La iniciativa de Javier Milei de dolarizar la economía argentina es, en muchos sentidos, algo remoto. Para empezar, el outsider político todavía tiene que conseguir la victoria en las elecciones presidenciales de octubre. Una vez en el cargo, tendría que superar una serie de obstáculos para eliminar el peso como moneda de curso legal en el país.
Pero la verdad es que muchos argentinos no están esperando a ver cómo se desarrolla la situación. Están dolarizando la economía por sí mismos: una transacción y un contrato a la vez.
En sectores como los de la tecnología y las finanzas, los trabajadores calificados exigen que los salarios se paguen en dólares, algo a lo que las empresas ―entre ellas MercadoLibre, la tecnológica más grande de Argentina― están accediendo cada vez más. La mayoría de los propietarios en Buenos Aires ahora sólo aceptan pagos en dólares. Lo mismo ocurre con los alquileres de Airbnb. Y la lista sigue y sigue: instrumentos musicales, abogados de divorcios, cuero importado: si lo quiere, debe pagar con billetes verdes.
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El uso del dólar, aunque no es nuevo aquí, actualmente se está masificando en todo el país a medida que la inflación se dispara por encima del 100% y destruye el valor de los pesos que la gente lleva en sus billeteras y guarda en sus cuentas corrientes. Es el ejemplo clásico de la caída de una moneda fiduciaria, tal como lo que se observó hace una década en Venezuela: la confianza en la moneda colapsa hasta el punto en que la gente no quiere usarla ni siquiera para las transacciones más básicas, por lo que gradualmente desaparece de la economía.
“Cuando no hay demanda para un producto”, dijo Milei en una entrevista la semana pasada, “su valor es cero”.
El valor del peso aún no ha llegado a cero, pero está en caída libre. En el mercado controlado por el Gobierno, un peso vale menos de un tercio de un centavo estadounidense. En el mercado negro vale aún menos: una décima parte de un centavo. Se ha debilitado un 23% solo en el último mes, la mayor caída entre todas las monedas seguidas por Bloomberg, y un 91% en los últimos cinco años. Esto ha agudizado el aumento de la inflación que ha sido impulsada, en gran medida, por la voluntad del banco central de imprimir dinero para financiar los déficits presupuestarios del Gobierno.
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Salarios en dólares
En la floreciente industria tecnológica de Argentina, se estima que unas 200,000 personas trabajan extraoficialmente para empresas en el extranjero para cobrar en dólares o euros y evadir impuestos sobre la renta, según Argencon, un grupo comercial que cuenta con MercadoLibre entre sus miembros. Un informe del grupo encontró que la tasa de rotación de trabajadores en empleos remunerados en pesos superó el 30% en varias empresas de tecnología durante el año pasado.
Para frenar el desgaste, MercadoLibre, con más de 10,000 empleados en Argentina, es una de las muchas empresas que pagan al menos parte de los salarios en dólares y la otra parte en pesos. La consultora Accenture, la empresa de software Globant SA y la empresa de tecnología financiera Ualá también han comenzado a implementar estructuras salariales similares, según presentaciones corporativas, empleados e informes de los medios locales.
En respuesta a preguntas, Ualá dijo que este beneficio se otorga a empleados que tienen alta demanda en empresas locales, así como en organizaciones que no operan en Argentina, pero que contratan talentos de primer nivel ofreciendo salarios en cuentas bancarias en el extranjero. La fintech ofrece entre el 10% y el 40% de los salarios en dólares, dependiendo del puesto, y las bonificaciones por desempeño también se pagan en dólares.
MercadoLibre y Accenture no respondieron a una solicitud de comentarios. Globant declinó hacer comentarios, pero previamente este mes, el director ejecutivo de la compañía dijo en una entrevista que los problemas económicos del país estaban contribuyendo a la fuga de cerebros.
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Para los dueños de empresas que no pueden seguir el paso, como Adrian Turjanski, la velocidad a la que está ganando terreno esta nueva tendencia es alarmante. Turjanski, director de la empresa de pruebas de ADN Bitgenia, dice que simplemente no está en condiciones de ofrecer cheques de pago en dólares. Para intentar retener al personal, ha aumentado la capacitación de los empleados más jóvenes. Pero rápidamente detectó un problema con este plan: una vez que los trabajadores fortalecen sus currículums, a menudo se van a trabajos que pagan en dólares.
“Le estamos haciendo un favor a las grandes empresas”, dijo Turjanski, “y eso es letal”.
La obsesión de los argentinos por el dólar comenzó hace décadas, como resultado de una interminable serie de crisis, devaluaciones y espirales inflacionarias. Una vez, en la década de 1990, el Gobierno incluso intentó un esquema similar a la dolarización en el que vinculaba un dólar a un peso hasta que el sistema colapsó en 2001.
Los argentinos han mantenido durante mucho tiempo dinero en cuentas de ahorro en dólares, y el país habitualmente figura entre los mayores importadores de billetes verdes. Casi la totalidad de las compras importantes, como viviendas y autos usados, también se hacen en moneda estadounidense.
Pero lo que está cambiando ahora es la cantidad de transacciones e industrias que están pasando de pesos a dólares.
En Buenos Aires, por ejemplo, más del 60% de los listados de departamentos en alquiler ahora tienen precios en dólares, según ZonaProp, un sitio web de bienes raíces. Hace dos años, esa cifra era del 20%. Y recientemente, el personal de Roux, ―un bistró en el exclusivo barrio de Recoleta que sirve ostras crudas, caviar y carne argentina― cambió algunos de los precios del menú a dólares, algo que rara vez se había visto antes.
Si bien ahora es cada vez más común que se les pague en dólares (al menos entre los círculos más ricos), los argentinos todavía se ponen nerviosos al hablar abiertamente de ello por temor a represalias de las autoridades tributarias. Ninguno de los entrevistados por Bloomberg News quiso hablar oficialmente para esta historia.
Excepto, claro está, Milei y sus asesores. No pueden dejar de hablar de ello.
“Argentina ya está dolarizada, dolarizada de facto”, dijo Emilio Ocampo, economista que trabaja con Milei, a Bloomberg en una entrevista realizada en junio. Es la forma en que la gente ha llegado a protegerse del “impuesto” de la inflación, dijo. Si el plan de dolarización de Milei se convierte en ley será porque el país “básicamente no tiene otra opción”.
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