de gran volatilidad en este mercado, que intenta recuperar su credibilidad e integridad.
Antes de la Cumbre Africana del Clima en Nairobi, más de 500 organizaciones de la sociedad civil escribieron a Ruto para urgirle que dejara de lado el mercado del carbono y otras “falsas soluciones impulsadas por intereses occidentales”.
“En realidad, estos abordajes envalentonarán a los países ricos y las grandes corporaciones a seguir contaminando el mundo, en detrimento de África”, señalaron.
Joseph Nganga, designado por Ruto para coordinar la cumbre, asegura que los mercados de carbono funcionan “no como excusa para emitir, sino como un medio para asegurar la rendición de cuentas”, porque los países ricos y contaminadores cargan con el costo.
Fuente: AFP
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