Combatientes talibanes en la entrada del Ministerio del Interior en Kabúl, Afganistán, el 17 de agosto de 2021. (Foto: AFP)
Combatientes talibanes en la entrada del Ministerio del Interior en Kabúl, Afganistán, el 17 de agosto de 2021. (Foto: AFP)

La victoria de los talibanes en Afganistán podría suponer un nuevo impulso al yihadismo internacional, galvanizado por una nueva derrota de una potencia extranjera y el triunfo de la estrategia, la negociación y la paciencia.

En todo el mundo, los combatientes del movimiento yihadista-salafista, en su mayoría afiliados a Al Qaida o al grupo rival Estado Islámico (EI), no pueden sino constatar el éxito de los talibanes, que tomaron el poder en Kabul tras la salida de las tropas estadounidenses.

Este éxito tiene un valor simbólico muy fuerte. “Esto da a los yihadistas un tremendo impulso. Les hace creer que pueden expulsar a una potencia extranjera, incluso a una importante como Estados Unidos”, dijo Colin Clarke, director de investigación del Soufan Center, un centro de estudios geopolíticos de Nueva York.

“Sin duda habrá un fuerte bombardeo propagandístico, que culminará en el 20 aniversario de los atentados del 11 de setiembre. Esto galvanizará a los yihadistas desde el norte de África hasta el sudeste asiático”.

No obstante, el caso afgano no es necesariamente reproducible en otros lugares porque no todos los grupos luchan contra potencias extranjeras.

“Es pertinente en el contexto de África Occidental, donde ha surgido toda una charla sobre las negociaciones con el GSIM”, el Grupo de Apoyo Islámico y Musulmán afiliado a Al Qaida, afirmó Aymenn Jawad Al-Tamimi, investigador del Programa de Extremismo de la Universidad George Washington (Estados Unidos).

La “resistencia de los pueblos”

Los talibanes no se contentaron con dejar que la situación se deteriore. Mientras estaban en guerra, negociaban con los estadounidenses y el gobierno afgano y hacían avanzar a sus peones.

Simbólicamente, su triunfo ayuda a convencer a los militantes de que “si siguen luchando, sus adversarios acabarán derrumbándose”, añadió el investigador iraquí.

En las últimas 24 horas, las redes sociales se han llenado de propaganda yihadista.

La agencia de propaganda de Al Qaida, Al-Thabat, afirmó que “los musulmanes y muyahidines de Pakistán, Cachemira, Yemen, Siria, Gaza, Somalia y Mali están celebrando la liberación de Afganistán y la aplicación de la sharia”.

En cuanto al Estado Islámico, la cuestión es obviamente más difícil. Cuando Al Qaida prometió lealtad a los talibanes, el EI les llamó apóstatas. En Afganistán, el odio es aún más tenaz porque el Estado Islámico en Jorasán (ISKP) fue creado por desertores talibanes.

Pero el Estado Islámico también se está beneficiando del colapso del Estado afgano. “Mr. Q”, un especialista occidental del grupo yihadista que publica sus investigaciones en Twitter bajo este seudónimo, constató 216 ataques del ISKP entre el 1 de enero y el 11 de agosto, frente a 34 el mismo periodo del año pasado.

“No todo está directamente relacionado con la retirada estadounidense, pero la victoria de los talibanes también da un impulso al ISKP, declaró.

Un recuerdo de Irak en el 2011

También señala, más allá de los odios fratricidas, objetivos convergentes. “El EI comunica regularmente sobre el hecho de que los occidentales no pueden quedarse para siempre” en tierras extranjeras. En este sentido, el triunfo de los talibanes “legitima su forma de actuar”.

Colin Clarke también apunta que el caos y la guerra son las condiciones básicas para el desarrollo de cualquier grupo yihadista. “El colapso del ejército afgano es un extraño recuerdo de lo que vimos en Irak en el 2011. Temo que la misma situación se repita en Afganistán, con el desarrollo simultáneo del EI y la resurrección de Al Qaida”.

Aquí radica quizás la mayor lección que los talibanes han dado a la esfera yihadista mundial: la paciencia y la determinación pueden triunfar, independientemente del enemigo. Una lección galvanizadora para todos los movimientos con ambiciones locales, opositores o aliados de los nuevos amos de Kabul.