El producto interno bruto de la segunda economía más grande de Sudamérica que necesita desesperadamente el ingreso de dólares se contraerá un 3% este año, lo que representa un empeoramiento respecto del pronóstico anterior de una contracción del 1.5%, según nuevas proyecciones de Itaú Unibanco Holding SA y la consultora con sede en Buenos Aires EconViews.
“Es realmente malo”, dijo Andrés Borenstein, economista jefe de EconViews. “La oferta de dólares va a ser muy escasa”.
La Cámara de Comercio Exterior de Rosario redujo su estimación de producción de soja el miércoles por la noche en otro 22% y advirtió sobre nuevos recortes. La nueva cifra de 27 millones de toneladas métricas sería la cosecha más pequeña en 15 años.
Las plantas de soja y maíz en la zona pampeana de cultivo se encuentran en la etapa de crecimiento que requiere más agua y que define la cosecha; no obstante, la sequía no da tregua y además se ve agravada por olas de calor.
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“Argentina sufre un escenario climático sin precedentes en la agricultura moderna”, escribieron analistas rosarinos encabezados por Cristian Russo. “No hay condiciones climáticas a la vista que permitan poner pisos a los rindes o al área que no será cosechada”.
Argentina es el mayor proveedor mundial de harina de soja para la alimentación del ganado y de aceite soja para cocinar y biocombustibles, y el tercer mayor proveedor de maíz.
El país depende de estos ingresos de exportación que alcanzan un valor de decenas de miles de millones de dólares en un año normal para apuntalar las reservas de divisas en un momento en el que lucha para cumplir con los objetivos del programa de US$ 44,000 millones que suscribió con el Fondo Monetario Internacional.
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La temporada de cosecha en el segundo trimestre también es un catalizador clave de la economía, la que se enfrenta a dificultades en otros sectores y se dirige hacia la recesión.
El Gobierno incluso otorgó a los exportadores una prórroga en los envíos de maíz para ayudarlos a cumplir con los compromisos con los compradores globales y para garantizar que haya alimentos para las aves y el ganado domésticos.
La sequía ha durado tanto tiempo que ha causado desastres consecutivos: el año pasado dañó la cosecha de trigo y ahora mermó los cultivos soja y maíz. Eso está alimentando los temores de que muchos agricultores no puedan rescatar el ciclo de inversión en cultivos y quiebren.
Los efectos dominó se extenderán a través de la economía, dijo Borenstein. Habrá menos camiones y envíos, por ejemplo, lo que reducirá drásticamente los ingresos por peajes de carreteras y ríos, y perjudicará a las empresas a lo largo de estas vías principales.
La escasez de dólares provenientes de cultivos que fluyen hacia las arcas del banco central bien podría afectar el número de importaciones que autoriza el Gobierno para industrias más allá de la agricultura, agregó.
“El problema está en la economía real”, dijo Borenstein. “Muchas personas en los sectores de manufactura o construcción tendrán escasez de insumos como resultado de la sequía”.
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