“No tengo la intención de regresar a Rusia a corto plazo”, cuenta Elena, que vive en Finlandia. Los trenes que conectan San Petersburgo con Helsinki, la única línea aún abierta entre Rusia y la Unión Europea (UE), están llenos de rusos ansiosos por salir del país mientras puedan.
En la estación de la capital finlandesa, algunos pasajeros del tren de las 06H40 procedente de San Petersburgo explican que lo vieron como una de las últimas oportunidades de pisar suelo europeo tras la paralización casi completa del tráfico aéreo.
“Decidimos regresar lo más rápido posible, porque no sabemos cómo será la situación en una semana”, dice Polina Poliakova, una moscovita que estudia en París.
Viajar “es difícil en estos momentos porque todo está anulado”, asegura Beata Iukhtanova, su amiga que también estudia en la capital francesa, donde viajarán ahora en avión.
Los trenes vacíos de la pandemia quedan lejos. Los vagones exprés “Allegro” que conectan San Petersburgo con la capital finlandesa “están ahora totalmente reservados para los próximos días”, afirma uno de los directores del operador ferroviario finlandés VR, Topi Simola.
El sábado, apenas dos días después de la invasión rusa de Ucrania, el número de pasajeros hacia esa dirección aumentó considerablemente, mientras que los trenes de regreso a Moscú solo tenían un 30% de su capacidad.
“Con el equipaje que llevan, podemos ver que se mudan, se mudan de verdad”, dice Simola.
“Tenemos suerte”
Sin embargo, el Allegro sólo está disponible para los ciudadanos finlandeses y no todos los ciudadanos rusos pueden acceder a los trenes.
Además de tener un visado Schengen válido, los viajeros deben haber recibido una vacuna contra el COVID-19 reconocida por la UE, que no es el caso del inmunizante Sputnik, el más usado en Rusia.
Por eso, la mayoría de los pasajeros son rusos que ya viven o trabajan en Europa, como María, de 14 años, y su madre Svetlana, que tomaron un tren a Finlandia tras la cancelación de su vuelo el domingo para volver a Austria, donde viven.
“Todo el mundo decía ‘no sé qué hacer’”, recuerda María al bajar del tren. “Primero pensamos que tendríamos que pasar por Turquía, pero es mucho más caro que Finlandia, así que tenemos suerte”, agrega.
VR, que opera el servicio en colaboración con los ferrocarriles rusos, quiere abrir el servicio a otras nacionalidades de la UE y aumentar su capacidad.
“Sabemos que hay decenas de miles de ciudadanos de la UE que están aún en Rusia y suponemos que muchos de ellos desearían regresar a casa”, explica Simola.
Irse desesperadamente
Los rusos que han regresado a Finlandia en los últimos días describen un clima de gran preocupación mientras Rusia prosigue los ataques en Ucrania.
“Hay mucha gente en pánico”, confiesa Daria, que regresó a Helsinki antes de lo previsto para sus estudios.
“Conozco a gente que busca desesperadamente irse al extranjero en este momento”, continúa Elena, una rusa que vive y trabaja en Finlandia.
Cuando comenzó el asalto a Ucrania el pasado jueves, estaba de visita en Moscú, su ciudad natal. Cambió inmediatamente su vuelo para regresar a Finlandia ese mismo día, convirtiéndose en una de las últimas personas en viajar antes de la congelación de los vuelos a la UE.
Muchos “no se sienten seguros” en Rusia, ahonda la mujer de 37 años, que prefiere no dar su apellido.
“Saben que la situación económica será muy difícil a partir de ahora, y mucha gente no puede soportar quedarse desde un punto de vista moral”, dice.
“No tengo intención de volver a Rusia a corto plazo, eso está claro”, dice Elena. Sin embargo, a pesar de las dificultades que existen allí, “es imposible comparar (la situación) con los horrores que están ocurriendo en Ucrania ahora mismo”, reflexiona.